sábado, 23 de mayo de 2015

Delicioso Amor: Capítulo 4

- ¡Eso es una locura! - dijo tras escuchar las palabras del abogado.
- ¿Cómo es posible que una desconocida llegue aquí y se lleve más bienes que la propia hija del difunto? - dijo la mujer - ¡es inadmisible! ¡contrataré aun abogado! Esto no va a quedar asi… - de la misma se puso en pie y salió de la sala seguida por su esposo y su hijo.
-Disculpe a mi hermana señorita Chaves - dijo el hombre que estaba frente a ella - no creo que haga nada de lo que ha dicho, se le va la fuerza por la boca - dicho esto se levantó - gracias por todo abogado - le dijo mirándolo.
- Solo cumplo con mi trabajo - le respondió mientras recogía los papeles que había sobre la mesa y los guardaba en un maletín de cuero marrón.
- Pedro ¿quieres que te lleve a casa? - esta vez miró al joven que aún estaba sentado junto al abogado.
- Gracias tío pero he traído mi coche nuevo, no hace falta.
- Como quieras - le dijo. Miró a Paula y le tendió la mano.
Paula se puso de pie y ambos se estrecharon las manos.
- Un placer haberla conocido, ojala hubiera sido en otras circunstancias
- Para mi también a sido un placer - le respondió con una media sonrisa.
El señor salió de la sala seguido del abogado, que para entonces ya había recogido todo. Paula  se disponía a hacer lo mismo cuando notó que una fuerte mano la agarraba del brazo impidiéndole avanzar hacia el pasillo. Ella se giró y vió que Pedro estaba detrás de ella observándola con una mirada llena de odio.
- ¡Suélteme!! - gritó ella intentando soltarse. No le gustaba que la tocasen, y menos alguien que ni siquiera conocía.
- ¡NO! Al menos hasta que me escuche - dijo él - tal vez mi tía no haga nada para impugnar el testamento ¡pero yo sí!¡si cree que va a salirse con la suya está muy equivocada!!
Paula veía como su enfado iba en aumento a cada palabra que decía
- ¿Salirme con la mía? ¡no se a que se refiere! - se intentó defender ella - ¡suélteme ahora mismo o empiezo a gritar!
- ¡No se haga la inocente! ¡su única intención en quedarse con todo pero ya me encargaré yo de que no sea así! - la soltó y se fue de allí.
Paula  se quedó paralizada. ¿Por qué le había acusado de esa manera? ¿Por qué la había tratado así cuando ella no había hecho ni dicho nada? Se dijo que era una tonta por haberse metido en la boca del lobo. Tenía unas ganas enormes de tirarse al suelo y llorar, llorar hasta no tener más fuerzas, hasta descargar todo lo que tenía dentro y no podía expresar con palabras.
Malhumorado Pedro se sentó en el asiento del conductor de su coche. Estaba enfadado con ella. ¿Cómo se atrevía a ir allí solo para hacerse con la herencia de su abuelo? ¿es que no tenía moral? ¿Quién seria? Ni siquiera la había visto nunca. ¿de que conocería su abuelo a esa chica joven y atractiva?
¿Joven y atractiva? “¡NO!” se dijo. Él tenía que evitar por todos los medios pensar en ella como mujer, la tenía que ver como su enemiga. La que iba a arrebatar en un mes todo lo que su abuelo logró con trabajo y esfuerzo durante años.
Pero en vez de eso, Paula  salió del la sala y caminó por el pasillo que llevaba hasta la puerta de salida. Después de despedirse de la secretaria salió, cogió el ascensor y bajó los seis pisos. Cuando llegó al portal, tomó aire, cerró los ojos y se dijo para si que todo había sido una pesadilla y que dentro de poco despertaría de ese mal sueño. Pero para su desgracia todo había sido real.

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