sábado, 15 de octubre de 2016

La Venganza: Capítulo 36

-Dime... ¿Cuándo pensabas revelarme que eras la hija de Miguel Chaves, antes o después de la boda?

-Después... pero...

-Claro, después-su tono era cada vez más amargo-. ¡La hija de Miguel Chaves, mi esposa!

Paula se  levantó  agitada.  Pedro tenía derecho a estar enfadado  y  ella no sabía  cómo justificarse. Hasta ese momento lo que había dicho era cierto...

-¿Qué era lo que te estaba diciendo David Phillips  hace unos momentos?  -quiso  saber  Pedro-.  He  estado  escuchando su  conversación,  pero no he podido oírlo todo -se burló con una sonrisa.

 -Me pidió que fuera su amante -susurró con altanería.

 La mirada de Pedro se transformó.

-¿Y aceptaste?

 -Por supuesto que no.

- ¿Por que no?   -g ruñó   -. Él es la causa de todo esto. No es tanto tu padre, como pretendes creer, sino David Phillips.

No quiso mirarle a los ojos.

 -No sé a qué te refieres.

-Cuando David llegó aquí y me dijo que tú eras Paula Chaves, y que una vez habías jurado vengarte de mi padre, mi primera reacción fue la de ir a tu oficina  y  mandarte al diablo.  Pero, de repente, recordé que tu  actitud hacia  mí cambió el fin  de semana que te  enteraste  de  la  boda  de  David. Yo sabía todo lo que  David le había hecho a Paula Chaves, ésa fue la razón por la cual no quise ir a la boda esta vez.

 -No comprendo -frunció el ceño Paula.

-No, claro que no comprendes -torció la boca-. Parece que a pesar de haber pasado la noche conmigo, no me conoces todavía muy bien, ¿O sí? ¿Crees que apruebo lo que hizo mi padre  con el tuyo? ¿Piensas que yo congeniaría con un hombre que persiguió a otro de tal forma que le obligó a quitarse la vida? ¡Pues no!

Pedro estaba furioso; no sólo le dolía que le hubiese engañado; sobre todo, le dolía que le hubiese juzgado mal.

-Desprecié  la  manera  en  que  llevó  el  caso  de  tu  padre,  la forma  en que  le  torturó mentalmente, fuera o no  culpable,  y  le  odié  cuando  tu  padre,  hundido  en  la desesperación, se quitó la vida.

Paula se  estremeció  al  escuchar  la  referencia  que  había  hecho  a  la  noche  pasada  juntos,  y se puso  pálida cuando le reveló sus  propios sentimientos acerca de la  manera en que su padre había empujado al suyo a la muerte. Pudo darse cuenta de que Pedro despreciaba a su padre. Había muchas pruebas, la forma en que abandonó Inglaterra, la tensión entre ellos, el mismo comentario de Claude acerca  de  las  diferentes  personalidades  de  los  dos,  el  hecho  de  que  nunca  hubiesen podido trabajar juntos. Muchas evidencias de que la ceguera le impidió ver a causa de su deseo de venganza.

-Desprecio  lo  que  les  hizo  a  tu  madre,  a  tí  -continuó  Pedro  con  voz  acerada-.  Inclusive quise buscar  a  tu  madre después.  Dios sabe que  lo intenté.  Quería  decirle,   cuando menos,  cuánto   lo   sentía.   Aunque   sabía   que   nada   podía   consolarla en esos momentos.

Hablaba con voz entrecortada.

 -No tenía idea de los efectos que eso causaría en tí. ¿Todavía amas a David, es eso? -le preguntó frío.

-Te amo a tí.

Estaba profundamente conmovida por todo lo que le había dicho. No dudaba de una sola palabra, le conocía lo sufuciente como para saber que ésa hubiera sido su reacción ante la crueldad pública de su padre con otro hombre.

-Convénceme.

-Es la verdad.

-No te creo -negó con la cabeza-. Y aunque te creyera, jamás nos iría bien. Cada vez que discutiéramos. y lo hacemos con bastante frecuencia, me recordarías lo que mi padre le hizo al tuyo. No podría soportarlo.

-Lo único que quiero es estar contigo -las lágrimas asomaron a sus ojos-. Puedes pedirme que me vaya cuando quieras.

La expresión de él era dura.

 -Te estoy pidiendo que te vayas ahora.

Pedro se volvió, dándole la espalda, y se metió las manos en los bolsillos de los pantalones. -Y he hablado con Gabriel para que Andrea sea mi secretaria desde mañana. En este momento se lo estará diciendo.

-Si lo prefieres, me voy ahora mismo.

-No -se burló-. Claudio todavía no está muy fuerte, el saber que su secretaria favorita se marcha podría hacerle empeorar. Quiero que te quedes hasta que  esté totalmente recuperado.

-¿Y luego me iré? -preguntó mirando su rígida espalda.

-Sí. Y luego te irás.

Se volvió reprimiendo un sollozo y salió corriendo de la oficina.

1 comentario:

  1. Ay! Era lógico que iba a enojarse! Que hdp David, vino a sembrar discordia! Muy buenos capítulos!

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