sábado, 11 de julio de 2015

Para Toda La Vida: Capítulo 17

Levanté mi cabello para que ella lo pusiera en su lugar en mi cuello, y no pude contener las lágrimas cuando me tomó una mano y me dijo lo orgullosa que estaba de mí.
Mi cumpleaños había sido perfecto.
Pero cierta persona no iba a dejar de hacerlo más perfecto aún.
Subí a la habitación y cuando me acosté en la cama, sentí un papel en la almohada.
Con cuidado abrí la hoja, doblada a la mitad y leí lo que decía:
”Es la primera vez que hago esto. Mis actos románticos eran prácticamente inexistentes hasta que tú llegaste a mi vida y me trajiste la mayor inspiración. Ese no es tu único regalo, te espera una sorpresa en el lugar de siempre.”
Al lado de mi almohada había una bola de cristal con un lazo rosa. La tomé delicadamente entre mis manos y la agité con cuidado. Las pequeñas bolitas de nieve revolotearon alrededor del carrusel que estaba en el medio. La base de la bola de cristal estaba llena de rojo, dorado y blanco. Habían notas musicales y otras formas que adornaban el exterior. Enseguida lo supe. El carrusel. El carnaval, nuestro primer beso. Aunque en ese momento quisiera degollarlo.
¿Como Pedro no podía ser romántico antes si ahora se parecía al mismo Romeo?
Él había dicho que había otra sorpresa en el lugar de siempre. Así que casi a las carreras, salí de la casa.
Caminé por la orilla de la playa mientras el murmullo del mar me acompañaba.
La noche estaba muy, muy oscura. Era extraño que la tormenta aun no hubiese llegado.
A lo lejos pude ver una luz.
Pero no era una luz. Eran decenas de ellas.
Todas estaban perfectamente alineadas formando un corazón.
Sonreí ante la idea de Pedro planeando, y haciendo todo esto.
Él apareció de la oscuridad con una última vela que sopló antes de desearme felíz cumpleaños de nuevo.
La alegría no cabía en mi corazón. Era el mejor cumpleaños de los 18 anteriores y todo gracias a él.
Me acerqué a él y lo abracé fuertemente, intentando meterme dentro de él para así no tener que separarnos nunca más.
Con un dedo levantó mi mentón solo para observarme, y cuando mis ojos se cristalizaron me susurró un “te amo.”
Me besó tiernamente, o al menos esa era la idea. Pero el momento era tan intenso que todo cambio en un segundo. Sentí una oleada de calor, eso era todo lo que Pedro me proporcionaba. Era como un fuego que estaba a punto de consumirme por completo, pero que era tan cálido que solo me aferraba a él.
Sus besos eran como el vino para un alcohólico en rehabilitación. Demasiado tentador y demasiado peligroso.
En ese momento perdí la cabeza.
-Vamos a otro sitio.
-Estás segura? - Preguntó él, con apenas un hilo de voz.
-Mas que segura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario