Al amanecer, Paula se sumió en una especie de sueño ligero, como si estuviera en algún tipo de limbo donde no había datos ni cifras, sólo incertidumbres y sentimientos; aunque eran dulces; tal vez más dulces por ser indefinidos. Cuando él le tomó la mano la noche anterior, sintió un profundo contento, como si hubiera llegado a un lugar seguro donde habitaba la única persona que la comprendía. Por una vez, las horas que la aguardaban no estaban programadas y, las decisiones, en manos de otra persona. En el breve plazo de dos días parecía que él ya había llenado su mundo. Esperaba con ilusión el momento de volver a verlo y comprobar en sus ojos que él recordaba la noche anterior. Cuando sonó el teléfono, lo atendió con verdadera ansia.
-¿Paula?
-¿Horacio? Sabía que eras tú.
-¿Por qué? ¿El teléfono ha sonado con impaciencia?
Ella se echó a reír. También él estaba ansioso por verla. Con toda seguridad iba a sugerir un encuentro.
-Sí, con impaciencia.
-Será porque estoy examinando archivos y cuentas y me alarma lo mucho que hay que hacer. Si trabajo el resto del día, creo que podré tenerlo todo listo para partir el lunes. Debería haberme marchado hoy, pero como es domingo, tendré que esperar hasta mañana.
-¿Dices que te marchas? -preguntó conmocionada, tanto por sus palabras como por su tono de ejecutivo.
-Necesito visitar el resto del imperio Curtis.
-¿Imperio? ¿Te refieres a las otras dos pequeñas fábricas?
-Así es. Me he informado sobre ellas por conexión directa y por correspondencia, y ahora quiero que me acompañes a verlas. Prepara un bolso de viaje para unos días y pasaré a buscarte mañana a primera hora. Hasta pronto.
Cuando Pedro cortó la comunicación, Paula no pudo evitar preguntarse si era el mismo hombre de la noche anterior.
Cuando fue a recogerla al día siguiente, se mostró amable aunque impersonal, como si la velada que habían compartido no hubiera ocurrido nunca. Hadson's, la primera fábrica, se encontraba en el sur. Mientras Pedro conducía, la conversación giró en torno a la marcha de la empresa. Paula habló con muchotacto, poco inclinada a ser ella quien tuviera que revelar que era demasiado pequeña para sobrevivir. Aunque él no tardaría en comprobarlo.
-¿Quieres que los llame para avisar de que vamos en camino? -sugirió ella.
-No, es mejor dejarse caer por sorpresa -dijo él.
Al cabo de otra hora de viaje, llegaron al pequeño pueblo de Andelwick y fueron directamente a la fábrica. Cuando llegaron, la sorpresa, la alarma e incluso el miedo fueron evidentes. Paula presentó a los cuarenta miembros del personal con una alabanza dedicada a cada uno de ellos. Pedro los saludó con una sonrisa encantadora; incluso invitó a comer a los tres empleados más antiguos y se dedicó a sonsacarles información y datos con tanta sutileza que sus invitados bien podrían no haberse dado cuenta. Pero sí lo hicieron, comprobó ella con el corazón acongojado.
-Vamos a tener que pasar la noche aquí -dijo Pedro cuando la visita hubo concluido-. ¿Hay un buen hotel en el pueblo?
-No hay hoteles en este pueblo tan pequeño, pero Rising Sun es una taberna que dispone de habitaciones. Es sencilla, agradable y se come muy bien.
-De acuerdo, ¿podrías reservarlas? A propósito, parece que he olvidado mis tarjetas de crédito. ¿Te importaría utilizar las tuyas? -pidió con repentina incomodidad.
-Desde luego.
Pedro pasó la tarde sumido en los libros de contabilidad y luego, ya cansado, casi la arrastró al Rising Sun, una casa antigua y tradicional donde ella había reservado dos habitaciones pequeñas con unas vigas de roble tan bajas que era difícil mantenerse erguido. Y tal y como Paula había dicho, la comida era excelente.
-No puedes deshacerte de esta empresa -comentó de pronto, en tono acalorado.
-No es viable, Paula. Puedes comprobarlo por ti misma. ¡Cuarenta empleados! Desde hace dos años, la fábrica ha dejado de ser rentable. El problema es que compite con Kellway's, que se dedica a la misma línea de productos.
-Lo sé, intentan dejarnos sin trabajo. Nunca debieron permitir que Kellway's se estableciera en la misma localidad. Para tí Hadson's no es más que una unidad de producción, ¿Verdad?
-Mi trabajo consiste en ver las cosas bajo ese punto de vista.
-¡Y al diablo con el personal! El señor Jakes es un anciano amable y ha sido el soporte de la empresa durante largos años. ¿Y qué pasa con Juliana? Es su primer empleo y le sobra eficacia.
-Sí, pero...
-¿Sabías que es muy difícil encontrar trabajo en esta zona? No, desde luego que no. Todo lo que te interesa son las cuentas y el dinero.
-Se supone que en eso consiste mi trabajo. Y el tuyo también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario