-El suficiente, querida, pero no te preocupes, estoy bien. En cuanto a tí, Facundo, sal de mi casa y no vuelvas a mi empresa. Con cuatro testigos, creo que no nos costará convencer a la dirección de tus artimañas.
Paula miró hacia la entrada y vio que la señora Harris también estaba allí. Obviamente, era el cuarto testigo.
-Tío Max, yo…
-Sal de aquí antes de que llame a la policía.
Facundo los miró y se marchó. El ama de llaves lo siguió a la salida.
Cuando los tres se quedaron a solas, Paula tomó a Max del brazo y dijo:
-Me siento tan mal...
-No ha sido culpa tuya, Paula. Te han utilizado.
-Si no llegas a aparecer, le habría dado un buen ****azo -intervino Pedro-. Nunca había sentido tanto odio por una persona.
-Lo siento mucho, Max -insistió Paula con voz rota-. Me refiero a que siento mucho no ser ella. Te aseguro que desearía con todo mi corazón ser tu nieta.
-Yo también, jovencita -murmuró el anciano-. Y si quieres que te diga la verdad, se podría decir que siempre lo serás para mí.
Pedro se dirigió hacia la puerta porque pensó que preferirían quedarse a solas.
-Será mejor que me vaya a la oficina y que haga unas cuantas llamadas. Leo intentará maniobrar y debemos actuar con rapidez para impedírselo.
-Citaré a algunos de los miembros de la junta en casa -dijo Max-. Pero no te vayas todavía, yo voy a bajar para ver si Facundo le ha causado algún problema a la señora Harris.
Antes de marcharse, Max besó a Paula en la frente y dijo:
-Ven a verme más tarde cuando te encuentres mejor, ¿quieres? Tenemos que hablar.
Ella asintió e intentó disimular sus lágrimas. No quería provocarle más sufrimientos.
Segundos después, Pedro la abrazó.
-Descuida, Max se pondrá bien. Es un viejo duro.
Paula no pudo soportarlo por más tiempo y rompió a llorar. Por ella, por Max, por Pedro,por la fantasía de haber encontrado a su verdadera familia. Aunque se alegraba de haber conocido a Max, también lo lamentaba en cierta manera.
-No llores. Sé que Max no te culpa por lo sucedido.
-Pues debería hacerlo. Debí confiar en mi instinto cuando Facundo apareció en el bar.
Al cabo de un rato, Paula consiguió tranquilizarse. Se habían sentado en la cama y se encontraban cara a cara.
-¿Oíste toda la conversación?
-Sí, y sé que no podrías haber traicionado a Max porque lo quieres.
-Pero acepté el dinero de Facundo...
-Eso no le importa a Max.
-¿Y a ti?
Pedro no respondió, pero no fue necesario. Su mirada resultaba suficientemente explícita.
-Debí ser sincera contigo.
-Sí. Debiste confiar en mí lo suficiente como para contarme la verdad.
Ella apartó la mirada.
-Supongo que no estoy acostumbrada a confiar en la gente.
-Yo tampoco.
-Tal vez por eso nos hemos llevado tan bien desde el principio... Y tal vez por eso será mejor que me marche ahora.
-No tienes que hacerlo. Ya has oído a Max, no te culpa. Le importas y le gustaría que te quedaras con él.
Paula esperó a que Pedro siguiera hablando. Quería oír que también le importaba a él, pero no dijo nada.
-Me marcharé mañana de todas formas. Pero seguiré en contacto con Max. Pedro arqueó una ceja.
-¿Y qué hay de mí? ¿Seguirás en contacto conmigo, Paula?
Paula estaba más confundida que nunca. Se sentía muy culpable por haber aceptado el dinero de Facundo y por otra parte sabía que no pertenecía a aquel mundo y que, con toda probabilidad, no se acostumbraría a vivir en el ambiente al que estaba acostumbrado Pedro. Era solo una desempleada que trabajaba, temporalmente, como camarera.
-No lo creo, Pedro. Estoy ha sido maravilloso, pero ambos sabíamos que no duraría. Es deseo, no amor. Somos demasiado distintos como para enamorarnos -declaró la mujer-. Y la atracción física no suele resistir la distancia.
Pedro apretó los dientes.
-Yo no creo que consiga sacarte de mi pensamiento y no tengo ninguna intención de intentarlo. ¿Es que ya lo has olvidado? Estoy de acuerdo contigo en lo que decías sobre Rhett y Scarlett. Una relación conflictiva es mejor que el mortal aburrimiento. Los opuestos se atraen, pero no duran mucho tiempo juntos. Los iguales, sí.
Paula casi sonrió al comprobar, de nuevo, lo mucho que la deseaba.
-¿Pero no te das cuenta, Pedro? Somos opuestos...
La mujer pensó que, de haber sido personajes de Lo que el viento se llevó, él habría sido Rhett y ella, Belle Watling, la prostituta de corazón de oro que sabía que nunca encajaría en el mundo del héroe.
Sabía que se parecían mucho, pero no tanto como para impedir una inevitable ruptura y un dolor aún mayor.
Pedro abrió la boca para protestar, pero la puerta se abrió y apareció la señora Harris.
-El señor Longotti dice que deberían bajar ahora. Al parecer, Pieres está llamando a los miembros de la dirección y él no tiene todos los números.
Pedro miró a Paula y dijo:
-No he terminado de hablar contigo. Lo haremos más tarde, cuando regrese. ¿De acuerdo?
Paula tenía intención de encontrarse lejos de la casa para cuando regresara, pero no dijo nada.
Pedro hizo ademán de seguir al ama de llaves, pero antes se acercó a su amante y la besó en la boca.
-Esta conversación no ha terminado -insistió.
Paula no estaba de acuerdo. Dos horas más tarde se despidió de Max, a pesar de que el anciano intentó convencerla para que permaneciera en la mansión, y tomó un taxi al aeropuerto.
Cuando ya estaba en el avión, rumbo a Baltimore, susurró:
-Te equivocas, Pedro. Lo nuestro ha terminado.
Ay! No! por qué se fue así??? Ojalá se reencuentren pronto! Muy buenos capítulos!
ResponderEliminarAyyyyyyyyy, no x favorrrrrrrrrrr, no podés dejarla ahí Naty!!!!
ResponderEliminarnoooooooooooooooooooooooooo que buenos capitulos Naty
ResponderEliminar