martes, 7 de julio de 2015

Para Toda La Vida: Capítulo 9

Era hermoso. No, era mas que eso. Era alucinante.
Pedro siguió remando mientras yo me deleitaba con su figura. Los músculos de sus brazos contrayendose en cada movimiento. Unos 5 minutos después llegamos a nuestro destino. No se me había ocurrido que Pedro nos llevaría a ese lugar ya que formaba parte del paisaje, era un adorno en esta hermosa pintura. El faro se erguía a pesar de los años y años que llevaba construido en medio del mar. Quedé impactada con la forma en que aquella torre de luz abandonada se imponía sobre la inmensidad del océano a su alrededor. Pedro se detuvo en el pequeño muelle del faro y me ayudó a subirme antes de fijar el bote al muelle.
-Pedro que hacem… - Me interrumpió.
-Shhh. Sígueme. - Me entregó otra sonrisa radiante y me dió su mano para que lo siguiera.
A primera vista el faro estaba completamente abandonado. Eso me llevaba a preguntarme, que rayos hacíamos aquí. La entrada principal estaba completamente tapada con bloques de cemento, así que sí. Estaba cerrado el faro subí mi mirada y Pedro comprendió enseguida mi pregunta. Sin siquiera abrir la boca, me dirigió hacia una pequeña ventana en la parte trasera del faro y sonrió aun mas ampliamente.
-Se supone que entre por ahí?
-Oh sí.
-Pedro yo…
-Estoy aquí contigo. Es la única entrada y me pediste que te hablara de mí, así que, aquí estamos.
-Pero que tiene que… - Me interrumpió.
-Entra mujer!
-Esta bien, esta bien!
Con cuidado me senté en la ventana, luego subí una pierna, y luego la otra antes de lanzarme hacia dentro.
Pedro entró mucho mas fácil. Pude notar que llevaba muchísimo tiempo haciendo eso. Me pregunto si aquel día cuando estuvo en el bote... Ahí quedó el hilo de mis pensamientos en cuanto ví el interior del faro. Todo estaba lleno de polvo. Evidentemente alguien había vivido aquí.  Había una pequeña cocina, una salita y una puerta que supongo era un baño. A pesar de ser una torre el lugar era bastante amplio. Y el susurro del mar lo hacia acogedor, aunque jamas quisiera estar aquí en medio de una tormenta.
Pedro no me soltó. Me dejó apreciar lo que quedaba de la pequeña casita en el medio del mar. Me estaba acercando a la ventana cuando me detuvo y se encaminó a las escaleras.
Sentí  un salto en el estómago por el miedo a lo desconocido, pero estaba con Pedro, y ni siquiera un rayo podría asustarme mientras su mano abrigaba la mías.
Subí  con cuidado apoyada de la mano de Pedro. La puerta sonó al abrirse, pero lo que ví frente a mí no lo esperaba.
Una habitación perfectamente equipada. Pedro soltó mi mano y me dejó cureosear todo. La cama estaba perfectamente situada en el medio de la habitación, y el mobiliario parecía maltratado por la sal del mar, aun así todo lucia perfecto. Había una cartelera con decenas de recortes, fotografías, imágenes de los deseos de Pedro… Había una casa gigante, un avión, una camioneta, una foto de la torre Eiffel y del Cristo Redentor de Brasil. Había un billete de diez dólares y una foto de su familia.

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