Él fue el que se detuvo. Quitó una de mis manos de su cuello y la entrelazó con una de las suyas. El calor de su mano era tan reconfortante que me moría de ganas de sentirlas en todo mi cuerpo.
Increíble. Apenas lo había visto después de cinco meses y aun lograba despertar estos deseos en mí.
Fuimos al columpio de siempre. Alejados de le alegría de la celebración.
Él se sentó y me abrazo a su lado, con nuestras manos aun cruzadas en mi cintura.
Suspiré de felicidad, cuanto lo amé, cuanto lo amo, cuanto lo amaré.
Él sonreía, como debatiendose en su mente.
Yo lo miraba esperando a que él tomara la iniciativa.
Parecía divertido. Con miles de cosa en su cabeza, al parecer se decidió a hacer lo que esperaba, porque sostuvo mi cara y se acercó lentamente hasta rozar apenas mis labios. Pensé que me iba a matar de la ansiedad.
Aprovecho que estabamos así, simplemente rozando nuestros labios para susurrar:
-De verdad te extrañé - Y así terminar la distancia y capturar mis labios.
Era un beso tranquilo, con cada movimiento revivía los recuerdos de ese verano.
Ahí mismo, en la oscuridad temía perder mi autocontrol. Mis dedos se hundieron en su cabello, intentando profundizar aun mas el beso que compartíamos.
Nos separamos por aire y me acerqué a su oído para decirle, "vamos a la casa" con la voz mas seductora que pude usar.
Él me sonrió malevolamente y, pretendiendo ser casual, entramos a la casa.
Estaba oscura, ya que no había nadie que nos interrumpiera. Pedro me recostó en la puerta apenas la cerramos.
-Shhhh, nos van a escuchar. - Dije entre risas.
-Esto le da mas emoción.
Dí un salto para sostenerme con los brazos en el cuello de Pedro y las piernas en su cadera mientras él subía las escaleras a trompicones.
Ni siquiera quería pensar en que alguien entrara a la casa. En un momento estuvimos en mi habitación y el cerro con seguro antes de lanzarse sobre mi en la cama.
No se por que me daba tanta risa la situación. Quizás por mis ***** miedos de que nuestra relación haya terminado, o por como habíamos reaccionado al tocarnos.
-Que es tan gracioso? - Dijo Pedro mientras besaba mi cuello.
-Un chiste interno. - Le dije antes de empujarlo y quedar esta vez yo encima de él y deshacerme de la ropa que me estorbaba...
-Debo irme - dijo Pedro apenas susurrando mientras yo estaba acostada en su pecho. Nada se comparaba al sonido de su corazón y a nuestras respiraciones sincronizadas.
-Lo sé.
O era muy tarde en la noche o muy temprano en la mañana, pero aun así no había luz en el cielo.
No había signos de nadie en la casa, al menos despierto, así que Pedro pudo salir sin problemas.
Apenas toqué la almohada me quedé dormida.
Pasaron lo que pensé, cinco minutos cuando la luz del sol me despertó.
Escuchaba muchos murmullos en la casa. Acaso se habían enterado de lo de Pedro?
Bajé con cuidado las escaleras para ver a mi familia realmente preocupada. La familia Alfonso también estaba aquí. Todos ellos. Que había pasado?
Al parecer Pedro comprendió mi mirada y dijo:
-Los vietnamitas bombardearon Pearl Harbor.
Me quedé helada donde estaba. La segunda guerra mundial había comenzado.
La tensión seguía en la casa.
Todos daban vueltas y vueltas preocupados por la situación. Estaban tan absortos que ni papa ni mama dijeron nada de Pedro, incluso ahora que los dos estábamos sentados en la escalera y el tenia uno de sus brazos sobre mis hombros. Tal vez después de todo, habían aceptado nuestra relación.
La familia Alfonso se fue varias horas después.
Mi familia se reunió en el almuerzo para hablar de las cosas.
Papá tenia que arreglar unas cosas en la empresa, así que hoy mismo volveríamos a Charleston.
No hay comentarios:
Publicar un comentario