sábado, 29 de octubre de 2016

Un Amor Inocente: Capítulo 19

Paula se puso un ligero vestido blanco de algodón y se cepilló el pelo, que había llevado en una coleta todo el día. Pedro había salido a buscar la cena, así que no se molestó en ponerse las sandalias, saliendo descalza del baño para ver qué estaba haciendo Nico. En pijama, el niño estaba viendo la televisión y comiendo una enorme porción de pizza.

—¿Ya ha vuelto Pedro?

—Sí, está en la ducha.

—¿No nos esperas para cenar? —preguntó Paula.

—Tengo hambre y papá me ha dicho que podía comer aquí —contestó su hijo, con la boca llena—. Y en la cocina hay más cosas.

—Voy a ver.

En lugar de una pizza, sobre la encimera de la cocina estaban los ingredientes para una deliciosa ensalada: lechuga, tomates, pepinos, cebolletas y aguacates. Además, había pan de ajo y unos filetes marinándose en una salsa...

—He pensado que podríamos hacer una cena decente —oyó la voz de Pedro a su espalda. Iba descalzo, con unos pantalones cortos blancos y una camisa hawaiana que no se había molestado en abrochar.

Paula se quedó sin aire. El deseo apareció de repente, incontrolable, y tuvo que tragar saliva varias veces para poder hablar:

—Voy a lavar la lechuga.

—Y yo pondré la mesa en la terraza. Así podremos charlar sin tener que oír los dibujos.

Charlar. Paula se agarró a esa palabra como si fuera un salvavidas. La primera noche, Pedro quiso que le contara cómo había sido el embarazo, el parto, la infancia de Nico. Se había perdido todos esos años y quería recuperarlos de alguna forma. Pero cuando empezó a preguntarle por sus planes, Paula decidió que era el momento de darle las buenas noches. No quería caer en la trampa de hablar de matrimonio. ¿Qué tendría en mente Pedro para esa noche? ¿Debería excusarse, decir que le dolía la cabeza?

—He encontrado una botella de vino... y está bastante fría —sonrió él, mientras sacaba las copas, ¡Vino!

En aquella situación, beber alcohol no sería buena idea. Pero si lo rechazaba, Pedro se percataría de que pasaba algo y no quería darle explicaciones. Además, una copa no se le subiría a la cabeza, pensó.

—Gracias.

—Me he acordado de que te gustaba la tarta de queso —siguió él, con una sonrisa en los labios—. He comprado una que tiene trocitos de mango.

Estaba recordando algo más que la tarta de queso, pensó Paula. Y haciendo que ella recordase también.

—Pensé que ibas a comprar pizza.

—Ha sido un impulsivo cambio de opinión. Espero que te guste.

—Sí, claro que sí. Sobre todo la tarta de queso, gracias.

Pedro no la había tocado, no la había rozado siquiera. Y parecía completamente relajado mientras hacía los filetes, hablando sobre lo que habían hecho aquel día, actuando como un padre feliz... Como un marido feliz que compartía una cena con su esposa... antes de compartir mucho más en la cama.

Paula no podía borrar aquel pensamiento de su cabeza. Estaba tan nerviosa que preparó la ensalada sin darse ni cuenta. Luego la sacó a la terraza y se quedó allí unos segundos, intentando calmarse. No iba a pasar nada a menos que ella quisiera que pasara. Decidió recordar eso, en un desesperado esfuerzo por controlar el deseo que empezaba a apoderarse de ella, susurrando promesas de placer, haciendo que se preguntara por qué no iba a aceptar lo que él le ofrecía. Eso no la comprometía a casarse...

—Hace una noche preciosa, ¿verdad?

Su corazón dió un vuelco. Pedro estaba en la terraza, detrás de ella, con la botella de vino en un cubo de hielo.

—Sí, preciosa.

—Nico se ha quedado dormido en el sofá. ¿Quieres que lo lleve a la cama?

—Lo haré yo... Tú termina de hacer los filetes —contestó Paula, sin mirarlo. Un respiro. Unos segundos de tranquilidad para poner en orden sus ideas.

—Muy bien —contestó Pedro.

Nico no se movió cuando lo tomó en brazos. Estaba completamente en paz, perdido en su sueño felíz de niño, dejando que sus padres se encargaran de su futuro. Paula deseó tener una bola de cristal para ver lo que iba a depararles. Por el momento, se ocupaba del día a día, intentando no tomar decisiones que podrían tener consecuencias desastrosas.

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