—¿Con mis genes? Mi padre abandonó a mi madre y mi tío era un canalla.
—Pepe, esas cosas no pasan de padres a hijos. Si quieres ser un buen padre, lo serás. Eres un hombre bueno. No hay maldad en tí y tienes mucho amor que dar. La verdad es que lo has tenido guardado durante muchos años.
—¿Eso es un cumplido o una crítica?
—Es la verdad.
—¿Y sigues queriendo casarte conmigo?
—Me casaría ahora mismo.
—Yo estaba pensando en hacerlo el día de Año Nuevo.
—Oh —murmuró ella—. Oh, Dios mío.
—En esa fecha Femme Fatale estará cerrada. Por vacaciones. ¿Hay alguna iglesia en Drybed Creek?
Paula parpadeó, atónita.
—¿Quieres que nos casemos en Drybed Creek?
—Por supuesto. La tradición manda casarse en la iglesia de la novia. ¿Drybed Creek tiene iglesia o no?
—Una pequeña. Pero no hay párroco. Un sacerdote va una vez al mes.
—Con eso nos vale.
—Pero hará mucho calor.
—Da igual. Haré que pongan aire acondicionado —dijo Pedro. Ella lo miró, sorprendida—. No voy a dejar que mi novia se estropee el traje con manchas de sudor, ¿No?
—¡Qué gasto más tonto!
—Pondremos aparatos con ruedas y después los llevaremos al hotel, así que no será un gasto tonto. Por cierto, Arturo ha decidido arreglar el hotel…
—No me ha dicho nada.
—Me parece que ha sido Delia quien lo ha convencido.
—¡Delia!
—Tú querías que terminara con Delia, ¿No?
—Sí, pero…
—Típico de las mujeres cambiar de opinión.
—Yo nunca cambio de opinión.
—Me alegro. Y ahora, cállate y dame un beso.
—¿Aquí? ¿Con todo el mundo mirando?
—Nadie nos está mirando. Todos se han ido a tomar una copa en la carpa. Nos hemos quedado solos.
—Ah, es verdad. Pero ya sabes lo que pasa cuando me besas. Las cosas se nos van de las manos y…bueno, no podemos…
—Yo encontraré la forma —la interrumpió él, antes de besarla.
Fue un reto encontrar un sitio privado con tanta gente por todas partes. Pero Pedro ganó la apuesta. Como siempre. Esperaba que nadie se asomara a la caseta de los salvavidas, al lado del estanque. ¡Menuda vista! Casi podían tocar el agua. Eso le dió la idea de comprar una casa para Tanya en el puerto, con un muelle y un barco. A los niños les gustan mucho los barcos, pensó.
Se casaron en la única iglesia de Drybed Creek el día dos de enero. La novia estaba radiante y el novio no podía apartar sus ojos de ella. El banquete en el hotel Drybed Creek duró todo el día y Arturo se sentía tan orgulloso como si fuera el verdadero padre de Paula. Los novios debían dormir en el hotel y salir por la mañana hacia el aeropuerto de Broken Hill con destino desconocido, pero a Paula le daba mucha pena despedirse de Arturo, como siempre, y aquella vez Pedro tampoco tenía ganas de marcharse. Estar enamorado hacia que todo fuera diferente. Al final pospusieron la luna de miel durante una semana y se quedaron en Drybed Creek.
—¿Sabes una cosa, cariño? —preguntó Pedro, abrazando a su esposa—. He cambiado de opinión. Drybed Creek es un sitio muy romántico.
—Si —sonrió ella, pensando que cualquier sitio sería romántico si estuviera con su marido.
—¿Te importaría si esta noche no uso protección?
El corazón de Paula dió un vuelco.
—¿Estás seguro, Pepe? ¿Absolutamente seguro?
—No he estado más seguro de una cosa en toda mi vida —contestó él—. Sólo quería comprobar si tú lo estabas también.
—Yo quiero lo que tú quieras, Pepe.
Él sonrió. Y después, se besaron.
FIN
Que hermoso final!!! Me encantó esta historia!!!
ResponderEliminarHermosa novela! Muy linda historia! Gracias por compartirla!
ResponderEliminar