jueves, 27 de agosto de 2015

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 1

Houston, Texas
Había una televisión en la encimera. Tenía el volumen apagado y un locutor parecía dar las noticias de las seis. Al otro lado de la diminuta cocina, Paula Chaves estaba sentada a la mesa y acunaba a su hijo Felipe de ocho años, contra el pecho. Tenía la barbilla apoyada en lo alto de su cabeza y unas lágrimas de remordimiento caían sobre el pelo rojo del chico, el único rasgo que compartía con ella. Las dos mujeres que estaban sentadas enfrente podían ver la mejilla amoratada y el labio partido. Habían acudido en cuanto se enteraron de que habían atacado al chico y les ofrecieron apoyo y consuelo, como habían hecho otras muchas veces.
Florencia  miró a Zaira con preocupación y se inclinó hacia delante para posar la mano en el brazo de Paula.
—No es tu culpa. No debes reprochártelo.
Paula se mordió el labio inferior y abrazó con más fuerza a Felipe.
—Sí lo es. Si hubiera estado en casa, no habría pasado nada.
Puso la mano en la cabeza de su hijo como si así fuera a protegerlo de la pandilla de chicos que lo había atacado.
—No tendría que haberme divorciado de Pete —siguió ella—. Tendría que haber hecho caso de mi madre y mirar hacia otro lado cuando él me engañaba.
Zaira dio un respingo.
—¡Paula! ¡No lo dirás en serio!
—Claro que lo digo en serio. Si me hubiera quedado, no habría estado trabajando, habría estado en casa con mis hijos.
—Eras muy desdichada con Martín Rodríguez—le recordó Zaira—. Te engañaba a todas horas.
—Pero estábamos seguros —Paula levantó la cara llena de lágrimas—. Sacrificaría mi orgullo por la seguridad de mis hijos.
—¿Y la felicidad de tus hijos? —le preguntó Zaira—. ¿También la sacrificarías?
Paula cerró los ojos ante el doloroso recordatorio.
—Es verdad, ¿no? —siguió Zaira—. Los chicos son más felices ahora que cuando estabas casada con Martín. Él nunca estaba con ellos. Estaba demasiado ocupado con su trabajo y persiguiendo chicas. Además, cuando estaba en casa no parabais de discutir.
—Pero mis hijos estaban seguros —insistió Paula—. Yo estaba en casa para cerciorarme de que lo estaban —apoyó otra vez la barbilla en la cabeza de Felipe y miró hacia la pantalla. Se puso rígida y abrió los ojos como platos—. ¡Florencia, corre! ¡Sube el volumen!
Florencia, asustada, se volvió y subió el volumen de la televisión. Un reportero estaba delante de una señal de Temptation.
—Temptation, ¿tu tía Alicia no vive allí? —preguntó Florencia.
Paula asintió con la cabeza, pero sin dejar de mirar a la pantalla.
—…otras poblaciones rurales pierden lentamente sus habitantes ante al atractivo de las grandes ciudades, pero Temptation, en Texas, ha trazado un plan para salvarse.
La cámara enfoco hacia el aletargado pueblo. Paula sintió un vacío en el estómago al acordarse de los veranos que había pasado allí con su tía Alicia.
La bandera estadounidense seguía en el tejado del colmado de Carter, que además de tienda, era la oficina de correos. Un poste a rayas blancas y rojas daba vueltas a la puerta de la peluquería. Lo único que se movió fue una camioneta polvorienta que cruzó la calle.
—Eso es —susurró Paula con un brillo en los ojos—. Nos mudaremos a Temptation.
—¿A Temptation? —preguntó Leighanna con incredulidad.
—Sí, a Temptation —confirmó Paula.
—¿Conoces a alguien allí?
—No. Allí vivían el tío Rodolfo y la tía Alicia, pero ya murieron.
—Paula… no puedes irte a vivir a un sitio donde no conoces a nadie. Temptation es un pueblo muy pequeño. Vive más gente en una manzana de Houston que allí.
—Efectivamente.
—¿Dónde vivirás? ¿Dónde trabajarás? El periodista ha dicho que la economía esta apagándose.
—Tengo la casa de mi tía Alicia—contestó Paula sin dejar de mirar a la pantalla—. Tiene un inquilino, pero le diré que tiene que marcharse. En cuanto al trabajo, ya encontraré algo.
Florencia sabía que no podía hacer nada contra Paula si se le había metido algo en la cabeza, y se volvió hacia Zaira. Ésta era la más sensata y tan cabezota como Paula.
—Zaira, por favor, intenta que se dé cuenta del disparate que quiere hacer —Zaira no dejó de mirar la televisión—. ¡Zaira! ¡Ayúdame!
—¿Qué? —la miró como si saliera de un sueño.
—¡Por el amor de Dios, Zaira! Paula dice que ella se va a ir a vivir a Temptation. Tienes que hacer que entre en razón. A mí no me hace caso.
Zaira se volvió lentamente para mirar a Paula.
—¿Quieres irte a vivir a Temptation?
—Sí. Si tengo que hacer la colada de otros para mantenerme a mí y mis hilos, lo haré. Haré lo que sea para salir de Houston e ir a algún sitio seguro.
Aunque podría haber elegido cualquier otro sitio, Zaira entendía que su amiga necesitara poner toda la distancia posible entre ella y los malos recuerdos.
—Entonces, vete —agarró con fuerza la mano de su amiga—. Y si alguna vez necesitas algo, sea un hombro para llorar o un préstamo para salir adelante, solo tienes que llamarme.
Florencia estuvo a punto de caerse de la silla. Paula también agarro la mano de Zaira con lágrimas en los ojos.
—Gracias, Zaira.
Paula miró a Florencia con la necesidad de que también le diera su aprobación. Florencia dudó un instante antes de añadir su mano a las de sus amigas.
—Creo que estás loca, pero yo, como Zaira, estaré aquí para lo que quieras.

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