martes, 31 de enero de 2017

Novio Por Conveniencia: Capítulo 25

—Paula, por favor, no puedo soportar que llores.

 Sacó un pañuelo y se limpió diligentemente.

—Entonces no lloraré.

—Dame tu mano —le pidió él. De pronto, notó las marcas de unos dedos sobre la muñeca—. ¿Quién te ha hecho esto?

Ella lo miró asustada.

—Me encontré con Pablo mientras hacía tiempo para la cita con el abogado. Quería convencerme de que no me casara contigo.

La miró directamente a los ojos.

—Si se le ocurre volver a ponerte una mano encima...

—¡Vaya, si no te conociera como te conozco, diría que estás celoso!

Le puso delicadamente el anillo.

 —Eres mía, Paula. No lo olvides.

—Solo durante tres meses. Jethro tomó su mano y fue besándole sensualmente los dedos uno a uno.

Paula se estremeció. Lo deseaba y eso la aterraba. Le daba miedo lo que le hacía sentir.

—¿No le tienes un poco de miedo?

Sonrió a la hermana de Pedro. Luciana y ella se habían conocido hacía apenas una hora, y ya se sentían como si fueran amigas de toda la vida. Estaban comiendo en un bonito restaurante de Georgetown.

—Si lo tengo, te aseguro que no se lo voy hacer notar —dijo con una sonrisa.

—Siempre lo he visto como mi hermano mayor, el que me cuidaba y se ocupaba de mí cuando era pequeña. Es muy diferente a mí —dijo ella, mientras pinchaba un poco de ensalada—. La verdad es que nunca le entendí realmente.

Paula pensó que ya eran dos con el mismo problema. Le gustaba aquella mujer: era abierta y sincera.

—Me dijo que tu madre os había abandonado cuando eran pequeños.

—¿Te lo ha contado? Es extraño, porque nunca habla de eso.

—Lo sé. —Mi padre era un hombre terrible —Luciana se estremeció—. Pepe me protegía de él cuando bebía. Supongo que Pepe acabó por asumir su papel de padre conmigo. Es muy duro lo que voy a decir, pero los dos nos sentimos aliviados cuando mi padre murió.

Sin duda, su padre había sido un hombre violento. Le agarró la mano.

—No hables de él si te entristece.

—Mi padre era muy cruel con Pepe. Yo creo que lo odiaba —su mirada era abierta y clara, muy distinta a la de Pedro—. Últimamente, estaba muy preocupada por mi hermano. Pensé que nunca llegaría a enamorarse. Aunque no te conozco bien, me alegro de que te haya encontrado. Mi instinto me dice que eres buena para él.

Paula  se sintió mal. Aquella situación era una farsa y podría acabar hiriendo a inocentes. Le perturbaba estar engañando a alguien como Luciana.

—La verdad es que discutimos continuamente —le confesó.

Luciana sonrió.

—Pedro me dijo que tienes mucho carácter. ¿Te das cuenta de que habrá un montón de mujeres dispuestas a envenenarte cuando se enteren de que él se va a casar?

—Sí.

—Pero no te preocupes. Nunca ha querido a ninguna de ellas —le aseguró Luciana.

El problema era que tampoco la quería a ella. Paula decidió cambiar de tema para no ponerse en una situación comprometida.

—Estoy deseando ver la casa que tiene Pedro en Manhattan.

—Es preciosa y menos formal que la de París, pero mucho más que la de Vermont. Seguro que te llevará algún día allí. Es su lugar de retiro, el sitio al que se va cuando no quiere que sepan dónde está.

Era la primera noticia que tenía de aquel lugar. Pedro no lo había mencionado por algún motivo, estaba segura. Continuaron el paseo visitando algunas tiendas exclusivas de novias. Pero Paula no encontró lo que buscaba.

Después, se marchó a casa. Al llegar, Martín le dijo que su padre estaba acostado, así es que se preparó para ir a correr. Le encantaba hacerlo. Informó al mayordomo de que estaría de vuelta en una hora y emprendió su camino. Los pensamientos se agolpaban en su cabeza a la vez que corría. Pensaba en su padre, que no estaría con ella la próxima primavera, pensó en Pedro y en su hermana, en la tristeza que le provocaría su divorcio. Después de dos horas, se dio cuenta de que no podría pasarse el resto de su vida corriendo y de que, tarde o temprano, tendría que volver a su casa y enfrentarse a Miguel y a Pedro una vez más. Se detuvo, respiró profundamente y emprendió la vuelta a Fernleigh. Antes de entrar en la casa, se aproximó por la parte trasera y se detuvo allí a hacer unos estiramientos.

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