sábado, 4 de abril de 2015

El Simulador: Capítulo 27

El Miércoles por la noche, casi a las once, Paula marcó el número del doctor García y dejó que sonara tres veces antes de colgar. ¡Vaya que había sido un día largo y difícil! Llevaba dos días prácticamente secuestrada en el Hotel Seis.
GuillermoSemple montaba guardia en el cuarto contiguo; se asomaba cada vez que ella salía a la máquina de hielos o bajaba la escalera para dirigirse a la lavandería. Él tenía tanta prisa por marcharse que Paula se vió obligada a llevarse una enorme bolsa para basura llena de ropa sucia que estuvo lavando toda la tarde en el hotel.
En ese instante, mientras Felipe dormía y ella intentaba llamar por teléfono, llegó a pensar que Guillermo podía ver a través de las paredes y enterarse. Aunque fueron novios en el Bachillerato, casi no reconocía a aquel hombre tan severo. Sin embargo, lo que sí le quedaba muy claro era que a Guillermo Semple lo había elegido su madre, ya que lo había enviado para buscarla y llevarla de vuelta a casa.
La misión tuvo un inicio más que desafortunado y ahora estaba estancada. El Martes por la mañana Guillermo quería marcharse de inmediato, pero cuando terminaron de cargar la camioneta fueron a la guardería a pagar lo que se debía y luego al banco a despedirse y cerrar la cuenta de Paula, y se les hizo tarde. Salieron de San Francisco, pero tan pronto como se encontraron al norte del Golden Gate, Felipe se quejó de un dolor de estómago.
- Guillermo: No tiene nada, vámonos ya.
Sin embargo, Paula discutió con él.
- Paula: Son casi las cuatro de la tarde, pasemos aquí la noche y ya mañana nos iremos muy temprano.
Guilermo le replicó que era fácil para ella decirlo porque no iba a pagar el hotel; entonces Paula le preguntó quién iba a pagarlo y él se puso rojo cuando tuvo que admitir que la madre de Paula le había dado quinientos dólares para el viaje.
Claudicó con un profundo suspiro, se salió de la carretera y se detuvo en el Hotel Seis en Novato.
Felipe se sintió mejor después de dormir toda la noche, así que por la mañana volvieron a cargar la camioneta, pero cuando Guillermo intentó sacarla del estacionamiento, la marcha atrás no funcionó. Llamó a la compañía de alquiler, casi sin poder contener la rabia. Les enviaron un mecánico, pero después de tres horas, el hombre llegó a la conclusión de que el problema en la transmisión ya no tenía arreglo. Paula volvió a llevar su maleta y la de su hijo a la habitación.
- Guillermo: ¡Sólo denme otra camioneta, yo mismo cambiaré la carga! -. Gritó él.
- Mecánico: Ya no tenemos hoy -.
El mecánico parecía muy contento al darle la noticia a Guilermo, aunque le dirigió una mirada de lástima a Paula y a Felipe, que en aquel momento ya se encontraban apoyados contra la barandilla del segundo piso.
- Guillermo: ¡Cómo que no tienen! -. Volvió a gritar y los dos intercambiaron palabras durante casi cinco minutos.
Paula volvió al interior de la habitación, encendió el televisor para Felipe, le puso un programa de dibujos animados que le gustaba, lo acostó y al fin, el chiquillo se durmió. Guillermo regresó luego con algo de comer. Paula le cogió una bolsa de hamburguesa en la puerta y no lo invitó a pasar.
- Guillermo: Espero que mejores tu conducta una vez que salgamos de aquí -. Le advirtió él y le dirigió una mirada de furia -. Tienes que estar lista a las nueve de la mañana en punto. A esa hora traerán la camioneta nueva y quiero que nos marchemos de aquí -. Exhaló un suspiro exagerado y se marchó a su propia habitación.
Y ahí estaba ella, aún sin conciliar el sueño a las once de la noche, en el teléfono, como una adúltera, llamando al consultorio de un hombre casado al que había besado y abrazado. No le había confiado a Guillermo nada acerca del doctor García ni de todo lo que Angela investigó y tampoco llamó a ella para despedirse. Una vez en casa le enviaría  una carta, tal vez.
Pero al menos su destino estaba decidido por lo pronto, así sería su vida, volvería a casa y aunque tal vez no se casara con Guillermo sabía que de cualquier forma terminaría con alguien como él. Y estaba bien, ella haría que eso estuviera bien.
Marcó de nuevo el número del doctor García y esperó hasta que se oyó el mensaje del contestador automático: era una voz de mujer que daba el número de otro doctor para llamarlo en casos de urgencia. Claro que él no iba a estar allí, eran las once de la noche, quizás estaría en su casa, en la cama con su esposa. Colgó otra vez sin dejar ningún mensaje.
Se cubrió con la manta y la sábana del hotel. Muchas cosas por fin adquirían sentido ahora que sabía la verdad. Siempre notó que el doctor García se incomodaba y que algo se interponía entre los dos cada vez que intentaban acercarse. El hecho de que estuviera casado lo explicaba todo.
Estuvo despierta en la cama hasta la madrugada, tratando por milésima vez de hacer coincidir lo que Angela había investigado con lo que ella sabía del doctor García y casi se sintió enloquecer al no conseguirlo. No encajaban los dos en una sola imagen sin importar cuánto lo intentara.
Se preguntó si él la estaría esperando al día siguiente, por la mañana: el último día de su Arreglo de vida en veintiún días. Con una sonrisa torva pensó que en cierta forma extraña obtuvo lo que buscaba. No podía negar que su vida había cambiado.

3 comentarios:

  1. Ayyyyyyyy, Dios mío, qué intensos los 4 caps Naty Espero q en los caps de mañana se solucione todo.

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  2. ayyyyyyyyyyy esperoq Pedro la encuentre antes q se vayan

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  3. Muy buenos capítulos! espero que Pedro la encuentre pronto para explicar porque hizo todo!

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