Ghost Island estaba a media hora del muelle de Cranberry Cove. Pedro no sabía cómo reaccionaría Paula cuando supiera que iban a la isla. Pero pronto iba a enterarse.
—Parece que han arreglado el viejo muelle —murmuró, apagando el motor.
—Hace un par de años —dijo ella—. No he vuelto nunca por aquí, Pedro. Ni una sola vez.
—Pues me alegro de que vengas conmigo. He traído merienda y una cesta para llenarla de moras o frambuesas, lo que encontremos.
Entonces vió una expresión de alivio en su rostro.
—Ah. qué bien.
—Pau, no te he traído aquí para seducirte. He pensado que nos vendría bien estar unas horas a solas, lejos del pueblo, de nuestro hijo, de tus hermanos.
—Dos amigos recogiendo moras, ¿No?
No era tan sencillo.
—Sí —dijo Pedro, sin embargo. Durante dos horas, estuvieron recogiendo moras y frutas del bosque. Luego
Paula se estiró, cansada.
—Tengo hambre.
—Vamos a comer.
El cocinero del hotel le había preparado una merienda deliciosa. En su opinión.
—¡Sándwiches de pollo! Qué original —rió Paula.
—Me encantan.
—Son tus favoritos y a mí me gusta cualquier cosa que no haya tenido que preparar yo misma.
Pedro sirvió dos copas de vino blanco y le pasó una fiambrera con apio y zanahorias. Fue una comida poco sofisticada que a muchos de sus clientes les habría horrorizado. Pero para él, sentado sobre la hierba con Paula, era ambrosía. Ella se incorporó abruptamente.
—Tu padre se ahogó cerca de esta isla.
—Cerca del arrecife, donde el faro.
—Alguien me dijo que tu madre había vuelto a casarse.
—Así es, hace varios años —suspiró él—. Ahora ha vuelto a ser felíz. Cuando mi padre murió, no podía soportar ver el mar que lo había matado, así que se marchó y no volvió jamás a Cranberry Cove. Otra razón más para que yo no volviera.
—Pero nunca me escribiste —murmuró ella.
—No debería haber estado alejado tantos años, es verdad. Paseando por el bosque la otra noche, respirando el olor de este mar... todo esto es parte de mi, Pau. Una parte que había perdido. Cuando me marché de aquí, me dediqué a trabajar como un salvaje. Siempre se me dieron bien las matemáticas, ya lo sabes, pero me arriesgué en la bolsa y tuve suerte. Mucha suerte. Cuanto más dinero ganaba, más arriesgaba. No había vuelto a mirar atrás desde entonces.
—¿Eres muy rico? —preguntó ella, con expresión inocente.
—Mucho. Tengo dos casas en Nueva York, un chalet en los Alpes, un departamento en París... ése te gustaría mucho, está al lado del Louvre. Pero incluso antes de volver a Cranberry Cove, me había dado cuenta de que en el camino había perdido algo. ¿Mi alma? No sé, ésa es una palabra muy grande.
Paula le pasó otro sándwich, sin dejar de mirarlo a los ojos.
—Sigue contándome cosas.
—Se me había olvidado cuánto me gustaba hablar contigo. Perdona si te estoy aburriendo...
—No, no.
—Hay un vacío en mi vida —siguió Pedro—. Un sitio que no se puede llenar con dinero. Y cuando volví a verte... cuando me enteré de la existencia de Benja...
—Yo no soy la misma chica que hace trece años.
—Te lo he preguntado antes, pero necesito saberlo. ¿Era verdad lo que me dijiste ese día, que no me querías lo suficiente?
Paula sonrió.
—Habíamos planeado compartir departamento en Manhattan. ¿Te acuerdas? Yo iba a terminar mis estudios de arte y mis padres no pusieron ninguna pega porque confiaban en tí.
—Pero no viniste conmigo.
—Había una razón para eso —suspiró ella—. Pero entonces no podía contártela. Prometí que no lo haría. Aunque habría dado igual.
—Quiero que me lo cuentes, Paula.
—¿Te acuerdas de aquel día?
—No se me ha olvidado un solo detalle.
—Intentaste hacerme cambiar de opinión... me suplicaste incluso. La verdad es que yo estaba tan desesperada por ampliar mis horizontes como tú.
—¿Cuál era la razón, Paula?
—El doctor McGillivray —contestó ella—. Supongo que no habrás olvidado que todos los años, en el aniversario de la muerte de su mujer, el doctor McGillivray se emborracha. La gente del pueblo sabe que es un médico estupendo... 364 días al año. Pero si se ponen enfermos precisamente ese día, van al consultorio de Corner Brook.
—Anoche me pareció que me miraba de una forma rara.
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