- Pero… ¿estás segura de que quieres ir sola? - preguntó Carlos con insistencia.
- Por vigésima vez te digo que si. Tengo que ir sola, además no va a pasarme nada.
- Ya pero no se… preferiría acompañarte - dijo manifestando así su preocupación.
- Cuando salga te llamo ¿ok? No te preocupes, se cuidarme.
- Lo sé. Espero tu llamada. - y colgó.
Paula bajó del autobús y se dirigió a la notaria que estaba dos calles más allá de la parada. La carta que recibió dos días atrás iba a cambiar su vida completamente, pero eso ella lo ignoraba.
El corazón le latía tan fuerte que parecía que se le iba a salir por momentos. El cuerpo le temblaba y una única pregunta le rondaba por la cabeza… ¿Qué seria lo que iba a encontrar allí? Esa noche no había pegado ojo por la preocupación. Hubiese querido tener a alguien que la abrazase y le dijese que no pasaba nada, que la iba a proteger para no ser lastimada.
Minutos después se encontraba frente a un edificio alto y lujoso. Con paso firme entro en el, subió al ascensor y llegó a la sexta planta. Había tres puertas, una de ellas estaba entreabierta. En ella se podía leer un letrero que decía: “notaria“.
Al entrar una secretaría le atendió indicándole a donde debía dirigirse. “Segunda puerta a la derecha” se dijo recordando sus palabras. Dio un ligero golpe en la puerta con los nudillos, presiono el picaporte y la puerta se abrió.
Era una sala rectangular. En el centro había una larga mesa rodeaba de seis personas que la observaban sentadas detenidamente. El silencio era algo incómodo, pero un hombre se puso de pie y lo deshizo.
- La señorita Chaves supongo.
Paula asintió con la cabeza.
- Pase y siéntese. La estábamos esperando.
Paula cerró la puerta y se sentó en la única silla que faltaba por ocupar. Dedujo que aquel hombre debía ser el abogado, pues no conocía al resto de personas que estaban en la sala.
- Bien… ya que estamos todos podemos empezar - dijo el hombre - como todos saben estamos aquí con motivo de la lectura del testamento del señor Alfonso, fallecido recientemente.
“Alfonso” ese apellido le resultó familiar a Paula, pero no lograba acordarse donde lo había oído.
- Por favor, vaya al grano. No tengo todo el día - se apresuró a decir la mujer que estaba al lado de Pau.
- Esta bien. Pasaré a leer la repartición de la herencia.
- ¡Déjese de tonterías y hable de una vez! - volvió a quejarse la mujer.
- La casa de la sierra será para el señor y la señora Cáceres, así como un 20% de las acciones de la empresa familiar. En cuanto a su hijo, este recibirá 20.000 Є y tendrá un puesto en uno de los hoteles de la cuidad.
- ¿puede especificar el puesto? - preguntó uno de los jóvenes que estaba allí.
- por supuesto, disculpe mi olvido. Será uno de los directores.
- ¡Que bien! Mi hijo director de hotel, ¡me encanta la idea!
- Para el señor Alfonso el centro comercial de Valle de Bravo y un 10 % de las acciones
- Para usted joven… - miró a la persona que estaba sentado junto a él - la actual residencia del señor Alfonso un 35 % de las acciones.
- ¿y para esta? - dijo la mujer mirando por encima del hombro a Paula con aire de superioridad.
- Y finalmente… para la señorita Chaves,un 35 % de las acciones restantes y la residencia del señor Alfonso.
- ¡Pero eso no puede ser! ¡la casa me la dejó a mi! - dijo enfurecido el joven.- ¡debe haber una confusión!
- No. No la hay. Lo que ocurre es que su abuelo puso como condición que ambos viviesen en la misma casa durante un mes antes de poder heredarla. Pasado ese tiempo pasarían a ser propietarios de la misma.
Wowwwwwwwwwww ya me encantó!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuy buen comienzo! cómo será esa convivencia!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGUAUUUUUUUUUUUUUUU se esta poniendo buena
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