-Sí -respondió levantando la cabeza para mirarle.
-¡No te detengas! -exclamó Pedro besándole la sien.
-Eres ambicioso -rió burlona. -En lo que concierne a tí. sí.
-¿Y Melisa?
Pedro movió la cabeza y se abrochó la camisa cuando ella apartó la cabeza de su pecho.
-A esa jovencita la he puesto esta mañana en el primer avión que salía para Estados Unidos.
No debió haber sido una grata experiencia para la muchachita a juzgar por el gesto de Pedro.
-Entonces, ¿La sorpresa se la diste tú? -preguntó. -En parte. Y se lo hice notar.
-Le gustabas -Paula podía ser generosa con la muchacha ahora que había regresado a América.
-Y yo estoy enamorado de tí -aseguró con voz firme-. Además, las nenas como Melisa no me interesan.
-Sigue diciéndomelo -le pidió con voz suave-. A lo mejor logras convencerme.
-Eso espero. ¿Nos veremos mañana?
-Suelo visitar a mi tía los domingos.
-Déjame ir contigo -le sugirió.
Paula parpadeó.
-¿Venir conmigo?
-¿Por qué no? Ya va siendo hora de que conozca a tu familia y esa mujer es toda tu familia, ¿No es así?
-Sí.
El corazón le dió un vuelco. Su tía andaba alrededor de los ochenta años pero no tenía nada de senil. Si se enteraba de que Pedro era el hijo de Horacio Alfonso ataría cabos y descubriría inmeditamente lo que ella estaba tramando. Nunca había ocultado su odio hacia el famoso abogado, ni su deseo de venganza. Por lo tanto, la tía Juana sospecharía de la verdadera razón por la que ella veía a Pedro y eso sería suficiente para que le estropeara su plan. Se empeñaría en decir la verdad y ella no podría hacer nada para convencerla de que callara. Sin embargo, comprendía los deseos de Pedro por conocer a su tía, y debía satisfacerlos, pues ella no pensaba tardar mucho en pedirle que le presentara a su padre.
-¡Está bien! -aceptó finalmente-. Pero ya está muy vieja y algunas veces chochea -para sus adentros, pidió perdón a su tía Juana. La mujer estaba más lúcida que cualquier joven.
-No me importa eso -sonrió Pedro-. Es tu tía y tú la quieres.
-A veces desvaría un poco no se lo tomes en cuenta.
-Estoy seguro de que será una viejecita encantadora. Ven y dame un beso de buenas noches -pidió estrechándola entre sus brazos. Le besó tímidamente.
-Bueno, me voy.
-Sí, creo que será lo mejor antes de que me decida a pedirte que te vengas a casa conmigo.
-No aceptaría.
-Lo sé -sonrió-. Pero no perdería nada intentándolo. ¿A qué hora vengo a buscarte por la mañana?
Le dijo la hora y salió del coche. Esperó a que él se reuniera con ella y se dirigieron juntos al edidficio. Laura ya estaba acostada cuando entró, aunque le había dejado encendida la luz de la sala. Se lavó la cara y después se dirigió a su habitación, no quería despertar a su amiga. Pero Laura no estaba dormida; se incorporó y encendió la luz de la lámpara.
-¿Cómo has pasado la noche?
-Muy bien -Paula colgó el vestido en el armario sabiendo que había dicho la verdad. Fue una noche magnífica.
-He llamado al departamento de Lucas por la noche -se lo dijo despacio, casi sin querer.
Paula abrió los ojos.
-¿Y qué ha pasado?
-Nada. No estaba, contestó Jesica -Laura contuvo las lágrimas con dificultad.
Paula se acercó, preocupada; a la cama de Laura.
-¿Sabe quién eres?
-No, creo qué no. Y yo tampoco se lo he dicho -Laura se dejó caer sobre la almohada clavando la vista en el techo-. No lo odio tanto como para hacerle eso. Estoy segura de que ella se dará cuenta de quién es él muy pronto.
Paula no estaba tan segura de que aquella muchacha fuese tan afortunada como lo había sido Laura. Mucho después de que su amiga se quedara dormida, ella seguía despierta. preocupada por el encuentro de Pedro y su tía Juana.
Muy buenos capítulos! Ojalá la tía no meta la pata. Igual me da pena Pedro!
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