domingo, 24 de mayo de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 8

Paula se acercó a la mesa.
- Tome. Aquí tiene la carta para que haga su lección. - le dijo ofreciéndole la carta a Pedro.
Él, que estaba distraído, no se había dado cuenta de la presencia de Paula. Alargó el brazo para coger la carta, pero cuando levantó la mirada para ver quien se la ofrecía se quedó boquiabierto.
- Gra… gracias - tragó saliva.
- Les dejo unos minutos para que decidan - dijo sin dejar de mirarlo. Después se alejó.
- ¿Estás bien? - le dijo Marcela dándole un codazo - ¡ni que hubieras visto un fantasma!
- ¿eh? - dijo volviéndose a mirarla - no, no… estoy bien… voy al servicio ahora vuelvo.
Se levantó rápidamente y fue tras ella con intención de alcanzarla. ¿Estaría soñando o todo era real? Por suerte llegó a tiempo para sujetarla del brazo e impedir que entrase de nuevo a la cocina.
- ¿Qué haces quí? - haciéndole girarse para mirarla a los ojos.
- Por si no se ha dado cuenta trabajo aquí - le dijo fijando su mirada en los labios de él.
- ¿aquí? ¿pero…?
- Si no le importa - soltándose de él - tengo mesas que atender, asi que con su permiso…
- Espera.. Tengo que hablar contigo
- Ahora no es el momento ni el lugar. A diferencia de usted, yo estoy trabajando y no puedo desatender mis obligaciones.
- Está bien… pero tenemos unas conversación pendiente. No lo olvides.
- Descuide, tengo buena memoria… sobre todo si se trata de gente como usted.
- ¿A que te refieres? - pero ella no contestó. Se fue dejándolo con la palabra en la boca
Entró en la cocina como alma que lleva el diablo. “¿Por qué tengo que tener tan mala suerte? ¿Por qué lo tengo que ver precisamente aquí? Parece que me han echado mal de ojo” se dijo para si.
- Pau gracias por el favor. Ya me encuentro mucho mejor. Necesitaba tomar un poco el aire, pero ya atiendo yo a mi mesa.
- ¿eh? Ah ok. No hay de que, tú habrías hecho lo mismo. - le respondió saliendo de sus pensamientos.
- ¿Te pasa algo? Estás un poco pálida - dijo tocándole la frente para comprobar que estaba bien.
- Si, no es nada… Voy a seguir sirviendo - cogió los platos ya listos y se encaminó al comedor.
Pedro volvió a su mesa. Se sentó y no articulo palabra, mientras Marcela y Marcos no paraban de hablar sobre asuntos de trabajo. Segundos después llegó Isabel.
- ¿Han elegido que van a tomar? - preguntó Isabel sacando un boli del bolsillo dispuesta a anotar las cosas en la libreta que tenia en la mano.
- Si… ya elegimos - le respondió Marcela.
- Yo… traigame una dorada al horno, que hace mucho que no como pescado.
- ¿Algo mas?
- No gracias. Eso es todo por mi parte.
- Vaya… y luego la que se preocupa por lo que como soy yo ¿eh?
- Aunque digan que no, los hombres también se preocupan por su aspecto. Ahora vigilan más la dieta. - le dijo Isabel con complicidad.
- Pues yo voy a pedir una lasaña y… - pasó página para ver que más opciones tenía - y… otra dorada - dijo Marcela.
- ¿Y usted que va a tomar? - le preguntó a Pedro que estaba absorto en sus pensamientos.

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