sábado, 12 de noviembre de 2016

Engañada: Capítulo 5

Hasta que Julián Cox había entrado en sus vidas, Paula no había tenido ningún problema serio. Pero aquel día tenía que darle a Florencia uno de los mayores disgustos de su vida.

—Flor, tengo malas noticias —dijo, después de respirar profundamente para darse ánimos —. Es sobre Julián Cox y el dinero... tu dinero.

—No te habrá dicho ahora que no inviertas, ¿Verdad? —Preguntó su amiga—. Creí que se había tragado el anzuelo.

—No, es que... —empezó a decir Paula. No había forma fácil de decir aquello—. Flor, ha desaparecido. Y se ha llevado tus cincuenta mil libras.

— ¿Qué?

—Lo siento. Es culpa mía... —empezó a disculparse Paula.

—No es culpa tuya en absoluto. ¿Cómo va a ser culpa tuya? He sido yo quien... Cuéntame qué ha pasado.

Paula volvió a tomar aire.

—Hice lo que me dijiste, le dije a Julián que tenía cincuenta mil libras para invertir y que quería conseguir un buen interés. Él me dijo que sabía cuál era la mejor inversión y me sugirió que lo hiciéramos informalmente. Me dijo que el negocio que tenía pensado era con una empresa de Hong Kong y que, cuanto menos papeleo, mejores beneficios conseguiría. Intenté llamarte para pedir tu opinión, pero...

—Estaba en Londres trabajando —la interrumpió Florencia—. Oí tu mensaje, pero aunque hubiera estado aquí no hubiera servido de nada, porque te habría dicho que siguieras adelante.

—Bueno, pues acepté lo que Julián me ofrecía y le firmé un cheque. Pensé que el hecho de que ese dinero saliera de mi banco y fuera a su cuenta serviría como prueba en caso de problemas —siguió diciendo Paula—. Pero ayer me encontré con Bruno y me dijo que acababa de ver a Julián en el aeropuerto. Cuando lo llamé, su teléfono estaba cortado y su casera me ha dicho que se marchó sin avisar, llevándose todas sus cosas. También he llamado a su banco y me han dicho que. Ha cancelado la cuenta. Nadie sabe dónde está, Flor, y me temo que...

—Que no va a volver —terminó Florencia la frase por ella.

— Sabiendo lo que sabemos de él, me temo que así es —dijo Paula, mordiéndose los labios—. No sabes cuánto lo siento.

—No es culpa tuya —la consoló Florencia—. Si alguien es culpable, soy yo.

— ¿Qué vamos a hacer?

—Lo que tú vas a hacer es dejar de preocuparte—aconsejó su amiga—. Y en cuanto a mí... Aún no estoy segura, pero no puedo soportar la idea de que se salga con la suya. Ese hombre es un delincuente, pero no es solo el dinero que le haya estafado a la gente... —Florencia  no podía terminar la frase y Paula se dió cuenta de la emoción que había en su voz— es el daño que les ha hecho, el daño y el dolor que ha causado.

—Al menos, Valen se ha olvidado de él —intentó consolarla Paula.

—Sí, pero no es solo... —de nuevo su amiga se interrumpió y, no por primera vez, Paula tuvo la impresión de que en la determinación de Florencia de desenmascarar a Julián Cox había algo que no le había contado. Pero no quería preguntar. Si su amiga quería confiar en ella, lo haría. Sofía había sugerido una vez que quizá Julián y ella habían sido pareja, pero Paula no creía que Florencia pudiera sentirse atraída por un hombre como Julián Cox.

—Flor, me siento tan culpable por lo del dinero... —repetía Paula, angustiada—. Debería haberme dado cuenta... debería haber sospechado...

—No quiero que te sientas culpable. De hecho, yo sospechaba que esto iba a pasar. Lo que no me imaginaba era que lo haría tan rápido. Así que tú no tienes la culpa de nada —afirmó Florencia—. Su situación económica tiene que ser más desesperada de lo que habíamos pensado. El problema es que no podemos probar nada y la policía no podrá ayudarnos — suspiró—. En fin, ya pensaré algo. ¿Qué vas a hacer este fin de semana? —preguntó entonces, cambiando de tema.

—Nada especial. Valen va a ir a Cornwall a ver a sus padres y Sofía está fuera de la ciudad con Bruno. ¿Qué vas a hacer tú?

—Voy a ir a visitar a mi tía a Northcumberland. Está muy mayor y no se encuentra bien.

—Flor, ¿Tú crees que podremos encontrar a Julián?

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