domingo, 5 de abril de 2015

El Simulador: Epílogo

Pedro  cargó la madera en la parte de atrás de la camioneta: algunos tablones de dos por cuatro que le habían sobrado de un trabajo anterior.
Le había prometido a Felipe que llevaría a casa materiales para construir un fuerte en el roble grande, cerca del arroyo. Pasaron una hora deliciosa, haciendo planes la noche anterior. Felipe quería una cuerda y un poste para cuando tuviera que escapar con rapidez.
Tendrían que ir a la ferretería al día siguiente, pero tenían lo suficiente para comenzar esa noche. Aseguró su carga y comenzó el corto viaje de vuelta a casa.
Había dejado a Paula  esa mañana como de costumbre, despacio y con desgana. Ella le anticipó que iba a pintar y que después Cecilia  y los niños vendrían a comer.
Después de la comida, los chiquillos irían a jugar en el arroyo mientras las mujeres preparaban tartas y pasteles para la comida familiar del cuatro de Julio.
Él y Paula harían la fiesta en su casa ese año. Su casa. Pedro repitió las palabras para sí. Le gustaba cómo sonaban.
En realidad no habían tardado mucho en llevar las cosas de Paula  a la casa y sólo un día o dos en hacer los arreglos para la boda. Cecilia, Paula, Ana y Carolina habían congeniado de inmediato; fueron a San Francisco un día y dejaron a todos los niños con Agustín  y Pedro. Cuando volvieron traían provisiones y vestidos, después Pedro casi no vió a Paula en dos días.
Al final se casaron en la iglesia de Clover Creek. Paulaestaba hermosa y dulce, como siempre, con un vestido de color claro. Sus padres volaron desde Georgia; nunca entendieron muy bien lo que había ocurrido y todo aquello les pareció demasiado repentino.
Alejandra lloró durante toda la ceremonia, tal vez de pena por Guillermo Semple. La señora Weaver trató de consolarla.
Después de la boda, Ana lloró, abrazó a Paula y a Felipe y dijo que era muy afortunada porque tenía otra querida hija y un nieto.
Luego Cecilia y Carolina también lloraron y todas las mujeres se abrazaron. Agustín y Pablo  le dieron palmadas en el hombro, y Sofía, que estaba sentada al lado de Carson Fuller, le hizo una seña a Pedro para que se acercara y le susurró al oído que en realidad había logrado salir del atolladero oliendo a rosas.
- Sofía: Tienes suerte.
Él le respondió que lo sabía. De hecho, se sentía más afortunado cada día. Cada mañana, cuando despertaba con Paula acurrucada a su lado, tibia y suave, y cada vez que alguien decía que Felipe se parecía a él.
Pedro giró en el camino de tierra, pasó un letrero nuevo de cedro que decía FAMILIA ALFONSO: Pedro, Paula, Felipe y tenía mucho espacio para añadir más nombres. Condujo por la arboleda de robles y por el puente del arroyo hasta la casa. Vió a Pedro, el gato, que dormitaba en el porche.
Apenas acababa de bajar de la camioneta cuando Felipe llegó corriendo desde un costado de la casa. Estaba como todos los días últimamente: lleno de tierra y mojado por haber estado en el arroyo, con las gafas manchadas que casi se le caían y moviendo la cabeza de arriba abajo al correr. Se lanzó hacia Pedro desde donde estaba y éste lo atrapó con facilidad y se lo acomodó en la espalda.
- Felipe : ¡Mamá! -. Gritó con alegría Felipe cuando Pedro subía por la escalera del porche.
Pedro pudo oír que Paula respondía desde la cocina mientras abría la malla de la puerta y entraba en la casa.
- Felipe: ¡Ya ha llegado papá!



FIN

3 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyyyy, qué hermosura esta historia Naty!!!!!!!!!! Me fascinó!!!!!!!!!!!!

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  2. Hermosa historia! Tan dulce! El final impecable! Me encantó!

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  3. hermosa historia... super tierna !! me encanto el final !!

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