La suavidad de su tono puso en alarma a Paula.
—Cuando se presente para ver cómo van las cosas, podríamos hacerle ver que su plan ha resultado.
—¿Cómo?
—Podríamos fingir que estamos locamente enamorados.
¿Fingirse enamorados? ¿Besarse, tocarse? Era una idea apasionante, pero, en el fondo, Kat sabía que fingir eso la haría sentirse profundamente insatisfecha.
Tomó aire para recuperarse y la certidumbre la golpeó con una fuerza irresistible. «Yo no estaría fingiendo».
—Así la curaríamos de esa manía suya.
—El alguacil alguacilado. ¡Tú eres igual de retorcido y de manipulador que ella! —la voz le temblaba a Paula: estaba hablando con sinceridad, pero era muy consciente de cuánta parte de la verdad estaba callando.
—Bueno, solo era una idea.
—Hazme un favor: no tengas más ideas durante la terapia —con un profundo suspiro, ella cambió de tema—. Ibas a hablarme de tu padre. Si me hubiera preguntado por él, lo más probable es que habría pensado que estaba muerto.
El comentario le hizo mucha gracia a Pedro.
—No, está vivito y coleando —le explicó, serenándose—. Como él mismo dice, una y otra vez, más fuerte que un tipo con la mitad de sus años.
—¿Y ese tipo más joven podrías ser tú?
—Bingo para la señorita.
—¿Y no lo llevan muy bien?
—La señorita está en racha. Mi padre y yo llevamos sin hablarnos varios años, y me ha desheredado.
—Y supongo que tu padre tiene un montón de lo que desheredarte... —una vez comenzada una historia así, el narrador tenía que llegar hasta el final.
—¿Has oído hablar de Atlántica Airlines?
—Claro que sí.
—Ese es mi padre.
—¡Qué dices! —con los ojos como platos, Paula miró en torno suyo. Ya entendía por qué a él lo impresionaba tan poco la opulencia que los rodeaba—. Y entonces vas tú y te lanzas a...
—Hacerle la competencia —Pedro inclinó la cabeza, en reconocimiento—. Cierto. Cuando él había trazado el curso de mi aprendizaje, siempre supervisado por él.
—Ya veo que eso conduciría a cierta fricción. Pero, sin duda, una vez sufriste el accidente... —Paula habló espontáneamente, escandalizada por una animosidad paterna que pudiera perdurar tras una crisis de vida o muerte—. Perdona, no pretendía entrometerme.
—No es ningún secreto. Desde el mismo día que me convertí en competencia suya, me consideró un traidor. Así que tú te has visto atrapada en un conflicto de familia. Mamá jamás renunciará a buscar la gran reconciliación. Tiene un plan infalible, según ella, para que papá y yo nos reconciliemos.
—Ya, pero eso no tiene nada que ver conmigo.
Pedro denegó lentamente con la cabeza. Una vez admitida Paula en el club de víctimas de Ana, él sentía cierta camaradería.
—El método para reducir sentimentalmente a mi padre es que yo tenga un heredero...
A Paula, conociendo a la mitad del conflicto, le parecía más que dudoso que llegaran a comunicarse algún día.
—Y ahí es donde entras tú.
—¿Yo?
—No pensarás que puedo engendrar un heredero yo solo.
—¿Tiene que ser un chico?
—No, basta con que sea un Alfonso. Bueno: mitad Alfonso. La otra mitad... Paula estaba estupefacta.
—¿Qué pasa? ¿He sido seleccionada por mi amplitud de caderas?
—No te alarmes. Yo también creo que se ha equivocado.
¿El comentario se refería a sus caderas o al atractivo de Paula en su conjunto? Es decir, a su falta de atractivo. En cualquier caso, era un poco cruel tener que escuchar, como si no la afectara, que el hombre por el que ella bebía los vientos no la consideraba adecuada.
—¡Pobre Ana! —Paula dejó a un lado su propia mortificación para solidarizarse con el infortunio de la otra mujer, dividida entre su marido y su hijo—. Tiene que ser durísimo para ella. ¿Sabe tu padre que estás aquí?
—Probablemente —como cada vez que se refería al padre, su expresión era adusta—. Tengo entendido que en casa han llegado a una especie de compromiso. No hablan de mí, pero estoy seguro de que él está al tanto de lo que ella trama.
—Y yo que pensaba que mi familia era rara... —Paula se interrumpió, al recordar con tristeza que ya no tenía familia, ni rara, ni corriente.
La falta de tacto, o quizá de hipocresía, de ella divertía a Pedro y el velo que había caído sobre sus ojos lo intrigaba.
—¿Tal vez algún día podamos intercambiar anécdotas sobre rarezas? Paula no reflejó su sonrisa.
—Tal vez —respondió, aunque estaba segura de que jamás sentiría la inclinación de contarle secretos de familia a ese hombre.
Bajó un par de los cómodos peldaños de la escalera hasta tener el agua por los tobillos. Al levantar la vista, su mirada se encontraba a la altura de la pierna izquierda de Pedro, cubierta de cicatrices.
Como es lógico, había ido desarrollando a lo largo de su carrera las defensas necesarias para que su natural simpatía hacia las demás personas no la arrastrase a sufrir con el sufrimiento de sus pacientes. Pero era como si esos anticuerpos se hubieran disuelto en el agua.
—¿Quieres una visita guiada de los costurones?
Paula bajó la cabeza, avergonzada.
Él se tocó la cicatriz que tenía justo encima de la rodilla.
—Esta es de la fijación externa. Cuando se infectó, hubo que recurrir a la ferretería interna —se señaló una cicatríz vertical, muy larga—. Una intervención un poco chapucera.
Paula se sentía fatal. Se juzgaba una pervertida. No podía quitarse de la cabeza el impulso de recorrer aquellas líneas con los dedos, con los labios. Tenía escalofríos de fiebre.
—Las he visto peores —dijo, con una voz ahogada—. Vamos a entrar en el agua.
¡Lástima que no estuviera bien fresca!
—Dame una opinión femenina —ante su gesto de incomprensión, él tuvo que explicarse mejor—. Ya sabes.
¿Cuál es tu reacción instintiva? —hablaba con la indolencia tan frecuente en él, pero era evidente que había pensado mucho en aquello—. ¿Compasión, desagrado, repulsión? No te guardes nada. Me gustaría saber qué puedo esperar.
—Por Dios. La vanidad masculina no tiene límite, por lo visto. ¿De verdad crees que las mujeres somos así de superficiales?
—Hombre, ya que lo dices —prescindiendo de la mano que ella le tendía, Pedro bajó los dos primeros escalones con bastante agilidad: estaba claro que no la necesitaría durante mucho tiempo.
Wowwwwwwwwww, qué buenos los caps. Cada vez mejor esta historia jaja
ResponderEliminarMuy buenos capítulos!
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