miércoles, 27 de mayo de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 19

Pedro  miró nuevamente a Paula. Ella no paraba de morderse las uñas desde que habían montado en el coche. Estaba tan nerviosa que necesitaba hacer algo para distraerse y lo único que se le ocurría era morderse las uñas.
- ¡Estate quieta! ¡me estás poniendo nervioso! - dijo apartándole la mano de la boca.
- Es que estoy nerviosa.
Dio un frenazo y el coche se detuvo.
- ¿Por qué? ¿Qué te pasa? - dijo en tono preocupado.
- He tenido una pesadilla horrible y no me la quito de la cabeza. - dijo apartando la mirada.
- ¡Ah! Pensaba que era algo grave… - arrancó de nuevo el coche.
- Para mi lo es.
- Cuéntamelo.
- ¡No!
- ¿Por qué? ¿Que tiene de grave que yo no pueda saber?
Ella no contestó y él empezó a reírse.
- Jajajaja. Ya entiendo…
- ¿El que? - la miró asustada pensando que ya lo habría adivinado.
- Has soñado conmigo ¿no es cierto?
Ella se ruborizó y miró por la ventanilla para que él no lo notara.
- ¿Y donde estábamos? Quiero saberlo… ¿en la cocina?
Ella cada vez se ponía más roja.
- No… ¿en el dormitorio? …tampoco… es muy típico…
- ¡Ya te he dicho que era una pesadilla! - le interrumpió enfadada.
- Vale, vale… como tú digas - sonrió.
Pedro  estacionó  el coche en el garaje de las oficinas y los dos bajaron del coche. Ella caminaba delante de él. Él no podía evitar mirar como se contoneaba al andar. No dejaba de pensar en lo que Mai habría podido soñar sobre ellos dos. ¿Realmente sentía algo por ella o solo era una atracción? No, ella tenía novio y por lo visto les iba muy bien. Tenía que olvidarse de ella y pensar en otras cosas… Como en el trabajo… sus amigos… Sí, llamaría a Marcos  y a Marcela y saldría con ellos esa tarde, así podría distraerse.
Pero pronto cambió de opinión…
A la hora de comer, Pedro fue al despacho de Paula y se quedó en la puerta viendo como ella ordenaba los papeles que había en su escritorio y los guardaba en los archivadores. Golpeó la puerta ligeramente con los nudillos y ella levantó la vista.
- Vengo a proponerte algo.
- Dispara - dijo con las manos en la cintura.
- ¿Aceptarías una invitación para comer?
- ¿Tuya? Jajaja
- Veo que ha sido mala idea, lo siento
Se giró dispuesto a irse, pero las palabras de Paula lo hicieron volverse.
- ¡EY! Yo no he dicho que no, simplemente me a sorprendido
- ¿Eso es un si? - preguntó emocionado.
- Con una condición.
- ¿Cuál?
- Yo elijo donde almorzar.
- Hecho.
- ¿Estas lista?
- Recojo esto y nos vamos.
Minutos más tarde, los dos estaban sentados en el coche de él. Paula  le indicaba el camino que debían seguir y el acataba sus indicaciones.
- ¿Queda muy lejos el sitio?
- Como a media hora de aquí, pero merece la pena el viaje, porque ponen la mejor comida del mundo, ya verás como no exagero.
- Jajaja, eso es mucho decir…
- Ok, tú ríete si quieres… Pero terminarás dándome la razón.
Pedro estacionó el coche en la parte trasera de un edificio cuya fachada estaba un poco deteriorada. Nunca había estado el aquella parte de la cuidad, todo aquello era muy distinto a lo que él estaba acostumbrado. Dieron la vuelta al edificio y cruzaron la carretera hasta llegar al otro lado de la calle.
- Aquí es, hemos llegado.
- ¿Qué? ¿Vamos a comer aquí?

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