domingo, 5 de abril de 2015

El Simulador: Capítulo 29

La silla se atoró en la puerta. Por fin, el hombre que estaba sentado en ella, con un traje elegante, con el rostro enrojecido y maldiciendo, se puso de pie y pasó por la puerta al tiempo que empujaba con el pie la silla de vuelta al pasillo.
- Gabriel: ¡¿Qué diablos pasa aquí?! -. Casi rugió -. ¡No han hecho nada de la reconstrucción! -. El rostro se le oscureció y una arteria en su cuello comenzó a pulsar encima de la corbata-. ¡¿Dónde está el contratista que se supone que está a cargo de este fiasco?!
- Pedro: Ese soy yo.
El agente Ronald Turpin se volvió hacia el hombre del rostro enrojecido.
- Ronald: ¿Es usted Gabriel García?
- Gabriel: ¡Sí, yo soy Gabriel García!, ¡¿Quién diablos es usted?!
Así terminó todo. Sofía logró por fin tomar su bolso y su tabla con sujetapapeles mientras el agente del fisco leía al verdadero doctor García sus derechos. Angela Vazquez estaba en el teléfono preguntando por el reportero.
Sofía despidió a los fontaneros y les explicó que el trabajo se había cancelado.
- Sofía: Envíenme su cuenta -. Les tranquilizó -. Y la pagaremos. No creo que el doctor García vaya a terminar esta reconstrucción.
Carson Fuller le guiñó el ojo cuando ella salía. Carson nunca había visto una refriega semejante fuera de un juego de hockey. La habitación quedó vacía al final, salvo por el agente Turpin que todavía revisaba como loco los expedientes.
Había llamado al departamento de policía de San Francisco después de que García tratase de golpearle. Enviaron a algunos oficiales jóvenes para detener a García hasta que se presentara en el tribunal, pero en el último minuto se desviaron a un hospital porque García se quejó de dolores en el pecho.
También Angela Vazquez se marchó, pero sólo después de que los policías amenazaran con llevársela a ella también si no lo hacía.
- Angela: ¡Quiero ver que lo castiguen! -. Gritó mientras la escoltaban hacia afuera.
- Ronald: Me temo que tendrán que marcharse, caballeros -. Ordenó a Carson y a Pedro-. Este sitio está cerrado para todos, salvo para los agentes del gobierno de Estados Unidos.
Pedro no dijo nada, solo tomó su chaqueta de pana y se encaminó a la puerta.
- Carson: ¿Quiere tomar una taza de café?
- Pedro (encogiéndose de hombros): ¿Por qué no?
Pedro le contó a Carson el resto de la historia. Que había perdido a Paula Chaves y que se había marchado con Guillermo Semple. El hombre se quedó allí, sentado, moviendo la cabeza.
- Pedro: Ya debe de haber cruzado medio país.
- Carson: Tal vez no.
Pedro  sintió que el corazón le daba un vuelco de esperanza.
- Pedro: Pero si se marchó hace dos días.
- Carson (encogiéndose de hombros): ¿Trató de encontrarla?
- Pedro (negando con la cabeza): No creí que quisiera verme.
Entonces Carson movió también la cabeza.
- Carson: Muchacho, esas ideas no te llevarán a ninguna parte. Por lo menos encuéntrala y dale la oportunidad de mandarte al diablo en persona. ¿No crees que se lo debes? Además por lo que me contaste, creo que es probable que ella ya esté lamentando haberse marchado con ese palurdo.
Pedro  vislumbró una leve esperanza y decidió aferrarse a ella.
- Carson: Me parece que no sería muy difícil encontrarla, habría que comenzar con los sitios en los que alquilan camiones de mudanzas y buscar a cualquiera con un permiso para conducir de Georgia. Luego hay que preguntar en los hoteles que estén en el camino.
- Pedro: Le pagaré lo que me pida, ¿Me ayudará?
Esperó casi la respuesta sin respirar. El investigador lo miró, luego su rostro se plegó en una sonrisa.
- Carson: por supuesto muchacho, claro que te ayudaré.
Les bastaron unas cuantas horas, no días. Pedro y Carson se dirigieron a la oficina de éste, encendieron el ordenador, entraron en las páginas amarillas de Internet, buscaron "alquiler de camionetas" y delimitaron la búsqueda.
Luego se dieron a la tarea de hacer una serie de llamadas. Por fin, Carson tuvo éxito. Encontró a la empresa que había alquilado la camioneta después de hacer sólo cinco llamadas.
El dueño se mostró muy dispuesto a cooperar cuando supo que no eran amigos de Guillermo Semple. Les reveló que Paula Chaves se encontraba en el Hotel Seis en Novato, no muy lejos de la ciudad. Todo el tiempo Paula había estado frente a las narices de Pedro.
Pedro  estrechó con fuerza la mano de Carson Fuller y se dirigió a Novato con la esperanza de no llegar demasiado tarde.
En aquel momento se encontraba estacionado a media manzana de distancia y observaba cómo Paula , Felipe y  Guillermo Semple, que tenía un cuello grueso que sobresalía aún más debido a la apretada camisa, cambiaban las cosas de una camioneta a otra. Por fin llegó el momento que Pedro  había esperado. Guillermo Semple entró en su habitación del hotel y cerró la puerta. Paula y Felipe entraron en el cuarto de al lado.

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