Durante el tiempo que llevaba trabajando en el restaurante, Paula había visto a muchos clientes. Altos, guapos, bajos… Por lo que había podido ver muchos traseros. Era en lo primero que se fijaba en un hombre. Pero hasta entonces ninguno como el que tenía ante sus ojos.
“¿Paula que estás haciendo? ¿Por qué miras el beep del hombre que mas te odia? ¡aleja de tu mente esa imagen! ¡basta! ¡no!” se decía.
- ¡No! - gritó en alto.
Pedro se dió la vuelta y la miró con el sándwich en la mano.
- ¿no que? ¿es que ya no tienes hambre?
- No… no es eso… - trago saliva - quería decirte que no hace falta que pongas muchos ingredientes.
- ¡Ah! Tranquila que ya está listo. - puso el sándwich en un plato, se acercó a la mesa y se sentó frente a ella.
Paula se le quedó mirando fijamente. Hasta ahora no se había fijado en sus ojos color miel, su nariz… perfecta y sus carnosos labios. Se mordió un labio y cogió el pan de molde con las dos manos.
- ¿Te gusta? - le preguntó él deseoso de saber el veredicto.
“¡Oh no! ¿se habrá dado cuenta de que no he parado de mirar su pompis descaradamente?” pensó.
- Esta bueno ¿verdad? Es mi preferido.
Entonces suspiró aliviada al darse cuenta de que él hablaba del sándwich y no de otra cosa. Tenía la boca llena asi que solo se limitó a asentir.
- Me alegro.- le sonrió - eres la primera persona que lo prueba - le confesó.
Paula terminó de tragar lo que tenía en la boca.
- ¿En serio? ¿tenias miedo de que murieran intoxicados? - se burló de él.
Él no contestó. Frunció el ceño y se puso de pie.
- Es que nunca he tenido la oportunidad de cocinar para nadie
- ¡Claro! - le dijo irónicamente
- ¿Por qué lo dices en ese tono? Es cierto.
- Pobrecito… - dio un mordisco al sandwich.
- Vamos, ¡di lo que estás pensando! - golpeó la mesa fuertemente con las dos manos. Pero Paula ni se inmutó.
- ¿Sinceramente? - lo retó.
- Si por favor.
- Primero me a sorprendido que sepas donde están los ingredientes. Los hombres como tú no se molestan en eso.
- ¿los hombres como yo? - repitió.
- Me vas a dejar hablar… ¿o me vas a interrumpir a cada palabra que diga? - se molestó.
- Lo siento. Continúa.
- Pero lo que más me a sorprendido es que sepas “cocinar” por que a esto no le llamo yo cocinar.
Pedro no estaba dispuesto a seguir escuchando más. Paula se estaba burlando de él y no era capaz de defenderse. Se acercó a la puerta y volvió a mirar a Paula enfadado.
- ¿Qué pasa? ¿te ha molestado lo que te he dicho?
- Pues no me a agradado precisamente.
- Me has dicho que fuese sincera. Pues eso es lo que he hecho. - le recordó.
Paula se levantó y llevó el plato al fregadero.
- La próxima vez recuérdame que no te lo pida.
- Ok - se acercó a él - haré como esas ricachonas que se limitan a sonreir y poner buena cara y luego cuando te das la vuelta te despellejan sin piedad.
- ¿a tí que mosca te a picado? ¡No por tener mucho dinero se es mala persona, como tampoco por tener poco se es buena persona! - dijo indignado.
- ¡Déjame decirte que por desgracia es así!
- ¿Tanta gente conoces como para haber llegado a esa conclusión?
- Por suerte o por desgracia he tratado con mucha gente. Hablo con conocimiento de causa. Trabajo en un restaurante por si no lo recuerdas - abrió la puerta y salió de la cocina.
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