Entre Dos Hombres Parte 2: Capítulo 26

-Está bien, les contaré la verdad. Un guardia de seguridad me contó que le habían dado una buena propina para que se marchara y os dejara solas una noche de verano -explicó Pedro-. Mi hermano es tan simple que me extraña que sigas con él, Camila.
-Tiene sus cosas buenas...
-Obviamente no en su gusto con la ropa - mirando sus vaqueros y su camiseta negra. -No sé qué me molesta más, si haber descubierto a Paula  besando a mi hermano o que me confundiera con un tipo tan mal vestido.
-Oh, mira el chico elegante. ¿Sigues comprando revistas de moda para conocer las últimas tendencias? -se burló aAgustín.
-¿Siempre se comportan de ese modo? -preguntó Paula a Camila.
-Siempre. Pero si a alguien se le ocurre criticarlos, se mete en un buen problema.
Agustín se volvió hacia su esposa y dijo:
-Exacto. Solo yo puedo llamar pomposo y arrogante a mi hermano.
-Y yo -dijo Paula.
-Ah, sabía que me ibas a caer bien -intervino Camila-. Ya veo que has descubierto que en el fondo, Pedro tiene un corazón. No es solo la fachada que se ve.
-Pues a mí me gusta su fachada -dijo Paula.
-Te comprendo. A mí me pasa lo mismo con Agustín.
Agustín se cruzó de brazos y miró a su esposa.
-¿Y bien? ¿Vas a disculparte por haber creído que le conté a Pedro lo del centro comercial?
Pedro lo miró, divertido.
-Veo que te he causado muchos problemas, hermanito...
-Y tantos. He tenido que tomarme un día libre y traer a Camila a esta casa solo para que le digas la verdad.
-Oh, vamos, no ha sido por eso. He insistido en venir porque quería conocer a Paula - dijo Camila.
-¿Qué? -preguntó Paula-. ¿Por qué?
-Porque llevamos mucho tiempo esperando este momento -respondió la mujer-, ¿Es que no te has dado cuenta de la cara de celos que ha puesto cuando te ha visto con Agustín? No me lo habría perdido por nada del mundo.
-¿A qué te refieres? ¿A su cara? Camila se sentó en un sofá y se cruzó de brazos.
-No, me refiero al momento en que una mujer conseguiría volverlo completamente loco. Y esa mujer eres tú -dijo Camila-. Me alegro mucho de conocerte.
Cuando Pedro imaginó que llevaba a Paula al parque de atracciones, imaginó que se tomaban de la mano, que se divertían juntos, que tomarían algo y que se besarían todo el tiempo en los lugares más recónditos. Imaginó risas, carcajadas y amor.
Pero desde luego no había imaginado que acabaría sentado junto a su hermano gemelo y su embarazada cuñada.
Una cita doble en un parque de atracción-comentó Paula, a última hora de la tarde mientras degustaban unos helados en una mesa-.Esto es tan...
-¿Fabuloso? -preguntó Camila.
-¿Horrible? -preguntó Agustín.
-¿Vulgar? -preguntó Pedro.
-Inesperado -respondió Paula, riendo.
-No salía con mi hermano desde que estábamos en la universidad, con aquellas hermanas gemelas de la clase ciento uno -dijo Agustín.
-Oh, no cuentes eso -protestó Pedro.
-Me lo debes por la canallada del centro comercial.
-Di una sola palabra y le contaré a Camila lo de Penny Marsden.
-¿Penny Marsden?
Agustín gimió.
-Pero si entonces estábamos en el colegio...
-No me digas que Agustín era tan donjuán como tú -intervino Paula-. ¿Los dos perdieron la virginidad a los catorce años?
-¿A los catorce? -preguntó Camila.
-No, yo no. Por una vez, él hizo algo antes que yo -respondió Agustín, a regañadientes-.Yo lo hice por primera vez a los dieciséis.
-Y eras todo un tipo, según me ha contado Pedro. Sobre todo, estrellando coches.
-¿Coches? -preguntó Camila, con curiosidad-. ¿En plural?
-Sí, al parecer hacía carreras por las calles -contestó Paula.
-¿Carreras por las calles? Vaya, Agustín Alfonso, y luego dices que nunca conduces deprisa...
-Hermano, eres hombre muerto -espetó Agustín, mirándolo con cara de pocos amigos.
Pedro se levantó y tiró su servilleta a la papelera.
-Paula, ¿te apetece que nos subamos otra vez a la montaña rusa? Paula asintió.
-Sí, creo que correremos menos peligro que aquí.