Benítez parecía preocupado mientras se dirigían a su oficina. Y debía estarlo, pensó Pedro con maliciosa alegría.
—No me pases llamadas, Carla —dijo Benítez, sin molestarse en presentar a su secretaria. La oficina de Marina había sido renovada con muebles caros, alfombras y obras de arte. Pedro se preguntaba cómo podía justificar tantos gastos si sólo estaba ocupando el puesto de gerente de forma temporal. A menos, claro, que hubiera planeado quedarse indefinidamente—. Esto es una sorpresa —empezó a decir, mientras se sentaba frente al impresionante escritorio de caoba—. No, sorpresa no es la palabra. Una casualidad increíble, más bien. Tendrás que perdonarme, Paula, pero en este momento estoy sin palabras. El cambio es tan impresionante…
—Desde luego —lo interrumpió ella—. Desgraciadamente, yo no veo ningún cambio en tí. Creo que puedes decir que tus días como gerente de Femme Fatale están contados, Diego. De hecho, se han terminado. Ahora mismo.
Bravo, pensó Pedro. Paula estaba furiosa, pero mantenía el control.
—No puedes hacer eso —dijo él, con expresión seria.
—¿Puedo hacerlo, Pedro? —preguntó , arqueando sus bien depiladas cejas.
—Claro que sí. Puedes contratar y despedir a quien quieras.
—Entonces, sus servicios en Femme Fatale ya no son necesarios, señor Benítez.
—¡Eres una zorra!
Pedro se levantó inmediatamente.
—Yo que tú tendría cuidado, amigo. Si no cierras la boca, despídete de la indemnización que pensaba pagarte por dejar el puesto.
El dinero solía detener a los canallas como él y Pedro lo sabía. Aunque él no estaba hablando de dinero.
—¿Cuánto?
—Ven conmigo y te daré un cheque ahora mismo.
Diego no perdió un segundo. Guardó sus cosas en un maletín de piel y salió del despacho sin mirar a Paula. Pedro fue tras él y le indicó que lo siguiera hasta el aparcamiento.
—¿Dónde está el cheque? —preguntó Diego.
—Aquí —contestó Pedro, golpeándolo con el puño en el estómago. Dos veces. Benítez cayó, de rodillas entre dos coches, buscando aire—. Y no te molestes en denunciarme porque no hay testigos.
—¿Por qué? —preguntó Benítez, casi sin voz—. ¿Qué te he hecho?
—No es lo que me has hecho a mí, es por lo que le hiciste a Paula. Eres un hipócrita y un canalla, Benítez. Pero esta vez te has acostado con la mujer equivocada.
Benítez se levantó con dificultad, sujetándose el estómago.
—Pero si no lo hice. Te lo juro. Está mintiendo si dice que nos hemos acostado.
—No me cuentes historias.
—No son historias. Estuvo provocándome durante días, pero sólo aceptó acostarse conmigo cuando le dije que iba a casarme con ella. Y entonces saltó esa maldita alarma de incendios… Te lo juro, Alfonso. No pasó nada —explicó el hombre—. A la mañana siguiente llamó mi mujer y Paula me dijo que no quería saber nada de mí. Las vírgenes son unas histéricas —añadió, despectivo—. Tienen que creer que están enamoradas antes de dar el último paso. Normalmente no me molesto con chicas como ella, pero Paula tenía algo especial. Y a tí también te ha enganchado, ¿verdad? Por eso has perdido los nervios —siguió diciendo, mientras tomaba el maletín del suelo—. Pues créeme, tendrás que decirle que la quieres porque si no, no vas a llegar a ningún sitio con ella.
Pedro tuvo que hacer un esfuerzo para no romperle los dientes. Pero Paula no podía haber sido virgen. Él se habría dado cuenta. Habría sentido algo. «Y lo sentiste, idiota. ¿Recuerdas lo estrecha que era? ¿Y el grito que dió cuando la penetraste?» No quería ni pensar que hubiera sido un grito de dolor y no de placer. ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Por qué esconder algo como eso? ¿Y por qué se había acostado con él sin promesas de amor y matrimonio? ¿Por qué? No quería pensar que ella creyera estar enamorada de él. ¿No sabía que él no podría amarla? ¿Que lo único que podía ofrecer era amistad y sexo? Salió del estacionamiento dispuesto a conseguir respuestas. Si había algo que no pudiera soportar era la incertidumbre emocional. Tenía que saber dónde estaba. Y tenía que dejar clara su posición. El amor no estaba en su agenda. No lo había estado nunca.
Que buena se está poniendo esta historia!!!
ResponderEliminar