-¡Pero si ya lo has hecho! Y al diablo conmigo y mis sentimientos. ¿Alguna vez pensaste en tu verdadera víctima? Imagina por un segundo que me hubiera enamorado de tí.
-Seamos sinceros. No corrías peligro de que eso sucediera.
-Afortunadamente estoy a salvo de tu modo de ser despiadado, manipulador, calculador, elige lo que quieras. Sí, estoy protegido, pero tú no lo sabías. Si me hubiera enamorado de tí, no te habría importado nada, ¿Verdad? Me habrías contado entre las bajas de una guerra, sólo que no era mi guerra. ¡Mujer sin corazón! -gritó. Paula lo miró, desesperada-. No olvido que hace poco llegaste a estremecerte entre mis brazos.
-¿Y lo hice muy bien, no? -replicó con calma.
-¿Quieres decir que todo fue una actuación?
-¿Estás seguro de que no lo fue?
-Paula, no hagas esto. Te lo ruego, por el bien de lo nuestro.
-¿Realmente imaginas que puede haber algo entre nosotros después de lo ocurrido?
-Sé que parece una locura, pero ha sido porque ambos nos hemos inventado una personalidad pensando que así éramos en realidad. Pero si pudiéramos ser nosotros mismos...
Ambos permanecieron en silencio, sin saber qué decir. Pedro miró alrededor y de pronto vió una maleta a medio llenar en el sofá y varias prendas colocadas en el respaldo.
-Estás haciendo tu equipaje.
-Sí, me marcho esta noche.
-Te dije que no puedes volver a Inglaterra.
-Lo sé. He decidido quedarme y aceptar el puesto que me ofrece Leonate. Pero me voy a un lugar donde no puedas encontrarme.
-No existe ese lugar. Te encontraré.
-No hace falta. Mañana iré a trabajar. Ya es hora de que conozca a mis colegas, al señor Leonate y al señor Alfonso. Estoy ansiosa por conocerlo, siempre y cuando sepas cuál es tu verdadera identidad.
-¡Basta ya! ¿Es que todo el tiempo me lo vas a echar en cara?
-Es tu problema, considerando que eres el autor de todo este lío.
-Eso es discutible. Dijiste muchas cosas antes de comprobar siquiera superficialmente quién era yo verdaderamente. Una profesional tan astuta, como intentaste hacerme creer que eras, no habría hecho eso. Debería dudar de tus habilidades. Aunque no de tus habilidades para seducir a un hombre, porque esas las conocemos y...
El bofetón que Paula le propinó en la mejilla a ambos los dejó petrificados. Además de la ira y la amargura, Pedro percibió la angustia y cierto temor en sus ojos. Y su propia ira se esfumó al instante. Incluso en un momento como ése, descubrió que no podía soportar verla sufrir.
-Con esto quedamos igualados -dijo suavemente mientras se frotaba la mejilla-. ¿Podemos borrar este triste episodio? -murmuró, inclinándose hacia su boca-. No más peleas. El asunto está acabado -añadió.
Mientras se besaban apasionadamente, Paula pensó que tendría que demostrarle que se equivocaba, pero lo haría cuando volviera a recuperar sus fuerzas. Sin embargo, mientras la boca de Pedro se movía con urgencia sobre la suya y su propio cuerpo se enardecía, sintió que las fuerzas le fallaban.
-El pasado ha quedado atrás. Ahora el futuro es lo que importa. Abrázame fuerte -murmuró Pedro contra sus labios.
Y Paula le rodeó el cuello con los brazos. En ese momento no pensó en nada, sino en el deseo de entregarse a él, de pertenecerle por completo. Sólo cuando oyó que él se disponía a abrir la puerta del dormitorio, Paula volvió a la realidad.
-Espera... -le pidió.
Pedro la tomó en brazos.
-¿No hemos esperado demasiado?
-Pero hay algo que debo... No entiendes...
-Yo sólo entiendo esto -dijo antes de volver a besarla-. ¿Qué más hay que comprender? -preguntó al tiempo que abría la puerta y se acercaba a la inmensa cama, tan absorto en su pasión que tardó un instante en darse cuenta de que, tendido sobre el lecho, había un hombre con las manos tras la cabeza y una sonrisa burlona.
-Hola -dijo Lucas.
-Debiste haberme avisado, Paula; aunque si hubiera sido más astuto habría esperado algo como esto -dijo sin mirarla.
-¿Quieres soltarme, por favor? -pidió ella, muy inquieta. Todavía impactado por la sorpresa, la dejó caer sobre la cama.
-No hace falta tirar a la dama como si fuera un bulto -observó Lucas, en tono burlón.
-¡Qué espectáculo! Debí haberlo adivinado -dijo Pedro con calma.
-¿Cómo te atreves a pensar algo semejante? Lucas sólo ha venido a ayudarme a salir de este lugar.
-Desde luego que sí, aunque todo el tiempo te ha esperado en el dormitorio. ¿Qué quieres que piense entonces?
-¿No ves que está completamente vestido?
-Sí, y escondido en tu habitación -replicó Pedro.
El hecho de que Lucas hubiese oído toda la discusión lo sacaba de quicio.
Muy buenos capítulos!!! La que se armó! Ojalá Lucas no quiera aprovecharse de la situación!
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