-Sí -contestó mirándole a los ojos.
Él apretó la boca; Paula notó el cambio que se había operado en él. Su expresión era la de un hombre duro, decidido a no detenerse ante nada. En ese momento se parecía mucho a su padre.
-¿Serías capaz de dejar este trabajo que tanto te gusta, sólo por que no quieres trabajar conmigo?
Él se puso de pie y la miró atentamente, esperando su respuesta.
-Sí -contestó con seguridad.
-¿Tanto te desagrado? -preguntó levantando la voz.
-Sí. Contuvo el aliento. Su expresión era furiosa.
-¿Y si te pidiera que no lo hicieras?
Ese no era el Pedro Alfonso que conoció en la boda de Andrea, se comportaba como un eficiente ahogado, e intuyó que ante un tribunal debía ser formidable, más impresionante que el padre en el punto culminante de su carrera.
-Sería lo mismo. Fui contratada como secretaria del señor Hammond y prefiero irme si ya no voy a seguir trabajando para él.
-Tu empleo jamás fue motivo de discusión entre Claudio y yo. Él tiene fe en tu lealtad hacia la firma. Pero si prefieres trabajar para Gabriel, creo que eso podría arreglarse.
-La secretaria de Gabriel es Andrea.
-Otro motivo para que haya un cambio. No creo que sea buena idea que un matrimonio trabaje junto.
-¿No lo cree así? -Paula se mostró indignada. Salió en defensa de su amiga.
-Creo que no has entendido la situación con claridad, Paula.
Él había notado su falta de atención durante la junta. Sabía que Paula, después de la primera noticia, no se había enterado de nada de lo que allí se había dicho.
-Soy el nuevo socio y director. Y en el futuro la firma se llamará Alfonso, Hammond y Hammond.
-Gabriel...
-Lo sabe todo. Desde hace mucho tiempo. Aunque no sé qué tiene eso que ver contigo. A no ser que Gabriel sea para tí algo más que el marido de tu amiga.
-¿Cómo se atreve? -preguntó la chica furiosa-. ¿Cómo se atreve a decirme eso?
-Muy fácil, te lo aseguro -dijo muy exaltado-. Aunque por tu reacción creo que esta vez me he equivocado.
-¡Por supuesto que sí! -exclamó.
-Sí, lo veo. ¿Pero estarías, cuando menos, dispuesta a resignarte sólo durante unos meses?
-Yo...
-Pedro, querido -dijo Claudio Hammond mientras entraba-, Paula, espero que me perdones por haberlo anunciado de repente y en este momento. Pero estoy seguro de que estarás de acuerdo conmigo en que Pedro es una buena adquisición para la firma.
Pedro sonrió burlonamente.
-Creo que Paula no comparte tu opinión, Claudio.
-Estoy segura de que es usted un excelente abogado -dijo rapidariamente.
-Claro que lo es -confirmó Claudio-. Casi no puedo creer que hayas aceptado unirte a nosotros.
-Es que todo ha sido tan repentino... -se humedeció los labios nerviosa-, pensé que usted no se retiraría hasta el año que viene.
Claudio hizo un gesto de indiferencia.
-Pedro pudo llegar antes. Y bueno, Rosa desde hace mucho desea hacer un viaje y he decidido llevarla la próxima semana.
-¿La proxi...? Pero... Se interrumpió al ver una mirada de advertencia en los ojos de Pedro. Este le hizo un gesto con la cabeza y Paula no tuvo más remedio que volverse para observar a su jefe. Claudio parecía cansado, tenía la cara demacrada y había perdido peso, ella no lo había notado, había estado muy preocupada con sus propios problemas durante la última semana.
-¿A dónde irá? -le preguntó con interés.
-Hemos pensado hacer un crucero por las islas griegas -dijo—. Y ahora voy a terminar mi trabajo en la oficina antes de irme. ¿Pedro?
-Ahora mismo voy --contestó, todavía estoy tratando de convencer a Paula de que soy irresistible -añadió divertido.
Claudio rió.
-Buena suerte muchacho. ¡Tengo el presentimiento de que vas a necesitarla! -le dió una palmada en la espalda, y se dirigió, sonriente a la oficina.
El buen humor de Pedro desapareció en el momento en que volvió a quedarse solo con Paula.
-Gracias.
Paula se acomodó en la silla muy seria.
-No es cierto lo de las vacaciones, ¿Verdad? -preguntó la chica angustiada.
-No. Por lo menos durante algún tiempo -confirmó él. -Claudio está enfermo, ¿No es así?
-Sí -suspiró Pedro-el corazón.
-Pero eso fue hace algunos años -dijo preocupada.
Él la miró fijamente.
-¿Lo sabías?
Ella asintió.
-Con frecuencia tengo que recordarle que se tome las pastillas. Claudio va al médico con regularidad. Hace como dos o tres semanas lo hizo. ¿Qué tiene? -preguntó visiblemente alterada.
-Le encontraron muy mal la última vez -le explicó Pedro-. Tiene que operarse. -Y entonces, la próxima semana...
-¡Oh Dios! -exclamó preocupada. Estimaba mucho a Claudio Hammond-. Andrea y Gabriel...
-No lo saben -terminó de decir Pedro-. En caso de que lo supieran cancelarían su viaje. Y Claudio no quiere que lo hagan. Pero la operación es vital, así que...
-Le mandó a buscar a usted -terminó Paula.
-Sí, me mandó a buscar. Y no me gusta que te lo tomes a la ligera. Me resultó muy difícil dejarlo todo y regresar a Inglaterra con tanta prisa.
-Lo siento -se sonrojó-. Supongo que no debió ser fácil para usted.
-Lo dudo -dijo con cierto desprecio-. Pero tu comprensión no me interesa. Lo que me importa es Claudio, su tranquilidad y su salud. Estoy aquí porque me necesita. Siempre he estado muy unido a él y a Gabriel, no podía defraudarles.
-Yo tampoco podré hacerlo -comentó, pensando en lo que tenía que hacer-. Debo quedarme aquí, ¿No cree?
Él asintió con la cabeza. parecía más viejo cuando se ponía serio.
-Creo que sí. Pero claro, la decisión es tuya. Si te vas ahora, Claudio se llevaría un disgusto, pero ni él ni nadie puede obligarte a que te quedes.
Estaba atrapada, y él lo sabía. Claudio era hombre que no podía dejar las cosas a medias, le gustaba tenerlo todo bien organizado. Paula conocía los casos como el mismo Claudio. Si ella se iba, era muy probable que su jefe se negara a ir al hospital. Y eso no lo podía permitir. Pero tampoco podía trabajar con el hijo del asesino indirecto de su padre. En su rostro se reflejó la duda, y el conflicto interno por el que estaba pasando en esos momentos.
Muy Buenos capítulos! No le quedaron chances a Pau, van a tener que trabajar juntos.
ResponderEliminarMuy buenos!!!
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