martes, 29 de agosto de 2017

Guerra De Amor: Capítulo 21

—Claro que sí. No me gusta oírte decir que estás buscando al hombre ideal. Dame una oportunidad, Pau.

—¿Por qué? Los dos sabemos que somos muy diferentes para que las cosas entre nosotros funcionen.

—Creo que el otro día disfrutaste entre mis brazos. Sé que lo he estropeado todo, pero tenía miedo de llamarte.

—Tú no temes a nada.

—Tengo miedo de lo que me haces sentir, Pau. Dame otra oportunidad. No te vayas con cualquier extraño.

—Es sólo un concurso de radio, no la realidad. No voy a escoger a ningún hombre de ese concurso.

—¿Me lo prometes?

—Tengo que dejarte.

—Lo sé —dijo él—. ¿Sabes? Me gusta oír tu voz por la mañana.

—Me alegro.

Él se rió y colgó. Paula sacudió la cabeza.

—¿Tu novio? —preguntó Rolo.

Ella se encogió de hombros.

 —¿Tenemos alguna llamada de los oyentes?

—Tres que creo que pueden funcionar. Uno de ellos es el encargado de un restaurante, otro un trabajador de la construcción y el tercero, un cocinero.

—¿Un cocinero?

—Sí.

—A las mujeres les gusta que los hombres sepan cocinar —dijo ella pensando en Pedro  y su sopa.

—Eso es lo que sospechaba. Esto va a ser más dilicil de lo que parecía.

—Sí. Quién iba a decir que hacer de casamenteros iba a ser tan complicado.

—No tienes ni idea de lo difícil que es —dijo Rolo con ironía.

 La música cesó y volvieron a estar en antena. Hablaron con los tres oyentes y otros dos más que llamaron a continuación.

Paula disfrutó durante la mañana y se alegró cuando llegó la hora de abandonar el estudio. Estaba cansada de hablar sobre relaciones entre hombres y mujeres que llevaban demasiado tiempo buscando pareja. Aquellos comentarios la  habían incomodado y le habían hecho recordar que Pedro era todavía parte de lo desconocido. Al salir del edificio, se encontró con que la estaba esperando. Estaba apoyado sobre el capó de un Porsche negro, mirándola. Dudó al verlo, pero él se acercó a ella sonriendo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Disculparme en persona e invitarte a comer algo.

—¿Cómo sabes que no he comido?

—He hablado con Fede.

—¿Para qué?

Él se encogió de hombros.

—Para asegurarme de que podía invitarte a comer.

 —Hoy no puedo. Tengo...

—Paula.

Ella miró por encima de su hombro y vio que Ray King se dirigía hacia ellos.

—Siento interrumpir —dijo Rolo, pero Pedro sospechó que en el fondo no era así.

 —No te preocupes, Rolo. ¿Conoces a Pedro Alfonso?

—Sí, nos conocimos en el despacho de Fede el día en que empecé a trabajar aquí. Encantado de volver a verte.

—Lo mismo te digo. íbamos a comer. ¿Podemos ayudarte en algo? —preguntó Pedro, acercándose hasta Paula y tomándola por la cintura.

—Esta tarde hacemos la emisión desde el Teatro Fox para promocionar el concurso Un kilómetro de hombres y quería recordarle a Paula que tiene que estar allí.

Pedro gruñó.

—Déjalo —dijo Paula.

—¿Cuál es el problema?

Pedro se dió cuenta de que la había puesto en un compromiso.

—Nada, sólo que me parece una estupidez eso de Un kilómetro de hombres.

—¿Sigues pensando en organizar Un kilómetro de mujeres? —preguntó Paula en tono irónico.

—Claro que no.

 —¿Por qué no vienes con nosotros? —intervino Rolo—. Así tendríamos otro punto de vista acerca del concurso.

—Déjalo, Rolo. Pedro tiene sus propios negocios de los que ocuparse. No puede dejarlo todo sólo para estar presente durante la emisión del programa.

Pedro se percató de que Paula pretendía mantenerse fría y distante. Había salido con suficientes mujeres como para saber que si dejaba que se fuera en aquel momento, no le daría ninguna oportunidad de volver a acercarse a ella.

—Allí estaré. Diganme a qué hora es.

 —A las cuatro —respondió Rolo—. Ciao.

—Ciao —dijo Pedro y tomando a Paula por el codo, la acompañó hasta la puerta de su coche.

—¿Acaso he accedido a comer contigo?

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