—Supongo que a tí no se te escapará nada de un contrato.
Habló con vehemencia, pero Pedro no reaccionó.
—Sí, hay que estar pendiente de los detalles —contestó, serenamente.
—Para ser un tipo tan listo —saltó Paula—, hay que ver lo idiota que puedes ser a veces.
«Bueno, te estabas preguntando cómo reaccionarías. Ya has reaccionado».
Hubo unos chasquidos como de bocas que se quedaban abiertas bruscamente de par en par, e incluso Pedro, tan dueño habitualmente de sí mismo, puso cara de sorpresa y apartó el sillón del escritorio. Paula empezó a rezar sus oraciones.
—Gabriela, Tomás, me parece que no conocían a Paula.
—Encantado —dijo el joven de gafas, respetuosamente.
La mujer se limitó a echarle un vistazo bajo sus pestañas cargadas de rimel e, inmediatamente, con un cascabeleo de joyas de oro y una sonrisilla cargada de confianza en sí misma, se volvió de nuevo hacia Pedro.
Era evidente que había evaluado en menos de dos segundos a la chiquilla sosa de la coleta y no la consideraba competencia.
Paula había iniciado una sonrisa, pero se quedó en un cosquilleo de los labios. No es que ella detestase por principio a toda ejecutiva alta, delgada y vestida con un traje carísimo, pero esa noche parecía un buen momento para estrenarse.
—Siento estorbarlo, señor Alfonso, pero debería estar acostado —dijo y aguardó el chaparrón que indudablemente iba a caer sobre ella.
Pedro tardó unos segundos en admitir lo que acababa de oír. Al mirar luego a la señorita Chaves, la vió ciertamente aprensiva, pero convencida de que había hecho lo correcto. No pudo por menos de admirar su valor.
—Y este deseo de acostarme... —e hizo una pausa de efecto—, ¿responde a un interés personal, Paula, o meramente profesional?
Ella se ruborizó, aunque Pedro estaba en ese momento muy lejos de aparentar ser capaz de seducir a nadie. La hiperactividad que Paula había notado en sus gestos al entrar iba convirtiéndose en letargo.
—Perdone, tengo que aprender a controlar mis impulsos maternales.
—¡Touché! —se volvió hacia sus colaboradores, que no habían dicho palabra—. Me imagino lo que os ha parecido: una mandona...
—Que tiene razón.
Él se volvió rápidamente, con el ceño fruncido.
—Sí, Paula, como estaba a punto de decir cuando he sido groseramente interrumpido: por desgracia, en estas circunstancias, resulta que tiene razón. ¿Contenta?
No era el contento lo que predominaba en ella.
—Tengo tendencia a perder la noción del tiempo —concedió Pedro—. La verdad es, amigos míos, que ha habido ocasiones en las que, dormido, razonaba mejor que ahora.
—Claro, jefe, no hay problema —respondió de inmediato el joven de gafas. Dió un paso con intención de ayudar a Pedro a incorporarse, pero, evidentemente, se lo pensó mejor, y Paula lo admiró por su perspicacia.
La mujer aguardó a que se pusiera en pie para darle un beso en la mejilla.
—Naturalmente, Pedro: deberías habernos advertido.
Si no hubiera estado tan tensa, Paula habría sonreído, al ver cómo la sometía la pelirroja a un segundo escrutinio, bastante más reposado. Debía de estar preguntándose qué detalles decisivos se le habían escapado la primera vez.
—¿Hay algo que pueda hacer?
—Eres muy amable, Gabriela, pero esto es precisamente el trabajo de Paula. Comprende que debe ganarse el sueldo.
—Que es espléndido, por cierto —añadió ella, tratando de mantener el tono ligero, pero asustada por el deterioro que veía en él. Estaba aún más cerca de derrumbarse por agotamiento de lo que ella había supuesto.
—Ah, no sabía que habías contratado a una enfermera —comentó la pelirroja.
Y Pedro, con los ojos clavados en los de Paula, dijo:
—Y no lo he hecho.
Paula se dóo perfecta cuenta de que el no dar más detalles era deliberado. Lo que no podía determinar es si jamás daba explicaciones a sus colaboradores o es que disfrutaba poniéndola a ella en situaciones violentas.
Al cabo de cinco minutos, que más parecían media hora, Pedro posaba la cabeza en la almohada. Su voluminoso cuerpo estaba casi en diagonal, con parte de las piernas fuera de la cama, pero Paula, que a punto había estado de pedir refuerzos durante el traslado, ya se daba por satisfecha con haber llegado hasta allí. Pedro cerró los ojos casi inmediatamente.
—Es como si estuviera borracho, y no he tomado nada después del whisky de hace horas —dijo, con cansancio y perplejidad en la voz.
—Se llama privación del sueño —le informó ella con aspereza, tratando de distanciarse del enternecimiento que le producía verlo así, tan... bueno, no se podía decir vulnerable, pero, en fin, menos duro.
—Al cuerpo —siguió—, solo se le puede engañar hasta cierto punto, llegado el cual hasta tú tienes que dormir. Por cierto —añadió, malhumorada—, que no me pagan por hacer esto.
—¿El qué? —Pedro seguía con los ojos cerrados.
Paula le descalzó el zapato que aún llevaba puesto y, con algún esfuerzo, consiguió subir las dos larguísimas piernas a la cama.
—No me pagan por acostarte.
Subió la colcha. Lo que no pensaba hacer era quitarle nada más que los zapatos. Lo arropó hasta la barbilla.
—Lo has hecho por pura bondad.
—Me he quedado sin cenar por esto. Debo de estar chalada.
—Chalada, no; caritativa —y, después de lo que parecía un arranque espontáneo, tuvo que ir y estropearlo añadiendo, con entonación teatral—. Me toca en lo más hondo un gesto desinteresado como este, en medio de un mundo materialista.
—¿Te importaría hablar en serio un minuto? —suplicó ella.
Pedro levantó un momento los párpados.
—Lo que tú me pidas —dijo, volviéndolos a cerrar. Era patente el esfuerzo que estaba haciendo.
—Es muy importante que vuelvas al trabajo gradualmente —estaba muy preocupada.
—Ya sé, ya sé —bostezó y sacó una mano de debajo de la colcha—. Me gusta ocuparme personalmente de mi criatura.
—¿Tu criatura? O sea, que no solo diriges la empresa, ¡es que es tuya!
—Al principio éramos dos socios, hasta que el bueno de Damián estuvo a punto de jugársela entera.
—¿Jugársela? ¡Eso no es posible!
—¿Quieres apostar? —con una sonrisa provocada por su propio ingenio, Pedro se quedó dormido.
Paula permaneció unos instantes, escuchando el ritmo pausado y profundo de su respiración.
Muy buenos los caps!!!
ResponderEliminarMuy buenos capítulos!
ResponderEliminar