¿Por qué me has traído aquí? ¿es que él está dentro?
Paula negó con la cabeza mientras suspiraba.
- ¿Te lo tengo que explicar todo con manzanitas?
Pedro se encogió de hombros.
Paula fue al coche a por su bolso y cogió un sobre que había dentro.
- Toma, espero que así se resuelvan tus dudas - dijo entregándole el sobre.
Pedro abrió el sobre y lo leyó. Cuando terminó de leerlo miró a Paula con asombro.
- Esto son…
- ¡Aja! - dijo asintiendo con la cabeza - son las escrituras del restaurante donde yo trabajaba. Era todo una sorpresa, por eso no podía decirte nada.
- Entonces…
Paula le tapó la boca con el dedo índice.
- Entonces… no hay ni amantes ni nada de nada - le dijo con una sonrisa.
- ¡Dios Paula! ¡He sido el mayor de los estúpidos!
Paula se puso seria y le dijo: ¡si! ¡pero eres mi estúpido! ¡y te quiero bebe!
No hizo falta decir nada más, pues los dos se fundieron en un fuerte abrazo. Un abrazo con el que se demostraron todo su amor, donde se disculparon por los malentendidos que hasta ahora habían tenido.
- ¡Vamos! Nos están esperando para darnos las llaves del local.
- Ok vamos.
Y así, juntitos de la mano entraron dentro. El dueño del local les dio las llaves y se marchó dejándolos solos.
- Pero hay una cosa que no entiendo - dijo rascándose la cabeza.
- ¿El que? - dijo frunciendo el ceño.
- ¿Cómo sabías que me gustaba la cocina y todo eso?
- ¡ahhh! - dijo levantando los brazos - una… que tiene sus contactos.
- Y… esos contactos… no serán por casualidad… una rubia amiga nuestra ¿no? - dijo mientras rodeaba su cintura con los brazos.
- Jajajaja, se dice el pecado pero no el pecador.
- ¿sabes una cosa princesa? - le susurró al oido
- ¿el que?
- ¡que te amo con locura!
- ¿si? Pues no te creo ¡vas a tener que convencerme! - dijo con una sonrisa pícara.
- ¿a no? Vamos a ver… ¿y que puedo hacer para convencerte?
Paula se quedó pensativa.
- ¿Que tal si pruebas a darme uno de esos besos tan ricos que solo tú sabes dar?
- ¿eso serviría para convencerte?
- ¡no! ¿Pero intentándolo no pierdes nada verdad? - dijo sonriente.
- Jajajaja, ¡eres increible!
- ¡Lo se! ¡Pero no puedo evitarlo!
Los dos se empezaron a reir y terminaron fundiéndose en un tierno beso.
Días más tarde, hicieron una gran fiesta en el restaurante para celebrar que Pedro era el nuevo dueño. La celebración fue por todo lo alto. Allí estaban todos sus amigos y toda la gente que los quería.
Allí estaban Carlos y Marcela, felices por sus amigos y porque cada vez faltaba menos para que ella diese a luz. Fue ese día cuando Carlos y Pedro se conocieron. Desde el primer momento se hicieron grandes amigos. Más tarde apareció Marcos, quien estaba al tanto de todo lo ocurrido. Marcela se había ocupado de informarle, pues este estuvo de viaje.
Paula contrató el amigo de su abuela, como encargado de la cocina. Tampoco se olvidó de Isabel , su ex - compañera, quien a partir de entonces sería la supervisora. que todo marchase bien en el restaurante.
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