martes, 11 de agosto de 2015

Venganza y Placer: Capítulo 8

Me alegro de que hayas cambiado de idea. – dijo Pedro.
Paula  se había sentado en el otro extremo del asiento. La relajada sensualidad de hacía unos minutos, había sido sustituida por una tensa incomodidad que irritó a Pedro.
-No creo que Gonzalo opine lo mismo. Voy a tener que dar muchas explicaciones.
-¿Por qué? ¿por qué no soy lo bastante bueno para su hermanita?
Paula  rió con amargura.
-No. Porque hace poco… - se mordió el labio.
-Continúa.
-Nada – Paula se viró para mirar por la ventanilla – He tenido problemas y el pobre de Gonzalo siempre tiene que rescatarme.
-¿Y tu padres, donde están?
-Mi padre es diplomático. En estos momentos viven en El Cairo. Así que Gonzalo, que me lleva nueve años, siempre ha cuidado de mí.

Pedro  se estaba impacientando. Por lo que había visto, más que cuidar de ella, Gonzalo la trataba como si la poseyera, como un objeto sin pensamientos ni sentimientos propios.
El coche aminoró la marcha al acercarse a la entrada del museo. Un pequeño frenazo hizo que Paula se viera proyectada hacia a Pedro. En cuanto se rozaron el aire se electrificó. Pedro se bajó del coche casi sin dar tiempo a que las ruedas se detuvieran. Al instante estalló una lluvia de flashes y cuando se volvió hacia Paula, una mirada de sorpresa hizo que lo invadiera un poder de protección. Atrapándola contra su pecho, le protegió la cara con la mano y se abrió paso entre los fotógrafos. El corazón de Paula latía contra su costado y Pedro pensó en lo contradictorio de estar convirtiéndose en un caballero andante cuando lo que pretendía hacer era un ángel vengador.
En cuanto entraron al gran vestíbulo de mármol la soltó. Era evidente que seducirla iba a ser un placer por razones obvias, pero no había contado con implicarse emocionalmente en sus problemas familiares. No quería conocerla. No quería añadir matices a una realidad que resultaba más sencilla en blanco y negro. Paula no era una víctima de los Chaves. Era una Chaves. Y seducirla para después repudiarla era una forma de cobrar una antigua deuda, una transacción más de las que realizaba cada día en sus negocios.

Paula  parpadeó al encontrarse en aquel luminoso espacio que la devolvía del sueño a la realidad. Había pasado de repartir canapés a huir con un extraño que la hacía sentir mucho más ella misma que muchos de sus allegados. Íntimamente, habría querido que Pedro  volviera a estrecharla contra sí, pero ya caminaba varios pasos por delante, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para arrancar los ojos de su ancha espalda y mirar a su alrededor.
La gran sala octagonal en la que tenía lugar la recepción estaba repleta de gente, grandes damas de la aristocracia, nuevos ricos y artistas de premeditado aspecto desaliñado. El color dominante era negro, y Paula se arrepintió de haber escogido un vestido que no la hiciera hacer pasar por desapercibida. Pedro se acercó trayendo dos copas de champán. Las burbujas del champán explotaron en su boca. La piel le quemaba exactamente en donde él la había tocado. Alzó su copa hacia los labios y el cristal chocó con los dientes. Pedro le echó una brazo por la cintura..
-¿Estás bien?
Paula se sonrojó.
-Sí. Aunque llevo un vestido inapropiado.
Pedro la miró fijamente.
-No estoy de acuerdo. Eres demasiado hermosa y ardiente para vestir de negro. Así que levanta la cabeza y sonríe.
Paula  sintió una oleada de placer. Pedro la describía tal y como ansiaba ser. Rió.
-¡Qué tontería! Ni siquiera llevo lápiz labial.
-Mírame – dijo el sin inmutarse. Paula obedeció. Aunque su rostro no mostraba ninguna emoción, sus ojos estaban velados por una inquietante intensidad. Entonces con un íntimo gesto que la dejó perpleja, Pedro  masajeó los labios con el pulgar hasta sentir que se entreabrían bajo su tacto – Ya está – dijo, sonriendo al verla sofocada y jadeante – ahora parece que los llevas pintados.
-Gracias – dijo Paula, que se sentía florecer junto a aquel extraño. Bebió y se sintió tan burbujeante como el champán.
Hermosa y ardiente. Sonrió.

-¿Vamos a ver los cuadros? – preguntó por temor a quemarse en el fuego.
Pedro  asintió en un gesto seco.
-Supongo que no es tu primera visita – dijo tomándola por la cintura para protegerla de la gente.
-No, pero la de hoy es diferente.
-¿Porqué?
«Por que estoy contigo»
-Porque es más excitante, más íntima – ante la mirada de curiosidad de Pedro, Paula explicó – Aunque haya toda esta gente, la oscuridad le da un carácter más íntimo.
Pedro la guió de la mano hasta la puerta de una de las salas de forma rectangular en donde se exhibían las obras. No había más que algunos grupos reducidos, charlando en voz baja.
-No he preguntado cual es el título de la exposición – preguntó Paula para ignorar el deseo enorme que le provocaba las manos de Pedro.
-Cien años de piel – dedicándola una mirada que la desnudaba – está dedicada al desnudo.
Paula miró a su alrededor y descubrió que estaban rodeados de cuerpos desnudos, de pie o reclinados, con insinuaciones seductoras o de indiferencia. Pedro le habló al oído:
-¿Por donde quieres empezar?
La pregunta ambigua despertó el deseo en Paula. Pedro le empezó a masajear la nuca mientras la miraba fijamente a los ojos. Paula en un suspiro de rendición, le tomó la mano.
-Ven – dijo con voz ronca, y lo llevó delante de Olympia Manet, que les devolvió la mirada con aire retador - ¿No te parece maravilloso?
En lugar de Pedro mirar el cuadro siguió masajeando el interior del brazo de Paula.
-¿Qué la hace especial? – preguntó al tiempo que levantaba la mano hacia los labios de Paula. Ella inhaló mucho aire pagar apaciguar el fuego del deseo que le quemaba exactamente en los lugares que el le tocaba. Olympia la miraba como si la entendiera.
-Me encanta – susurró a la vez que abría la mano y Pedro le besaba el interior del codo – a pesar de estar desnuda lleva un brazalete y unos zapatos de tacón.
-Solo uno. Debe de haber perdido el otro. Continúa.
Paula apenas podía respirar.
-Y casi puedo sentir el roce de su chal de seda sobre su piel – posó la mano en la mejilla de Pedro y sintió su incipiente barba - ¿A tí te gusta?
Pedro sonrió insinuante.
-Sí.

2 comentarios:

  1. Ayyyyyy, me aprece que Pedro no va a poder vengarse como quiere, va a caer rendido a sus pies jajajaja. Muy buenos los caps.

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  2. Wow wow! Buenísimos caps! Creada vez mejor, espero ansiosa los prox bsoos @GraciasxTodoPYP

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