¿Cambiaste de parecer? - Preguntó seriamente.
Me hice la misma pregunta en mi mente. Había cambiado de parecer después de que Pedro había vuelto a mi vida?
-Lo amo.
-Quizás sea cierto, pero aun me amas a mi.
-Eres demasiado egocéntrico.
-Puedes mentirte a el, a tu familia, e incluso a tí misma, pero no puedes mentirme a mi Paula Chaves. Sigues amándome, así como yo lo sigo haciendo.
Dicho esto tomo mi cara entre sus manos y me acercó casi con violencia hacia él.
Al principio me resistí a su beso. Pero sus labios conocían demasiado bien el camino hacia los míos, y sentí como si estos tres últimos años no hubiesen pasado. Mis manos viajaron automáticamente a su cabello, intentando profundizar aun mas este beso lleno de sentimientos.
Sentía rabia, impotencia, y odio hacia mi misma, pero también sentía amor, pasión y deseo hacia Pedro.
Sus brazos se apretaron en torno a mi cintura y me alzo en un abrazo.
-¿Lo ves? Seguimos siendo los locos enamorados de siempre, eso es algo que simplemente no se puede ocultar. - Dijo cuando nos separamos para tomar aire.
No le contesté.
Dí media vuelta y caminé hacia la casa.
Pedro vino detrás de mí sin decir ni una palabra.
Cuando recordé que la puerta de atrás siempre estaba abierta por este tipo de incidentes. Por que tenia que recordarlo justo ahora y no antes de todo eso de las confesiones y el beso?
Pedro parecía estar muy divertido. Siguió caminando detrás de mí. ¿Acaso me seguiría también hasta el baño? Sabia la repuesta, pero no quise pensar en ella.
Las luces estaban apagadas.
Los abuelos llamaron para avisar que después de dar su paseo habían decidido visitar a su hija menor. Así que se quedarían en casa de Isabella y Lucas por la horrible lluvia que había comenzado a caer.
Pedro no se podía ir con esta lluvia, así que fui directo a la cocina a preparar la cena. Él me ayudó por supuesto, y cocinar junto a él solo me entristeció. Si, pensaran que estoy loca, pero me entristeció porque el momento eran tan perfecto, como si fuésemos una pareja de recién casados preparando la cena entre risas después de un gran día.
Pedro puso la mesa para los dos mientras yo llevaba la comida y la botella de vino al comedor.
Parecía estar diluviando allá afuera.
Habíamos terminado de comer y tomábamos una copa de vino, cuando un trueno cayo muy cerca y la luz se corto ruidosamente.
Genial, solo genial.
-Creo que hay una vela en alguna parte de la cocina. - Le dije a Pedro. - Espera un segundo.
Fui a la cocina con cuidado y busqué en una de las alacenas. Tenía razón. Había unas cuantas velas y unos cerillos al lado. Todo estaba extremadamente silencioso. Solo se escuchaba el agua caer a chorros.
Por eso me asuste al sentir las manos de Pedro sobre las mías y su cuerpo pegado a mi espalda.
Su respiración removía el cabello cercano a mi oreja.
Apenas me acordaba de como respirar.
Sus manos ahora se entrelazaban a las mías. Me estaba embriagando con su olor. Lo necesitaba tanto. Esperen esto esta mal.
-Pedro, esto esta mal. - Dije ahora en voz alta.
-Dime que no me amas y te dejaré en paz.
Por supuesto no pude responder a eso.
Pedro me dió vuelta y me besó lentamente.
-Esto es un error. - Dije, deteniéndolo.
-Sé que es un error, pero luego tendremos tiempo para lamentos.
No hizo falta mas nada y me dejé llevar...
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