Casi todos los hombres de la emisora la trataban como a una hermana pequeña o como un chico más. En aquel entorno se sentía segura, pero Paula presentía que aquel hombre no era parte de ese mundo. No quería sentirse atraída por un rompecorazones.
—Te estaba elogiando —dijo él sacudiendo la cabeza.
—Los hombres no deben decir cosas así en el trabajo.
—Esto es lo que pasa por culpa de tanta tontería sobre cómo ser políticamente correctos. Los hombres están hechos para ser atraídos por las mujeres.
—Eso es obvio.
—Estamos de acuerdo entonces —dijo él arqueando una ceja.
—¿Sobre qué?
—Que yo he actuado según lo programado.
Ella se echó a reír. No pudo evitarlo. Pedro era encantador y deseaba quedarse con él en el pasillo toda la mañana discutiendo tontamente.
—No intentes decirme que tan sólo pretendías ser amable, me estabas acariciando la mano.
—Me gustan las mujeres guapas.
—Ya me he dado cuenta. Pero no me interesa formar parte de tus aventuras.
Él echó la cabeza para atrás y empezó a reírse. Paula sonrió.
—Bueno, señor Alfonso. Ha sido un placer conocerlo.
—El placer ha sido mío, Paula.
Ella se fue caminando sin mirar atrás. No le importaba lo que el nuevo director dijera, ella iba a guardar las distancias con Pedro Alfonso. Formaba parte del tipo de hombres por el que se sentía atraída, lo que significaba que no era el indicado para ella.
Pedro se quedó mirando a Paula hasta que desapareció y una sensación familiar lo invadió: el deseo de llegar a más. Normalmente, sentía una fuerte atracción por las mujeres con las que salía y poco más. Pero ella había hecho que despertasen sus ansias de sentirse completo en la vida. Aquella parte de él había quedado enterrada después de su breve matrimonio quince años atrás. Paula Chaves no era como él se la había imaginado. Su hermano había estado alabándola desde que la contrató hacía dos años. Federico tenía una gran debilidad: las mujeres, todas las mujeres. Amaba de manera breve, pero apasionada, al igual que su padre.
Su padre, Horacio, había vivido deprisa, montando en motocicleta y haciendo acrobacias arriesgadas, desafiando a Evel Knievel en atrevimiento y valentía. Desgraciadamente, el destino lo dejó paralizado de la cintura para abajo tras una acrobacia, lo que cambió el matrimonio de sus padres, que nunca volvió a ser igual.
Pedro había imaginado que el aprecio que Federico sentía por Paula era un flechazo, como en otras ocasiones. Al igual que las acrobacias de su padre, los intentos de Federico de tener relaciones tenían más probabilidad de fracasar que de convertirse en amor verdadero. Paula era el tipo de mujer con la que fantaseaba, pero él ya había tenido demasiados trofeos sexuales. Lauren tenía buenas curvas y era atractiva. Su sonrisa era dulce y sus ojos comunicaban humor e inteligencia. Y eso era lo que le atraía de verdad. Se movía con gracia y armonía. Volvió a recorrer el pasillo, a pesar de estar a punto de salir del edificio. Federico salía del ascensor de los ejecutivos con un hombre grueso y de poco pelo y una mujer delgada y rubia que irradiaba seguridad en sí misma. Se acercó a ellos.
—Hola, hermano mayor, ven a conocer al equipo que elevará los niveles de audiencia –dijo Federico.
Federico era unos centímetros más bajo que Pedro, el cual medía dos metros exactos. En vez de tener el pelo oscuro como Pedro y su padre, él lo tenía rubio como su madre.
—Pedro, te presento a Rolo King y su productora, Vanina Sosa.
—Es un placer —dijo Pedro y estrechó sus manos— ¿De dónde son?
—De Nueva Orleans.
—De Orlando. Dijeron los dos a la vez.
—¿Cómo? —preguntó Pedro.
El mercado radiofónico de Orlando era mucho más prestigioso que el de Nueva Orleans.
—De los dos sitios —dijo Rolo encogiéndose de hombros—. Primero estuvimos trabajando en Orlando, y últimamente en Nueva Orleans.
—¿Es locutor de radio? —preguntó Vanina a Pedro.
—No. Soy el dueño de una discográfica y tengo intereses en otros negocios.
Siempre había preferido vivir apartado de la fama. Había crecido rodeado de la fama de su padre y eso había sido suficiente para convencerlo de querer mantener una vida discreta y privada.
—La empresa Speed Demon Records es una de las mejores —dijo Federico.
Federico siempre había admirado a Pedro. Y Pedro había desempeñado el papel de padre y hermano de Federico, porque su padre había estado muy ocupado demostrando que no había perdido su masculinidad al quedar inválido.
—¿Soltero? —preguntó Juampi.
Federico miró a Pedro sin decir nada.
—Sí.
—¿Has hablado ya con Paula? —dijo Federico a su hermano.
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