Paula se despertó temprano. Salió de la cama, abrió la ventana y apoyó los codos sobre el alféizar para contemplar el paisaje que se veía desde su habitación.
Pedro estaba en la cocina terminando de desayunar mientras ojeaba el periódico. Le gustaba estar informado sobre lo que pasaba a su alrededor, eso, o que había visto tantas veces a su padre leer el periódico mientras desayunaba que él también lo había tomado por costumbre.
Se quitó el pijama y entró en el cuarto de baño para darse una ducha y despejarse un poco. A pesar de lo mucho que había cambiado su vida en las últimas 24 horas, esa mañana estaba contenta. Ya nada iba a ser como antes y no tenía más remedio que aceptarlo.
Cuando terminó de desayunar, dió un último repaso al periódico y salió de la cocina camino del cuarto de Paula.Eran las 8:15 y si querían llegar a la hora a la oficina tendrían que darse prisa.
Paula estaba aclarándose el cuerpo mientras cantaba una de sus canciones preferidas. Cuando estaba contenta siempre cantaba. Sobre todo bajo la ducha.
Pedro llegó a la puerta del cuarto de Paula. Iba a llamar cuando le pareció oír hablar a alguien. Obviamente tenía que ser Paula. Pegó la oreja a la madera para poder escuchar mejor. No estaba hablando… estaba cantando… y no lo hacía del todo mal. Se decidió a llamar, pero no obtuvo respuesta. Quizá ella no le quisiese hablar. Tocó nuevamente, pero nada. presionó el picaporte y abrió la puerta. Ella estaba en el baño, por eso no le había oído. Vió la cama deshecha y el pijama sobre las sábanas.
Paula se enrolló la toalla al cuerpo y salió del baño para vestirse. Iba dejando rastros de agua a su paso porque aún no estaba seca.
- Solo mi amor arriesga tú corazón despertarás mi corazón… despertarás mi pasión… - iba cantando de camino al armario.
- No sabía que supieses cantar tan bien - le dijo con una sonrisa.
- ¡largo! ¡vete! - dijo asustada.
- Venía a avisarte de que tienes el desayuno listo. Dentro de 15 minutos salimos. Date prisa - y cerró la puerta de un golpe.
Paula se sentó en la cama. Y puso una mano sobre su pecho. Tenía la respiración agitada
y el corazón le latía muy fuertemente. ¿la habría visto en la ducha? No, imposible. La puerta estaba cerrada. ¿Qué hubiese pasada si hubiese salido sin toalla? Un escalofrío recorrió su cuerpo. Se puso de pie, se vistió y bajó a desayunar.
Cuando llegó a la cocina vió sobre la mesa una jarra de zumo, un vaso, un plato con tostadas, una taza de café y un estrecho jarrón con una rosa roja dentro. Terminó de desayunar y dejó todo sobre el fregadero. Volvió a la mesa y tomó la rosa para olerla. En ese momento entró Adela con un montón de ropa doblada entre los brazos.
- Buenos días señorita - la saludó sonriente.
- Buenos días - respondió - llámeme Paula por favor.
- ok, señorita Paula.
- No, no. Solo Paula.
- Bien pero tendré que acostumbrarme.
- ¿le puedo tutear? - le preguntó ella esta vez.
Adela asintió con la cabeza.
- Gracias por el desayuno, estaba muy rico.
- Me alegra que le haya gustado, pero no es a mi a quien tiene que agradecérselo.
- ¿A no? ¿es que hay alguien más que trabaje aquí? - preguntó sorprendida.
- Sólo el chofer y el jardinero, pero ellos apenas pisan la cocina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario