viernes, 22 de mayo de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 1

Paula cerró la puerta y se recostó sobre ella.  Suspiró y cerró los ojos "por fin en casa" pensó. Se quitó los zapatos y dejó el bolso sobre el sofá.
Fue a la cocina y abrió la nevera. Una lata de anchoas y un par de cervezas era todo lo que encontró, "genial" se dijo. Desde que su abuela había fallecido unos meses atrás su vida era un auténtico desorden; montañas de ropa para planchar, la cama sin hacer y facturas que pagar.
El teléfono interrumpió la elección entre las anchos y la cerveza.
- ¿Si? - contestó.
- ¡Pau! Por fin te encuentro, ¿aceptarías una invitación para cenar?
- Hola Carlos. La verdad es que no tengo más remedio, mi heladera  está más vacía que la playa en invierno.
- Jajaja., ok. Encargo unas pizzas y voy para allá.
- Ok, te espero.
Paula cerró la nevera y miró a su alrededor. Sabía que Carlos no tardaría en llegar, la puntualidad de su amigo era excesiva, a veces hasta irritante. Recogió los platos y cubiertos secos que había dejado para que se secasen después de fregarlos, fue al salón y cogió todo lo que estaba fuera de su sitio y lo tiró sobre su cama. Al menos asi, la casa tendría mejor aspecto.
Sonó el timbre y fue a abrir.
- He traído unas películas también, asi no nos aburriremos tanto.- dijo entrando dentro
- Gracias por la parte que me toca.
- ¡Ya sabes que es broma tonta! Pero el videoclub pillaba de camino y…
- Voy por unos platos - le interrumpió ella
- ¡si que tienes hambre!
- Más que hambre es cansancio. Tengo los pies que no los siento. - se quejó.
- Entonces siéntate que yo traigo todo lo de la cocina.
- Gracias, eres un sol. - le sonrió
- ¡Lo se! Pero me encanta que me lo digas.- le confesó el
Carlos cogió platos, vasos, cubiertos y servilletas de la cocina. Se sentaron en el sofá y empezaron a cenar en silencio. Hasta que Carlos empezó a hablar.
- ¿Qué tal en el trabajo? ¿mucha gente? - dio un mordisco a la pizza.
- ¡Caos total! El local estaba a rebosar. La nevera se estropeó y toda la comida que había dentro se ha echado a perder. Los clientes no paraban de venir y no dábamos a vasto. Entre la nevera y atenderlos a ellos no he podido ni respirar.
- Se que ya te lo he dicho otras veces pero…
- ¡No! - le interrumpió - ya me has ayudado bastante como para que encima tú papá me de trabajo. Gracias pero no podría aceptarlo.
- ¿Por qué eres tan orgullosa?
- No es orgullo, simplemente…
- Simplemente eres una terca que no se deja ayudar. - replicó él
- Carlos no tengo ganas de discutir, mi respuesta es NO y punto final.
- Ok, entonces te ayudaré con esto - cogió la correspondencia que había sobre la mesita y empezó a mirar - factura… factura.. fac… ¡ey! ¿Qué es esto? Es de una notaría.
- ¿Una nota que…? - le quitó el sobre de las manos y lo abrió. Comenzó a leer su contenido.
A medida que iba leyendo la carta, los ojos se le iban abriendo como platos.
- Pau ¿Qué ocurre? ¿Qué has hecho esta vez?
Cuando hubo terminado de leer, extendió el brazo y le entregó la carta a Carlos.
- ¡Necesito una cerveza!! - fue a la cocina dejando a Carlos en el salón leyendo.
De un trago se bebió la primera cerveza. Pero no era suficiente, abrió la segunda y se la terminó de otro trago. Apoyó sus manos en la encimera y se quedó quieta sin saber que hacer.
- ¿Qué piensas hacer? - dijo entrando en la cocina
- No tengo ni la más remota idea - dijo sin mirarlo.

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