—Si va a explotar, puedes dejarla en el pasillo.
—El pavo y el tomate no explotan —la miró con expresión de enfado—. Tienes que dejar de esperar las represalias.
—No —apartó un montón de papeles para que dejara la bolsa— Puedo agarrarme de mis paranoias todo lo que quiera.
La venganza podía llegar en cualquier momento y de cualquier modo. Como justo antes de la gran inauguración de las torres. Eso minaría seriamente su prestigio profesional. Pero. De momento, Pedro lo único que hacía era dejarse ver por su despacho lo suficiente para excitarla. Avanzaba y retrocedía. Aquello anunciaba una guerra de guerrillas. Lo único era que, en vez de ropa de camuflaje, vestía pantalones grises, camisa blanca y una corbata a rayas negras. Un comando como él seguro que sabía cómo vestirse.
—Entonces es paranoia —dijo él volviendo a mirar la mesa, buscando un lugar donde apoyarse.
Por una vez Paula estuvo contenta de ser un desastre. Lo mantenía fuera de su espacio.
—Gracias por el sándwich —dijo tratando de ser amable.
—De nada —respondió él sentándose en una de las sillas del otro lado de la mesa—. Así que estabas hablando con Luciana. ¿Cómo van los preparativos de la boda?
—Ah —dijo encogiéndose de hombros—. Ya sabes.
—En realidad, no lo sé.
Paula se recostó en la silla y estudió su rostro, pero no encontró ninguna expresión.
—No hay mucho que contar. De momento todo son preliminares.
—Háblame de los preliminares —dijo apoyando los codos en las rodillas y entrelazando los dedos.
—Es todo un poco vago. He hecho contactos aquí y allá. Cuando dé forma a todo estaré encantada de comunicártelo.
—No te estoy pidiendo un favor. Es tu trabajo mantenerme informado de cada paso que des.
Lo miró fijamente.
—Define «cada paso».
Lo que le estaba proponiendo suponía verlo mucho más de lo que había pensado. Después de plantarlo había conservado dos teléfonos y un busca por si él quería localizarla. Había esperado una oportunidad para explicarse, pero nunca se había puesto en contacto con ella. Simplemente había dejado que se fuera. Había pensado que lucharía por recuperarla, pero no había hecho nada. ¿Y con la boda de su hermana quería estar todo el tiempo colgado de su brazo?
—Cada paso significa cada decisión que tomes. Si eliges las flores, quiero saber de qué color son los pistilos. Cualquier cosa va a atraer la atención de los medios. Tiene que ser perfecto. Millones de dólares dependen de ello. Me juego demasiado y necesito saber que puedo fiarme de ti.
—No confías en mí.
—Basándome en tu conducta, dame sólo una buena razón para que lo haga.
—Aquello fue algo personal —dijo ella—. Esto es trabajo.
—La mayor parte de la gente no cambia de personalidad al atravesar la puerta del trabajo. Se inclinó hasta apoyar los brazos en su mesa.
—¿De verdad crees que me marcharé y te dejaré plantado?
—¿Por qué no? De acuerdo, no había sido una manera muy afortunada de plantearlo.
—Soy buena en mi trabajo —se defendió.
—No podría ser de otro modo. Pero no podrías hacerlo si no estás aquí. Estaba atónita por que él pudiera pensar que fuera capaz de abandonar su trabajo.
—Si piensas así, ¿Por qué no das por concluido mi contrato?
—Créeme, si pudiera ya te habrías marchado, pero eso atraería la atención de los medios.
Trató de mantener la compostura y no sucumbir a la emoción. Ya la dejaría salir después.
—¿No buscas publicidad?
—No de esa clase. Tú eres una empleada de alto nivel y tenemos un pasado. Hacer un cambio de esa clase podría asustar a los inversores. No puedo permitirme ningún movimiento que pueda interpretarse como una grieta en el casco. Los tipos del dinero quieren ver fuerza, dinamismo, liderazgo y eso es lo que tendrán.
La rabia que había en sus ojos le decía a Paula que el pasado no estaba superado, en contra de lo que él afirmaba. Lo de reunirse casi a diario no era para verla, sino para tenerla controlada. Ella no quería relacionarse más con él de lo que ya hacía. Especialmente con otra boda de por medio. No necesitaba verlo todavía más, pero ésa era otra elección que no estaba a su alcance.
—De acuerdo, Pedro. Te tendré informado de todo, desde el mantel hasta la tipografía de la invitación.
—Entonces está todo claro.
—Como el agua.
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