Esa noche pensaba en la limitación de tiempo para la relación mientras estaba tumbado junto a la figura durmiente de Paula. De camino del casino habían recogido sus cosas del hotel y luego la había convencido de que se fuera a dormir sin volver a hacer el amor.
Si eso lo dejaba excitado y palpitante mientras la contemplaba dormir, que así fuera. Pero era demasiado preciada como para permitir que su libido pasara por encima de lo que sabía que era bueno para ella.
La idea de romper con ella cuando se fuera a Praga lo llenaba con algo más que frustración por una relación que iba a terminar tan pronto. No quería dejar el campo abierto para que apareciera otro hombre y reclamara la pasión que él había despertado en su Paula.
Pero no había otra opción justificable.
Los compromisos de negocios que había aceptado encarar para la empresa de su familia en Praga, imposibilitarían que se marchara de la República Checa en seis meses, tal vez en un año. Quizá pudiera arreglar una o dos visitas a California, pero nada más. No lo suficiente para mantener una relación comprometida y exclusiva.
No estaba seguro de su capacidad de pasar sin sexo si tenían una separación prolongada. Le encantaba la intimidad sexual y necesitaba la liberación de tensión que proporcionaba cuando los negocios adquirían una intensidad especial. Y una vez que Paula había descubierto lo que había estado perdiéndose, tampoco creía que ella pudiera sublimar su sensualidad con el trabajo de manera tan eficaz como en el pasado.
No. Una relación de larga distancia sólo sería buscarse problemas y sufrimientos para ambos.
Y no podía retractarse del compromiso con su familia. Era algo impensable. Nunca antes había abandonado a la empresa, y el orgullo familiar y la responsabilidad exigían que no empezara en ese momento.
No podía pedirle a Paula que fuera a Praga con él. Ni siquiera por un par de meses, aunque la tentación era persistente.
Sería injusto con ella. Su carrera empezaba a despegar y estaría muy ocupada, en particular cuando el director de campaña de Pedro hiciera unas recomendaciones específicas en lugares escogidos. Había hablado antes con él y había dejado claro que Industrias Alfonso agradecería que otros vieran el mismo potencial en Paula Chaves que había visto él. Ella no querría que hiciera eso, razón por la que no se lo había contado.
Suspiró y tocó la pendiente superior de su seno, expuesta por el escote ladeado de su camisón de seda. Dejar a esa mujer sería duro, pero no tenía elección. Una ruptura limpia al final del tiempo que disfrutaran juntos era la única salida, pero eso no significaba que no pudiera maximizar dicho tiempo.
Reacio a demorarse más tiempo en cosas desagradables que no podían modificarse, se obligó a levantarse de la cama, dejando atrás la seductora calidez de ella. Trabajar lo distraería de sus caóticos pensamientos. A veces hacerlo a altas horas de la noche era la mejor manera de conseguir mucho en un período breve de tiempo. Si quería maximizar el tiempo precioso del que disponía con Paula, necesitaba deshacerse de todas las obligaciones laborales que fuera posible.
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