martes, 18 de agosto de 2015

Venganza y Placer: Capítulo 19

Miró a Pedro, y vió el dolor reflejado en sus ojos. Con la punta de sus dedos recorrió el rostro de Pedro y en un acto desesperado lo besó, lo cual él reacciono pegándola hacia él. Con una mezcla de victoria y desespero, se dió cuenta que su plan y la venganza estaba funcionando, pero no le brindaban satisfacción, se sentía como si estuviera en una hoguera y su cuerpo se retorcía porque lo estaba quemando. Tomó a Paula  por el hombro y la besó ferozmente. Ella le desabrochó los pantalones y ambos lograron liberar su endurecido sexo. Pedro sentía el aliento de Paula en su cuello, con manos desesperadas Pedro deslizó su mano por el vientre de Paula hasta llegar a su sexo. Paula sintió fuegos artificiales al sentir los magistrales dedos de Pedro moverse circularmente en su centro..
-Pedro… ahora… te necesito… ya
Pedro quiso que sus gritos de éxtasis espantaran a los fantasmas de pasado y que desapareciera las voces de culpabilidad de su cabeza. La besó con ciega pasión y rodaron por el suelo. La colocó encima de él, penetrándola firmemente. El dolor lo atravesó al sentir los cristales rotos, enterrarse en su espalda. Encima de él, Paula, de una belleza única, meneaba las caderas. La sujetó por las caderas y de pronto sintió que s detenía una fracción de segundos antes de que una sucesión de estremecimiento de placer la poseyeran. Pedro  olvidó de dolor y se entregó a la espectacular y violenta liberación.
Paula colapsó sobre él, y Pedro gustosamente la abrazó y le acarició la cara. Ambos estaban sudados y Paula rozando sus labios con el pecho de Pedro susurró:
-Ahora lo entiendo. Gracias por mostrármelo – alzó la mirada y tras mirarlo a los ojos volvió a colocar su cara en el pecho de Pedro – el cuadro no tiene nada que ver con el odio. El cuadro trata sobre el amor.
Es sobre el amor. Pedro se sintió confuso y desorientado. Para él, el significado del cuadro era el símbolo del poder y la tiranía, y nunca del amor. El sentimiento que lo había llevado a mostrarle a Paula era amor. Era la primera vez que lo sentía. Se había esforzado por ser tan cruel y frío, como ellos, y al lograrlo, acababa de darles razón. Cincuenta años antes los Schulz consideraban que Horacio Alfonso no era lo bastante bueno para su hija, y esa humillación lo había impulsado a alcanzar el éxito. En ese instante tuvo la dolorosa certeza que él tampoco era lo bastante bueno, para la hermosa Paula Chaves, y nunca la merecería. Paula se echó a un lado y lo miró.
-No me habías dicho que eras artista – dijo mirándola fijamente.
-Porque no lo soy. – lo dijo en un tono que Paula percibió cierto sarcasmo – soy un millonario especulador. ¿recuerdas?
Paula rió.
-Claro, pero lo que me pregunto es como alguien con tu talento se dedica a ganar dinero.
-Si supieras cuanto gano, no me lo preguntarías.
-Claro que sí– dijo Paula dejando de sonreír – abandonar lo que amas por dinero es venderse – trazo con el dedo su dibujo en el cuello – no pareces del tipo de persona que se pueda comprar con dinero.
Esas palabras fueron como un puñal en el corazón de Pedro. Se levantó a recoger la ropa regada del suelo.
-No me he “vendido”. - Le pasó la falda a Paula sin mirar. – hay otras razones.
-¿Le desilusionó a tu padre que no siguiera sus pasos en el arte?
-Él piensa que no sé ni dibujar.
-¿Qué quieres decir?
-Nunca lo supo. Tuve un profesor de arte que quería que estudiara Bellas Artes, así que deje de ir a sus clases. Desde entonces no he pintado nada – aunque hablaba con calma sus manos al abrocharse el cinturón mostraba ira – Horacio nunca supo que el arte me interesara.
Paula sintió un nudo en la garganta.
-¿Por qué?
-¿Tú porque crees? Él podía haber sido el mejor pintor de su generación, pero lo perdió todo en el incendio. ¿Cómo iba a experimentar lo mismo que él?
Paula se puso de pie y trató de contener las lágrimas. Quería salir de allí.
-¿Por eso tiraste tus energías para conseguir éxito por otras vías?
-Algo así.
Mentirle lo hizo sentirse despreciable, pero la verdad era demasiado cruel como para expresarla. Su motor principal era demostrarle a la familia de Paula, que él podía ser igual de poderoso y rico como ellos.
-Háblame del incendio – dijo Paula dulcemente.
Un voz en el interior de Pedro decía: “venga, díselo, cuéntale como su tío provocó el incendio para así destruir la carrera de tu padre y quitarle lo que poseía. ¿No era eso lo que quería todo el tiempo, que Paula  supiera de lo que su familia era capaz?”
-No hay nada que contar – dijo con aspereza – sucedió antes de que yo naciera. Horacio había trabajado duro para una exposición que tenía. Y lo perdió todo en el incendio.
-¿Y sus manos quedaron tan dañada que ya no pudo pintar?
-Sí. Entró para salvar el único cuadro que le importaba: La Dame Schulz. – “el cuadro por el que tu familia provocó el incendio”.
Paula no pudo contenerse fue hacia él y lo abrazó por atrás. Él no pudo evitar un gemido de dolor.
-¿Qué pasa?
-Nada.. nada.
Había cierto paralelismo, pensó Pedro. Su intención inicial era seducirla para hacerle sufrir. Pero lograrlo le había costado a él el dolor físico que sentía en aquel instante. Se trataba de un acto de justicia que casi lo alegraba.

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