viernes, 3 de abril de 2015

El Simulador: Capítulo 22

Pedro hundió de golpe otro clavo. No quería perder a Paula Chaves. Debía pensar en algo. Se olvidó por un instante de la preocupación y miró a su alrededor. Podrían terminar de poner los soportes esa tarde y le quedaría tiempo para darse una ducha y cambiarse antes de salir para la comida con Paula.
Paula salió del trabajo a toda prisa, recogió a Felipe en la guardería y se cambió de ropa tan rápido como le fue posible. El guiso había estado cocinándose en una cacerola todo el día. Lo movió y se puso a preparar unos brownies.
El apartamento se llenó del aroma de chocolate horneado. Sonó el timbre. Era Pedro García. Ella se quedó inmóvil un momento y sólo lo miró. Resultaba evidente que acababa de afeitarse y olía a limpio, a jabón.
- Pedro(entregándole un paquete con pollo): ¿He llegado muy temprano?
- Paula: no, llega justo a tiempo.
- Felipe (sin nervios y sin preámbulo alguno, lanzándose sobre Pedro): ¡Soy Supermán! ¡Taraaaa!
- Pedro (levantándolo y poniéndolo de cabeza): ¿Dónde está Felipe? Paula, ¿Ha visto a Felipe?
Paula rió y Pedro y el niño también lo hicieron y eso ayudó a romper el hielo. Decidieron colocar dos mesas en el patio que, para su sorpresa, el señor Jacobsen había podado para la ocasión. Pareció avergonzarse un poco cuando Paula lo felicitó por tan buen trabajo.
- Paula: el patio ha quedado adorable-. Y no fue una mera alabanza. Las lilas florecían y el césped tenía un aroma de recién cortado.
Los vecinos llevaron sillas de sus apartamentos y se sentaron en torno a las mesas. También prepararon ensalada de col, pan de maíz, galletas y una hielera repleta de sodas.
El señor Jacobsen sorprendió a todos al preparar una deliciosa berenjena parmesana y al llevar dos botellas de vino. Comieron, rieron y charlaron. Dieron las ocho de la noche antes de que terminaran de limpiar y Pedro se puso a la tarea de instalar las cerraduras. Cuando terminó los cinco apartamentos tenían nuevas y relucientes cerraduras de seguridad y unas mirillas.
- Paula: ¿cómo ha aprendido a hacer todas esas cosas? -. Le preguntó mientras lo veía taladrar y trabajar.
- Pedro: supongo que es por crecer en una granja.
- Paula: bueno, pues si la psicología no le resulta, siempre podrá encontrar trabajo como carpintero.
- Pedro: ¿Ya se ha dormido? -. Estaba guardando sus herramientas y quitándose el cinturón de carpintero cuando Paula salió de la habitación de Felipe.
- Paula: está en el mismo lugar donde usted lo colocó-.Pedro había llevado a Felipe en su espalda por la escalera hasta su habitación y después bajó a buscar sus herramientas-. No lo he movido, solo le he quitado las gafas y los pantalones vaqueros. - Se sentó en el sofá y se retrepó entre los cojines-. Ahora quiere usar pantalones vaqueros todos los días. Como usted.
Pedro se mostró complacido y se sentó a su lado en el sofá.
- Pedro:  Paula, pienso que Felipe es un gran chico-. Y estuvo a punto de hacer otro comentario, pero se contuvo y suspiro. Miró el apartamento-. Aún no puedo creer lo que ha hecho en apenas una semana ,no parece ser el mismo lugar. Y las pinturas que hizo son fantásticas.
- Paula: creo que me siento exactamente como si hubiera vuelto a nacer -. Miró a Pedro directo a los ojos y no se sintió tímida en absoluto-. Gracias.
Entonces Pedro la besó. Paula ni siquiera se sorprendió. Todo indicaba que eso era lo que tenía que pasar. La tocó nada más que con los labios, luego se inclinó y la besó con dulzura y suavidad. Ella le devolvió el beso y en ese momento él la atrajo hacia sí, envolviéndola en sus brazos firmes y fuertes y Paula se aferró a él tal y como lo había deseado desde el día en que se sentó a su lado en la roca y sintió aquel hombro al lado del suyo. No supo cuánto tiempo permanecieron así.
Por fin quedaron sentados, la una junto al otro, la cabeza de Paula contra el pecho de Pedro, anidada en el hueco entre la mandíbula y el cuello. Podía escuchar el corazón de él latir con fuerza y regularidad.
- Pedro: Paula- Ella sintió la voz vibrar a través del pecho-, tengo que decirte algo.
Ella se retiró un poco y lo miró. El tono que él había usado la hizo sentir incómoda de pronto.
- Paula: ¿de qué se trata?
Él la observó por un minuto y debió haber percibido la incertidumbre en su rostro. Los ojos de Pedro se suavizaron y volvió a acomodarle la cabeza contra su hombro.
- Pedro: nada, todo está bien.
Poco después Pedro se marchó. Cuando llegó a la puerta le dio un largo abrazo y la besó en la mejilla. Paula cerró con llave cuando él salió. Volvió a sentarse en el sofá y pensó que sabía lo que él había estado a punto de decirle: que todo iba a terminar.
Se enfrentó al hecho que había estado tratando de evitar con todas sus fuerzas. Pero si iba a terminar, ¿por qué la había besado? Aquel beso no parecía el de alguien que pretende alejarse. Paula suspiró, se levantó y se dispuso a irse a la cama. "Incluso si sucede lo peor y después de la última consulta no lo vuelvo a ver... al menos aún tengo algo de tiempo".
Tenía una semana más antes de que todo terminara, y , con una fiereza que le sorprendió, decidió que sin importar lo que pasara después de eso, iba a aprovecharla.

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