Hace días, limpiando la habitación de mi abuela conseguí su diario. Ella, con una sonrisa en el rostro, me permitió leerlo.
Fui a mi habitación y a la luz de mi lámpara de noche comencé a leer, dirigiéndome a una época mas fácil, mas sincera, mas real...
***
Todo comenzó en el verano de 1940. antes de que el mundo estuviera en guerra, cuando las aves no le habían dado paso a los aviones y los veleros a los buques con explosivos.
La imprenta de papa había recibido una propuesta muy tentadora en Europa y mama y el planearon dos viajes, el de ellos, y el de mi hermana menor y yo a Carolina del Norte junto a mis abuelos.
Mónica y yo empacamos nuestras cosas con resignación, despidiéndonos del verano que habíamos planeado junto a nuestros amigos. Mi hermana menor y yo compartíamos habitación. Gustos y amistades, suena extraño, viniendo de hermanas, que por ley deben pelear a cada minuto por maquillaje, ropa y salidas. Pero las cosas con Mónica dejaron de ser así hace mucho. Solo tenemos 11 meses de diferencia de edad. Cuando yo apenas tenía dos meses de nacida, mi mama se entero de que había ocurrido un "accidente", y 9 meses mas tarde nació Mónica.
Los días de preadolescente fueron los peores. No parábamos de gritarnos una a otra. Pero ahora cuando tengo 17 años y ella 16 no podemos separarnos. Aparte de ser mi hermana, es mi mejor amiga y mi diario andante.
-No recuerdo Carolina del Norte. - Dijo ella.
-Tampoco yo.
-Habrán chicos? - Preguntó recelosa.
-Supongo. Mamá dijo que la costa es muy bonita, y la casa de los abuelos muy cerca de la playa eso si lo recuerdo.
-Ahhhh.
Recogimos todo y nuestros padres nos llevaron hasta la casa en donde estaríamos por estos 3 meses.
Nunca entenderé como mi memoria pudo suprimir la imagen de esta casa cuando yo era una niña.
La casa era gigantesca, con paredes blancas y un porche gigante. Los arboles de la entrada brindaban un hermoso lugar donde leer por tardes completas ya que no tenia planeado descansar junto a un enamorado.
Al entrar a la gran casa nos acogio un olor a galletas. La abuela estaba horneando mientras el abuelo cortaba leña en el patio trasero. Leña? En verano?
Saludamos a los abuelos. Conversamos durante horas hasta que partieron a Europa.
-Estas hermosa. - Dijo mi abuela mientras me ayudaba a desempacar en la habitación que había pertenecido a mama.
-Gracias abuela. - Y le sonreí.
-Mónica es tonta, prefirió el cuarto de huéspedes en vez de quedarse aquí. Esta es una de las mejores habitaciones de la casa.
-Veo por que mamá la amaba.
La amplia habitación tenía un balcón que daba al patio trasero, y lo mejor, la playa. Desde ahí podía ver la arena y el mar que ahora estaba completamente oscuro y en calma acompañado de estrellas que brillaban en el cielo.
Escuchaba los grillos, y al sentir la brisa del viento supe lo fascinante que era este lugar.
-Y donde esta Isabella? - Pregunté dudosa.
Isabella, nuestra pequeña tía Isabella. Apenas tenía 22 años. La hermana menor de mama. Jamas le digas tía, o te golpeará en la cara.
-Salió con Lucas. - Dijo mi abuela. - Casi nunca se separan.
-Cuando es la boda?
-En invierno, así que te veré de nuevo muy pronto.
-Me veras todos los días durante tres meses. Estoy segura de que llegara el momento en el que odiaras.
-No lo creo. - Dijo ella con seguridad.
Solo sonreí y terminé de guardar mi ropa en los cajones, mis libros en la repisa y mi neceser al alcance.
Cuando estuve sola, me puse mi pijama y me acosté en la gran cama. Era verano, pero el viento estaba helado. Definitivamente no entendía este lugar.
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