sábado, 26 de agosto de 2017

Guerra De Amor: Capítulo 18

—Sí. Nunca me reiría de tí, Pau—dijo él con voz grave.

Pedro la hacía sentirse bien. Paula dejó la taza en el suelo y se rodeó con sus brazos.

—Ésta es la imagen que tengo de tí y de mí —dijo ella mirándolo a los ojos.

—¿Desnudos? —dijo él levantando las cejas—. Porque eso no me haría reír, me haría aullar.

Ella sacudió la cabeza. Se distraía con mucha facilidad. Temía que si no se controlaba, aquello acabaría convirtiéndose en una aventura de unos meses. Después, volvería a estar de nuevo sola. No podía olvidarlo.

—No, aunque a mí también me gustaría. Bueno, lo que imagino es...

Él suspiró, alargó el brazo y la atrajo  hacia sí. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro. Aquello era lo que tanto había imaginado. Cerró los ojos y respiró hondo.

—Cuéntame tu secreto, Pau. Conmigo quedará a salvo.

Ella lo rodeó con sus brazos y volvió a cerrar los ojos.

—Esto era lo que deseaba, que me abrazaras.

—¿Algo más?

—Bueno...

—¿Qué?

—Me encanta tu voz. En mi sueño, leías para mí.

 —¿Y qué te leía?

—Sonetos de Shakespeare.

—¿Acaso te parezco un hombre al que le gusten los sonetos?

—Sólo era una fantasía —dijo ella intentando separarse de él.

Pero él la sujetó y acarició su barbilla. Después la besó apasionadamente cumpliendo su sueño y haciéndolo más real de lo que ella imaginaba. Después de unos largos segundos, él levantó la cabeza y Paula vió un brillo especial en sus ojos.

—Nunca me entusiasmó Shakespeare, pero me sé unas cuantas líneas de Helena de Troya de Marlowe.

Paula volvió a apoyar la cabeza en su hombro y escuchó su voz. Retumbaba en su pecho. Todo era casi perfecto, aquella cita, su voz. Sentía que había encontrado lo que estaba buscando. Hundió los dedos entre el pelo de Pedro y atrajo su boca hacia la suya. Esa vez, ella tomó la iniciativa y metió la lengua en su boca, saboreándolo. Aquel hombre había calado en lo más profundo de su alma. Se echó sobre él, olvidando sus pensamientos, mientras Jack sujetaba su rostro entre las manos. Se besaron apasionadamente y ella dejó escapar un gemido, lo que hizo que Pedro deseara más. Se separó y lo miró fijamente, tenía los labios húmedos, las pupilas dilatadas y estaba ruborizada. Respiraba entrecortadamente, al igual que él.

—Entonces, ¿Yo soy Helena? —preguntó ella con voz sugerente.

—¡Por supuesto! —contestó él.

Pedro acarició su nuca y poco a poco, su mano fue bajando por la espalda de Paula hasta que llegó a sus nalgas. La tomó por las caderas y ella se acopló contra su cuerpo, sintiendo su erección.

—No hagas eso.

—¿Por qué no? Me gusta.

Ella echó la cabeza hacia atrás mientras se movía sobre él con los ojos cerrados y los pechos agitándose bajo la blusa. Era tan sensual como la había imaginado mientras escuchaba su programa de radio y comprobarlo le estaba poniendo al rojo vivo. Observándola, se sentía más excitado de lo que nunca había estado. Su blusa revelaba que los pezones se le habían puesto duros. La atrajo hacia él, le levantó la blusa y lamió sus pezones. Ella agarró su cabeza y lo estrechó contra su pecho.

—Más.

Pedro la mordió suavemente y ella dejó escapar un gemido, apretando sus muslos contra las caderas de él. Su fragancia femenina lo embriagaba y dejó de pensar. Se sentía mejor con aquella mujer que con ninguna otra con las que había estado. Le desabrochó los botones de la blusa y se la quitó y, la dejó a un lado. Su sujetador de encaje blanco le hizo suspirar. Se lo quitó y se detuvo a observarla. Sus pezones seguían duros, su estómago se contraía cada vez que respiraba y sus caderas se agitaban sobre las de él. La sujetó con fuerza para evitar que se moviera y poder mirarla cuanto quisiera. Su piel era suave y rosada. Levantó la otra mano y acarició primero un pezón y luego el otro. Se incorporó ligeramente y Paula tomó su cabeza entre las manos aproximándolo a sus pechos.

—Por favor... —dijo ella.

—Pídeme lo que quieras, yo te complaceré.

 Una música comenzó a sonar y Pedro miró hacia otro lado.

—Vaya, es mi madre.

—¿Cómo?

Paula se apartó de él y buscó algo en su bolso.

—Hola, mamá.

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