lunes, 1 de junio de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 35

Después de estar en el parque fueron a comer.
- No me mires así - dijo Paula  llevándose el tenedor a la boca.
- ¿Así como?
- Como me miras… me pones nerviosa.
- Lo siento… es que no puedo dejar de mirarte - le dijo sonriente.
- ¿Sabes? Aún no me creo que esto sea verdad. Parece un sueño.
- Pues entonces no quiero despertar - dijo acariciándole la mejilla.
Paula cogió la mano y le empezó a besar la yema de los dedos.
- ¡Te quiero mucho bebé!
-Yo también Pau… digo Paula.
- Llámame Pau, prefiero que me llamen así.
- Yo pensaba que no te gustaba que te dijesen Pau.
- Solo las personas que me importan - le confesó.
- ¿Entonces yo antes no te importaba?
- Jajaja ¡claro! Pero me gustaba hacerme la dura.
Cuando salieron del restaurante el tiempo había cambiado. El sol que brillaba horas antes se ocultaba tras unas oscuras nubes que amenazaban con empezar a llover de un momento a otro. Se pusieron a caminar. Las nubes del cielo cada vez se volvían más oscuras.
- ¿Y ahora que quiere hacer mi princesa?
- Se me ha ocurrido algo… ¿hacemos una locura?
Pedro frunció el ceño.
- ¿Cómo que? - preguntó con intriga.
- ¡Ven! ¡sígueme!
Paula se puso a correr. Llegó hasta un jardín, se descalzó y empezó a caminar por la hierba. Pedro  llegó donde Paula  se encontraba pero se quedó quieto mirándola.
Paula  se volvió y miró lo miró.
- ¿No te atreves?
El no dijo nada. Sacó el móvil de su bolsillo y empezó a llamar a alguien.
- ¿A quien llamas?
- Al chofer, para que nos venga a buscar antes de que empiece a llover. Me ha dicho Adela que ya se a recuperado de su enfermedad.
- Podemos ir andando, no esta muy lejos la casa.
- ¡NO!
Paula se quedó callada ante la contestación de Pedro. Cuando terminó de hablar con el chofer tomó los zapatos de Paula que estaban en el suelo y se los dio.
- Póntelos… nos vienen a buscar.
Paula tomó sus zapatos, salió del jardín y se los puso sin decir palabra. Tal y como las nubes habían anunciado empezó a llover. Solo eran unas gotas, pero lo suficiente como para mojarse y agarrar un resfriado.
- Vamos rápido al coche... te vas a mojar.
- No pasa nada... es solo un poquito de lluvia … ni siquiera llueve mucho.
Pedro empezó a caminar cada vez más rápido, pues la lluvia cada vez caía con mas intensidad. Pero Paula no conseguía seguir su paso, el suelo mojado por la lluvia hacia que se resbalase.
- Pedro... mas lento... no puedo caminar tan rápido.
Él la tomo en sus brazos.
- ¿Que haces? puedo caminar yo sola.
- Te vas a mojar.
- ¿Y?
- No quiero discutir contigo.
Siguió caminando hasta que llego a un lugar cubierto mientras esperaban al coche. Dejó a Paula en el suelo y ambos esperaron. Cuando por fin fueron a buscarlos se metieron en el coche rumbo a casa.                  
- ¿Sabes que estás loco?
- ¿Y? no me importa... ¡de todos modos te mojaste! si te enfermas no me lo voy a perdonar. - Cogió una manta que estaba en el asiento y le cubrió con ella.

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