- ¡Paula! - gritó mientras bajaba las escaleras rápidamente para intentar alcanzarla.
Pero no te dio tiempo y Paula quedó tendida en el suelo inconsciente. Llegó junto a ella y se puso de rodillas apoyando la cabeza de ella en su regazo.
- Paula… Paula… abre los ojos por favor… responde - dijo sujetando sus cara con las dos manos.
Ella abrió los ojos lentamente. Estaba aturdida y mareada por las vueltas que había dado y los golpes contra las escaleras.
- ¿Estás bien? ¿te duele algo amor?
Paula reaccionó al ver a Pedro tan cerca de ella.
- ¡no me toques! ¡déjame! - dijo incorporándose.
- ¿te duele algo?
- estoy bien, gracias.
Paula se puso de pie y le tendió la mano para ayudarla a levantarse del suelo, pero ella lo ignoró he intentó ponerse de pie ella sola sin éxito, pues tenía una fractura en el tobillo y no pudo mantenerse en pie, entonces él la sujetó para que no se cayese.
- ¡ay ay! ¡mi tobillo! ¡me duele! - dijo sujetándose el tobillo con una mano mientras que con la otra se agarraba al brazo de Pedro.
- Vamos a las escaleras para que te mire el pie.
- puede ir sola gracias
- ¡no seas terca y déjame ayudarte!
Paula terminó cediendo, ya que sola no podría sentarse en las escaleras. Una vez se hubo sentado Pedro le quitó el zapato con delicadeza y le examinó el tobillo.
- Te has torcido el tobillo, ¿te duele?
- mucho - dijo apretando los dientes para soportar el dolor.
- voy por hielo para que no se te hinche mas el tobillo, ¡no te muevas de ahí!
- ¡muy gracioso!
Pedro le sonrió, le besó en la frente y fue a la cocina a por hielo.
Minutos más tarde Pedro llegó con la bolsa de hielos en las manos. Puso la bolsa sobre su tobillo y anudó un trapo alrededor para que la bolsa estuviese sujeta y no se moviese.
- Será mejor que te lleve a tu cuarto, estarás más cómoda tumbada en la cama.
- No hace falta, puedo yo sola.
- ¡ni hablar! No voy a dejar que te caigas otra vez y te dobles el otro tobillo.
Sin decir más la cogió en sus brazos y subió las escaleras con ella, llegó a su habitación y la recostó sobre la cama con cuidado de no hacerla daño, después apartó la maleta que aún seguía sobre la cama.
- bien - dijo cuando Paula ya estaba tumbada - ¿ahora me vas a decir que es lo que te pasa?
Paula se cruzó de brazos y giró la cabeza para no mirarlo.
- Pau… estoy esperando…
- ¡Pues ya puedes esperar sentado! - dijo sin mirarlo.
- Creo que merezco una explicación.
- ¡Pues no! - dijo alzando los brazos y volviéndose a mirarlo - te equivocas, aquí quien tiene que explicar eres tú.
- ¿Yo? ¿que se supone que tengo que explicar?
- ¿te parece poco engañarme? ¡te has acostado conmigo mientras esperabas que tu novia volviese!
- ¿mi novia? ¡creo que el golpe te a afectado a la cabeza!
- ¡no me trates como si estuviera loca! ¡te he oído hablar con ella por teléfono!
Pedro abrió los ojos como platos. La única persona con la que había hablado por teléfono era su madre. En lugar de sentirse aliviado por el malentendido estaba dolido. Paula había desconfiado de él y eso era peor que clavarle un puñal en el corazón.
- Para tú información te diré que no tengo novia. Estaba hablando con mi madre, pero supongo que te a resultado más fácil desconfiar de mi antes que preguntármelo, ¿verdad?
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