lunes, 1 de junio de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 36

En cuanto llegaron a la casa Paula  subió a su cuarto a cambiarse de ropa.
No podía dejar de sonreir en cada momento. Estaba radiante de felicidad. Había pasado todo el día con el hombre que amaba, y este le había demostrado su amor hacia ella. Le había mimado y consentido, y aunque en el último momento le había hablado un poco mal Paula sabía que era porque estaba preocupado por ella.
Hacía mucho que no se sentía así. Protegida y querida. De hecho no recordaba haberse sentido así antes. Quería estar junto a él en todo momento. Le gustaba estar rodeada por sus brazos, sentir su olor, sus besos, sus caricias…
Pedro  fue a hacer unas llamadas. Después se tomó un café mientras charlaba con Adela sobre asuntos de la casa y se despidió de ella. Ya no quedaba nadie más en la casa. Le extrañó la tardanza de Paula, pues ella le había dicho que en cuanto se cambiase de ropa bajaría para estar con él.
Como no la encontraba por ningún lado, subió al piso de arriba y fue directamente a su habitación. Llamó a la puerta, pero nadie contestó. Tras insistir un par de veces decidió abrir la puerta. El cuarto estaba vacío.
Había registrado toda la planta superior y no la encontraba por ningún lado. "un momento. No he mirado en mi cuarto, ¿estará allí?" pensó. Sin perder el tiempo entró en su cuarto.
Paula  estaba escondida tras la puerta. Cuando vió entrar a Pedro salió de su escondite, cerró la puerta y se recostó en ella.
- ¿Me buscabas? - dijo tomando una pose muy sensual.
Pedro se volvió a escuchar las palabras de Paula. Se quedó sin respiración. Ella estaba vestida con un camisón de seda de tirantes, tenía un gran escote y apenas le cubría las rodillas.
- ¿Es que te ha comido la lengua el gato? - dijo mientras se acercaba lentamente a él.
Por mucho que trataba de contestar las palabras no le salían. Tragó saliva y rodeó a Paula con sus brazos por la cintura cuando estás llegó junto a él.
-Pau,¿qué haces?
-He pensado que necesitas relajarte.
Paula comenzó a masajearle los hombros sin dejar de mirarlo a los ojos. Pedro no sabía que hacer, solo le miraba esos ojos llenos de pasión, su boca entreabierta pintada de rojo que hacía que fuera más apetitosa que nunca, ese pequeño trozo de seda que se fijaba en su cuerpo perfectamente.
Pedro se empezó a excitar al notar que Paula estaba bajando las manos hacia su pecho y empezaba a desabrocharle la camisa.
- Pepe, relájate. Te va a gustar, te lo prometo - le susurrró al oído.
Pedro se tensó más aun al oír esas palabras. Él nunca se había comportado así con una mujer. Nunca se había quedado quieto sin saber como reacccionar. Pero es que lo que sentía con Paula no lo había sentido nunca.
Paula acabó de desabrocharle la camisa y fue sacándosela poco a poco. Cuando se la quitó se quedó mirando el increíble pecho de Pedro, mucho mejor de lo que se imaginaba.
Su pecho fuerte como una piedra sin un solo pelo, un vientre totalmente liso sin un gramo de grasa y sus abdominales perfectamente marcados. Comenzó a pasarle el dedo índice por todo el contorno de su pecho bajando por su abdomen haciendo pequeños círculos al rededor de sus pezones, de su ombligo...
-Perfecto. - susurró Paula sin apartar los ojos del pecho de Pedro.
-Ahora me toca a mi, ¿no crees? - dijo cogiéndole la mano que se encontraba en su pecho. O paraba o no sería capaz de tomarla poco a poco.
Pedro empezó a acariciarle la cara a Paula, muy lentamente memorizando todo su rostro. El arco de sus cejas, su pequeña nariz y esos labios que le encantaba besar, esos labios que desde el primer día supo que tenía que probar. Paula cerró instintivamente los ojos para dejarse llevar por las sensaciones que Pedro provocaba en ella.
Al llegar a sus labios se detuvo para dedicarse a darle un cuidado especial, acariciando el labio superior lentamente dibujando el corazón que formaba su boca. Siguió con su labio inferior resistiéndose a no cogerla y devorarle la boca.
Paula a sentir el dedo de Pedro  en su labio fue abriendo lentamente los ojos mirándolo fijamente. Pedro vio en ellos la pasión que sentía Paula, cosa que agradeció ya que él iba a aguantar poco.
Paula vio lo ojos de Pedro y lo excitado que estaba y pensó que podría hacerlo sufrir un poco más.
Pedro seguía acariciando el labio de Paula, cuando ella fue sacando su lengua lamiendo lentamente la yema de los dedos de Pedro. Cogió la mano de Pedro y empezó a meterse el dedo en la boca poco a poco... cada vez más y más. Jugando con su lengua en el dedo de Pedro dentro de su boca. Pedro  no apartaba la mirada de esos ojos que lo miraban con la misma fuerza.
Pedro sacó su dedo de la boca de Paula y fue bajando lentamente por su mandíbula, por el cuello hasta llegar a su escote. Ya no aguantaba más o la tocaba o iba a explotar. Fue lentamente a meterle el dedo por el escote, necesita el contacto de su piel, tocarle los pechos. Cuando estaba a unos centímetros de su pezón Paula alzo la mano y atrapó la suya.
-No, no.... - dijo Paula negando con la cabeza mientras lo miraba.
-Pau, necesito tocarte.
-Tendrás que esperar.
-¿De verdad crees que puedo esperar? - dijo mirando hacia abajo para enseñarle a Paula la "razón" por la que no podía esperar.
-Vaya... - dijo mientras miraba la gran "razón" de Pedro.
-En serio mi amor déjame tocarte - rogó Pedro.
-Siéntate. - ordenó Paula.
-¿Qué?
- Que te sientes. - dijo señalando la cama.
Pedro con la poca fuerza que le quedaba hizo caso y se sentó en el borde de la cama.
- Y ahora, ¿qué? - dijo frustrado.
-Ahora...disfruta.

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