viernes, 1 de mayo de 2015

Herencia de Amor Parte 3: Capítulo 21

Paula posó mientras Pedro sacaba fotos y después huyó al probador. Se probó un segundo vestido, también sin tirantes pero con un corpiño de encaje y fruncido en la cintura. La falda, de seda con bordados y encaje, caía en forma de A y se perdía en una cola.
—Otro vestido ganador —dijo Ruth, entrando al probador—. A Julia le costará elegir, pero eso está bien. Deja que te ayude con los botones.
—Gracias. Hay un montón.
—Pedro  y tú se verían muy bien bailando —Ruth se colocó a su espalda y empezó a abrochar botones— Aunque siempre tuve la esperanza de que una de vosotras se enamorase de él, admito que no creía que fueran más que sueños de vieja.
—Tú no eres vieja —dijo Paula, sintiendo una oleada de pánico.
—Gracias, querida, pero no se trata de eso. Les ofrecí el dinero a tus hermanas y a ti para crear competencia, pero ahora veo que sólo necesitaba dejar que la naturaleza siguiera su curso.
Paula abrió y cerró la boca. Se le paralizó el cerebro y no supo qué decir.
—No somos una pareja —consiguió balbucir— En serio. Apenas somos amigos. Conocidos, más bien. Estamos ayudando con la boda, nada más. Ni siquiera hemos tenido nuestra primera cita. Será en la boda.
—Por lo visto la cita no hacía falta —Ruth acabó con los botones y se colocó ante Paula— Estás guapísima.
Paula masculló algo inentendible  y salió del probador tan rápido como pudo. En vez de ir ante el espejo, fue hacia Pedro y lo agarró del brazo.
—Lo sabe. Mi abuela, tu tía, lo sabe. Sabe que hemos practicado el sexo y, para que lo sepas, no lo soporto. Me siento humillada y tú deberías sentirte igual.
—No lo sabe —dijo Pedro con despreocupación—. No puede saberlo.
—¿Apuestas algo?
Ruth salió del probador y Paula se situó ante el espejo. Comentaron el vestido como adultos racionales e hizo lo posible por no sonrojarse. Incluso consiguió sonreír mientras Pedro sacaba fotos.
—Se las enviaré a Julia —dijo él.
—Muy bien. Seguro que le encantarán.
Su voz sonaba normal, pero ella sólo podía pensar «Sácame de aquí».
Pedro no debía de haberla creído, porque siguió bromeando con su tía hasta que ella hizo un comentario.
—Supongo que una doble boda sería imposible.
—¿Te refieres a Sofía y a Manuel? —preguntó Pedro, tras mirar a Paula y luego a su tía.
—No, cielo. A Paula y a tí. Es obvio que hay química. Ya sé que una relación requiere más que eso, pero la pasión es maravillosa. Yo la tuve con tu tío cada día de nuestro matrimonio —soltó una risita—. Bueno, no todos, pero sí la mayoría.
Paula se resistió al deseo de taparse las orejas y tararear para no oír más.Pedro tragó saliva.
—No creo que pueda olvidar esa imagen —gruñó.
—Vosotros los jóvenes —Ruth suspiró—, no quieren saber nada de las generaciones anteriores. Debería hacerte feliz saber que tu tío y yo tuvimos un matrimonio maravilloso durante tantos años.
—Me encanta —dijo Pedro—. No necesito detalles.
—No importa —Ruth sonrió—. Llevo mucho tiempo esperando que encuentres a la chica adecuada y lo has hecho.
Paula  fue hacia el probador y él la siguió.
—Te lo dije —se quejó ella, dándole la espalda para que le desabrochara los botones—. Pero no quisiste escucharme. Tú lo sabes todo. Mi abuela sabe que nos hemos acostado. ¿Sabes lo humillante que es eso?
—Es peor para mí. Tú no conociste a mi tío, pero yo sí, toda mi vida. Ahora me los imagino a los dos...
—No te lo estás tomando en serio —Paula se enfrentó a él—. Ruth lo sabe. Habla de dobles bodas. Podría decírselo a mi madre. No quiero hablar de mi vida sexual con mi madre.
—Pues no lo hagas —él le tocó la mejilla—. Mira, no habría elegido decírselo a Ruth, pero lo ha adivinado. ¿Qué más da? Sabemos qué queremos y qué no el uno del otro. No es tan grave.
Por lo visto para él no lo era, pensó ella con amargura. Quizá ella se estaba excediendo en su reacción.
—Tengo que irme —dijo Ruth, entrando en el probador—, pasenla  bien. Espero que funcione. En serio. No sólo porque lo deseo, sino porque todo ese dinero le iría muy bien a tu familia, Paula. La encantadora Sofía podría abrir por fin su vivero.
Ruth se marchó, pero Paula ni lo notó. Su atención estaba en el rostro de Pedro, en la tensión de sus rasgos y en la distancia que veía en sus ojos.
—Dejaré que te cambies —dijo él, alejándose.
Se quedó sola en el probador. Sola, airada y confusa.
¿Por qué había tenido Ruth que mencionar el dinero? Para ser una mujer tan empeñada en unirlos, había escogido la mejor manera de alejarlos. Para Pedro, lo peor era que lo quisieran por su dinero.
Deseó patear el suelo de frustración. Era injusto. Ella no estaba interesada en sus millones, billones o lo que fuera. La oferta para que se casaran con él era una broma. El tenía que saberlo.
O tal vez no. Dado su pasado pensaría lo peor, porque lo peor siempre había sido la verdad.
—No importa —se dijo, quitándose el vestido—. No tenemos una relación real. Sólo somos amigos.
Amigos que se acostaban juntos.
Pero el sexo no era amor y no iba a enamorarse de él, así que no debía importarle que pensara mal de ella. Sin embargo, cuando salió de la tienda unos minutos después, sentía una opresión en el pecho y desazón en el estómago.

Para: Paula_Chaves@mynetwork.LA. com
De: Julia_Chaves@SGC. usa
Quiero que sepas que estoy asombrada de que te acostaras con Pedro Alfonso Tercero y no me lo dijeses. Peor aún, ¡me he enterado por mi ABUELA! ¿Te acostaste con Pedro?  Y eso cuando estoy fuera del país y con tal diferencia de horario que nunca me enteraré de los detalles.
Sé que le estás contando todo a Sofía. Odio sentirme apartada. Con el tiempo te perdonaré, pero en este momento nuestros vínculos fraternales están al límite de tensión.

Para: Julia_Chaves@SGC.usa
De: Paula_Chaves@mynetwork.LA.com
¿Cuándo te convertiste en la rána del drama? ¿Los vínculos fraternales? A alguien se le está yendo la cabeza con todo esto.
Siento que te enterases por la abuela Ruth, iba a decírtelo yo, pero no quería escribir algo así en un correo electrónico. Es obvio que soy la única que se preocupa de ese tipo de cosas.
Fue una vez, o digamos una noche. Ocurrió por accidente. Te explicaré los detalles más adelante. La verdad es que fue divertido. Pero no somos una pareja. Somos amigos y acabamos en la cama y no tenemos planes de que vuelva a ocurrir.

Para: Paula_Chaves@mynetwork.IA. com
De: Julia_Chaves@SGC. usa
¿Eso es todo? ¿Eso me cuentas? Es patético. Quiero detalles. Y la gente no se acuesta por accidente. Es un acto consciente. No me engañas. ¿ Qué es lo que está pasando en realidad?

Paula  miró el correo antes de contestar y se preguntó qué estaba pasando entre Pedro y ella.
Para: Julia_Chaves@SGC. usa
De: Paula_Chaves@mynetwork.LA.com
Sólo somos amigos, lo juro. Me gusta, cosa que no esperaba, pero gustar no implica más. Sí, nos acostamos juntos pero no repetiremos y cuando terminemos de planificar la boda nos veremos unas cuantas veces al año en las reuniones familiares, nada más. No es mi hombre. Es sólo un tipo.

Un tipo especial, admitió para sí mientras enviaba el correo. Pero un tipo, no más.

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