martes, 18 de octubre de 2016

La Venganza: Capítulo 38

-Pero no lo fue.

-Sí  -le  dijo  la  tía Juana en  voz  baja-,  sí  fue  culpable.

Paula  parpadeó,  asombrada, creyendo que había escuchado mal.

-Tía Juana ...

La anciana suspiró.

 -No puedo seguir engañándote, Paula,  tienes que saber la verdad. Alejandra debió decírterlo, pero no quiso.

-¿Decirme qué?

-Tu padre, sobrina mía, era culpable de todas las acusaciones que le hizo el padre de Pedro. Se suicidó porque Horacio Alfonso iba a presentar al día siguiente un testigo que le condenaría. La amante de tu padre testificaría en contra de él.

Paula tragó saliva, estaba pálida.

-¿A...mante?

-Tu padre tenía una amante, querida -asintió la tía-. El dinero que había robado  les  serviría  para establecerse  una vez que las hubiera  abandonado  a  tu  madre y a tí.

-Pero y... la carta. Siempre dijo que era inocente -Paula movió al cabeza incrédula.

 -Esa carta nunca existió. Paula. Al menos tu padre nunca escribió ninguna.

-Mamá...

-Ella la escribió -le confirmó la tía.

-Pero, ¿Por qué? -preguntó confundida-. ¿Por qué me mintió?

-Tenías doce años, habías sufrido mucho y  tu  madre  no  quiso  que  supieras  la  clase  de  hombre  que  era  tu  padre  y  la  verdadera  razón  por la que se suicidado.

 -Sin embargo, mamá se vino abajo cuando papá murió.

-Ella  le  apoyó  durante  todo  el  juicio,  creía  en  su  inocencia.  Pero  después  se  enteró de lo de la amante,  y  de  sus  planes  para  dejarla.  Aquello  quebrantó  su  espíritu Paula,  ya no tenía por qué luchar: ni siquiera por tí.

 La anciana cerró los ojos, cansada.  Le  costaba  trabajo  recordar  lo  que  había  sucedido hacía tanto tiempo, lo que creía completamente olvidado.

 -Yo te dejé creer todas esas mentiras acerca de tu padre demasiado tiempo -continuo--. Ni siquiera sentí remordimiento cuando el joven Judas te dejó, era muy poco para tí. Pero Pedro es un buen hombre, y no toleraré que le pierdas a él por la misma razón.

-Pero el que yo sepa la verdad no cambia las cosas -murmuró Paula-. ¿Es que no te das cuenta de eso, tía Juana? Sólo prueba que el padre de Pedro siempre tuvo razón.

 -¿No te das cuenta? Ya va siendo hora de que Pedro le perdone. Claro que sí...

La tía Juana se interrumpió. y ambas mujeres se miraron durante algunos segundos.

-Yo sé que entre ellos no  hay  buenas  relaciones. Él me dijo que no se llevaba bien con su padre, aunque no me explicó por qué, ni por supuesto, quién era  su  padre.  Pero  el  hecho  de  que  viva confinada  en  este  asilo,  no  quiere  decir  que no me dé cuenta de lo que pasa en el mundo, o que no pueda saber lo que tiene que hacerse para poner las cosas en su lugar.

La tía Juana estaba muy excitada, Paula se asustó, nunca la había visto en ese estado.

-Esto hay que arreglarlo, Paula. Ya te he dicho la verdad, y ahora quiero que vayas con Pedro y se la cuentes a él.

-Tía Juana -dijo Paula asustada-,  si Horacio Alfonso tuvo siempre la evidencia de que mi padre era culpable, y sabía lo de la otra mujer, y el dinero ¿Por qué no se lo contó a Pedro?

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