jueves, 6 de agosto de 2015

La Clave Para Conquistarte: Capítulo 33

—Es posible que no funcione. Conmigo no funcionó. Pero aun así creo que muchas de sus sugerencias son válidas. Y me gusta hacer algunas cosas de la forma que Norma propone. Las encuentro naturales y divertidas. Intenta seguir sus consejos durante un mes, y veremos qué sucede después.
—¿Tú vas a continuar haciéndolo?
—No lo sé, ¿por qué?
—Me he enterado de que Gabriel y Javier Jordan te han estado llamando y no les has hecho ningún caso. Ya llevas demasiado tiempo rechazándolos. ¿Por que no aceptas sus invitaciones la próxima vez que te llamen?
—Oh, Gabriel es tan previsible. Y Javier….
—Pero si de verdad estás dispuesta a olvidar a Pedro, tendrás que empezar a salir con otros hombres.
—Tienes razón — Paula suspiró. A veces la vida estaba llena de dificultades.
Paula pasó el viernes por la noche y todo el sábado con su prima. Cada vez que Leticia estaba a punto de llamar a Matías, Paula la instaba a seguir las sugerencias de Norma. Y cuando la vio vacilar, le ofreció hacer un pacto: ambas utilizarían los ingredientes de Norma durante un mes. Paula además se mostró de acuerdo en dar una oportunidad a quien quiera que la invitara a salir.
El sábado por la tarde, nada más llegar a su casa, sonó el teléfono. Corrió a contestar con el corazón en la garganta e intentando reprimir la ilusión de que fuera Pedro el que llamaba.
—¿Diga?
—Hola, Paula. Soy Gabriel. Quería saber si estabas libre mañana —comentó vacilante.
Por un momento, Paula estuvo a punto de decirle que no, pero se impuso el sentido común. Era preferible salir a pasarse el día llorando en casa.
—Sí, no tengo nada que hacer ¿en qué habías pensado?
—¡Magnífico! He pensado que podíamos jugar un partido de tenis y después cenar en el club.
Por un momento, el recuerdo de la última noche que había pasado en el club de campo se apoderó de la mente de Paula. Pestañeó con fuerza. Aquélla era una buena oportunidad para cubrir aquel recuerdo con otro nuevo.
La cita con Gabriel había sido agradable, pensaba Paula mientras se acostaba al día siguiente. No había sido la mejor de su vida, pero se había divertido jugando al tenis. Y había vuelto a encontrarse con otros conocidos de West Bend. Desde luego, había sido infinitamente mejor que quedarse en casa sola durante todo el día.
El lunes recibió una llamada de una empresa que acababa de recibir su curriculum. Y otra de Gabriel invitándola a salir el miércoles por la noche. A continuación llamó Javier Jordan, que quería saber si estaba dispuesta a salir con él el viernes por la noche. Paula contestó afirmativamente a la entrevista de trabajo, a Gabriel y a Javier. Quizá no pudiera tener al hombre de sus sueños, pero no le importaría nada demostrarle que aunque él no tuviera ningún interés en ella, otros hombres sí lo tenían.
La entrevista de trabajo de Paula fue el martes por la mañana. A Paula le encantó la propuesta de trabajo, que resultó ser mucho más interesante de lo que esperaba. Además de a su jefe inmediato y al presidente de la empresa, conoció a algunos de sus futuros compañeros durante la entrevista. Cuando la invitaron a quedarse a comer con ellos, comprendió que el trabajo era suyo.
Esa misma tarde la llamaron para decirle que si lo quería, el trabajo era suyo y Paula aceptó. Tenía que empezar al cabo de dos semanas que ella decidió utilizar para encontrar casa y regresar a Nueva York a por sus cosas.
Estaba deseando compartir con Pedro la buena noticia, pero lo evitó prudentemente. No lo había visto desde el día de su discusión y sabía que era preferible seguir evitándolo a pesar del dolor que desde entonces se había instalado en su corazón.
El martes por la noche fue a celebrar con Leticia su nuevo trabajo. Gabriel se mostró tan encantado con la noticia que en la cena del miércoles pidió hasta champán. Para el viernes, Paula  había localizado ya un apartamento ideal.
Su vuelo a Nueva York salía el sábado a primera hora de la mañana. Pensaba pasar unos días allí y hacer los arreglos correspondientes para que le enviaran los muebles a Charlotte. Cuando regresara, quería instalarse directamente en su nueva casa.
Era tarde cuando Javier la llevó a casa el viernes. Habían estado bailando en Charlotte y Paula se había esforzado en mostrarse agradable. Javier era un hombre interesante, encantador y divertido. Había disfrutado con él. Y supo que Javier estaba interesado en ella en cuanto la presionó para que volvieran a quedar. Le explicó que iba a estar fuera durante un par de semanas y le prometió llamarlo en cuanto estuviera instalada en su nuevo apartamento.
En casa, hizo lentamente la maleta. Pensaba ir a casa de Leticia por la mañana para que ella la llevara al aeropuerto. Como no quería volver a casa de sus tíos, tenía que dejar en la de su prima todas sus cosas.
Al abandonar aquella casa, su mirada voló inevitablemente hacia la casa de Pedro. Había sido tan feliz durante aquellas semanas… Sonriendo con tristeza, recordó cada una de las horas que habían pasado juntos. Lo echaría de menos. Echaría de menos todo lo que juntos podían haber tenido. Pero ya era hora de seguir avanzando. El mundo entero la estaba esperando y no podía dejarse paralizar por un sueño.
Ya tenía experiencia. Once años atrás, había cerrado la puerta al pasado para mirar al futuro. Sabía ya que podía hacerlo. La vida podía no ser tan maravillosa como lo sería al lado de Pedro, pero eran muchos los ratos buenos que en ella se podían pasar. Y ya encontraría a otro hombre algún día.
—Adiós, mi amor —dijo suavemente. Posaba la mano contra el cristal de la ventanilla como si pudiera acariciar el jardín, como si pudiera acariciar su casa. Como si pudiera tocarlo a él.

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