jueves, 28 de mayo de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 21

Los dos se volvieron y Paula fulminó con la mirada a Juan.
- Lo siento, ni he podido evitar escucharlos - dijo encogido de hombros.
- ¡Tú a lo tuyo! Esta conversación es de dos - le regañó Paula.
- Perdón. No lo volveré a hacer.
Terminaron el primer plato, el segundo y ya estaban en el postre. Paula fue al baño y Pedro aprovechó para ir donde Paulo a preguntarle sobre Paula.
- ¿Te puedo preguntar algo? - le dijo
- Claro. Dispara.
- ¿Tú conoces a la familia de Paula?
- Paula no tiene familia.
- ¿Pero entonces porque has mencionado a su abuela?
- A su abuela la conocí, pero murió hace unos meses. Ya no tiene a nadie.
- ¿Y sus padres?
- Su padre las abandonó antes de que ella naciera. Era un desgraciado. Su madre murió cuando era pequeña. Su abuela fue quien la crió.
-No sabía nada.- le dijo sorprendido.
- Ya… me he dado cuenta…
En ese momento se abrió la puerta del baño y Paula  salió de dentro. Se acercó a ellos.
- ¿De que hablaban? - preguntó intrigada.
- Cosas de hombres… - dijo Juan guiñando un ojo a Pedro.
- Me estaba contando las novias que tuvo en su juventud.
- ¡Ah! Eso me lo has contado a mi muchas veces. Tenías a todas las mujeres loquitas por ti.
- Si… a todas menos a una… - los ojos se le entristecieron.
- Ella también te quería mucho, ya lo sabes.
- Si, si eso no lo dudo. Pero no como yo hubiera querido.
A Paula comenzaron a empañársele los ojos. La muerte de su abuela aún estaba reciente y recordarla la entristecía mucho, porque se daba cuenta de lo mucho que la echaba de menos.
Pedro al ver a Pau tan triste no pudo resistirse y la abrazó fuertemente. Paula  se agarró a él con fuerza. En ese momento lo que más necesitaba era un abrazo, aunque fuese el de él.
Pasaron así unos minutos. Cuando él vió que Paula  estaba un poco más calmada se separó un poco de ella, pero sin soltarla, y le preguntó:
- ¿Estás bien? - le dijo acariciándole una mejilla.
- Si…
- ¿Quieres que vayamos a dar un paseo?
- Si…
- ok, ¿Cuánto te debo? - le preguntó a Juan.
- Nada, invita la casa.
- ¡Como crees! Dime cuanto es.
- Invita la casa - le dijo de nuevo.
- Muchas gracias.
Paula reaccionó y se separó de Pedro. Él la cogió de la mano y salieron del lugar. A pesar de que tenían coche, caminaron a través de las calles. Paula caminaba mirando al suelo y él contemplaba los viejos edificios.
- Gracias - consiguió decir ella deteniéndose y mirándolo a los ojos.
- No tienes porque dármelas, solo hice lo que sentía.
- ¿Y que sentías? - preguntó con curiosidad.
- Sentía que necesitabas el abrazo de unos fuertes brazos como los mios
Paula  sonrió y le pegó en el brazo.
- ¡Oye! ¡eso no me lo esperaba! - dijo frotándose donde Paula  le había pegado.
- ¿No? - le sonrió picaramente - ¿y que esperabas?
- Umm.. - dijo pensativo - ¿Qué tal la tregua que te propuse?
- Bueno. Acepto.
Pedro le tendió la mano, pero Paula  en vez de eso le besó en la mejilla y siguió andando.

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