La familia estaba reunida en el living room. Federico tocaba el pequeño plano de la esquina, mientras Lucas y Isabella estaban sentados en el sofa. Mónica comenzo a tararear una melodía.
Mónica? Que hacía Mónica aquí? Ah cierto, salía con Federico pero en que momento llego a ser algo tan… serio? Tal vez cuando Pedro y yo nos gritábamos mientras él perdía la paciencia, mientras me enseñaba a conducir. O tal vez cuando estabamos en el faro, o cuando… Esta bien me concentraré. Mónica me sonrió al igual que Isabella y los chicos.
Una voz muy dulce se escuchó a mis espaldas.
-Pedro? Ella es Paula?
-Mama! Sí. Es ella.
Asi que esa era Ana!
-Mucho gusto Paula. Soy Ana!
-El gusto es mio Señora Alfonso.
-Oh no, no… Dime Ana.
Sonreí tímidamente y Pedro me abrazó.
Lo mismo pasó son Lucas, su padre, no hermano. Y con el adorable Martín, su hermano menor. Pasamos toda la tarde en esa casa llena de calor familiar. Despues de cenar Lucas se fue a hacer unas cosas en el estudio y Ana quiso salir con Martín. Estaba mirando por la ventana cuando Pedro me tomó por detrás. Estaba algo aburrida así que lo empujé. Él me miró con la expresión con mas picardía que había visto en mi vida.
-Ven aqui. - Me ordenó.
-Con un solo movimiento, me desvié de su camino, y corrí hacia el sofá donde estaban Lucas e Isabella.
-Ehmm. Chaves, por si te interesa, la habitación de Pedro es la segunda del pasillo. - Dijo Lucas intentando molestarne.
-Callate Lucas. - Apenas pude decir entre risas.
Pero no fue una mala idea, aunque la suya haya sido enteramente pervertida. Antes de hacer mi movimiento me fijé en el espacio que había entre Pedro, que estaba a punto de atraparme entre sus brazos… y el pasillo.
Calculé fríamente mi destino y corrí con todas mis fuerzas hacia la habitación de Pedro. Los chicos se reían tontamente de nuestro juego y yo no me quedaba atrás. Esta vez Pedro no me iba a ganar.
Entre corriendo a la habitación y cuando iba a cerrar la puerta, Pedro la atrapó. ¡Demonios!
Aproveché el momento y corrí hacia el armario de Pedro, que estaba abierto y se veía bastante amplio. Era mi oportunidad y no iba a desperdiciarla! Ja! Corrí y me encerré en el armario.
-Crees que estas a salvo ahí adentro?
-No me vas a atrapar Pedro. - Apenas pude decir mientras me reia.
-No estés tan segura de eso. Yo soy mas fuerte. - Con solo eso abrió la puerta de un tirón y me caí de espaldas, mientras la risa no me dejaba ni respirar. Me miraba con la misma cara llena de picardía de hace rato y con un solo movimiento me tomo con un solo brazo y me subió a uno de sus hombros. Mientras tanto, yo le golpeaba la espalda, que por supuesto no servia de nada.
Me lanzó a su cama, mientras entre risas comenzaba a hacerme cosquillas macabras.
-Ya… Pedro… Dejame…. - Apenas pude decir.
-No, no, no, tu eres mala. Ahora veras lo malo que soy yo.
-Ya no aguanto…Por… Favor… Pedro… basta!
Lloraba de la risa y mi estómago me dolía horriblemente, pero Pedro no me dejaba en paz. Así que tomé su cara como pude y estampé mis labios con los suyos. Su respuesta fue inmediata. Se acomodó sobre mí y profundizó el beso que me salvaba de la risa, pero que peligrosamente me llevaba al camino de la tentación. Habíamos descubierto que nuestros cuerpos reaccionaban como chispas y combustible en apenas segundos. Definitivamente eramos físicamente compatibles, aunque, por supuesto, no habíamos llegado mas lejos de lo que debíamos.
Me asustaba lo cómoda y a gusto que me sentía estando así con Pedro. Y estoy segura de que sería muy mal interpretado si alguien nos encontraba, pero sus besos eran adictivos, como una droga que te hacía querer mas, mas y mas.
Estaba comenzando a delirar cuando…
-Pedro. Para.
-Ehmm.. - Se aclaró la garganta - Claro, estee… salimos?
Reí antes su reacción y salimos al living room.
Creo que esa fue la primera vez en que comenzamos a ir un poco mas lejos. Era como si los besos no alcanzaran. Era extraño, y a la vez demasiado atractivo.
Si, soy una pervertida, pero Pedro era extremadamente hermoso y eso no ayudaba mucho en mi intento de controlarme.
En fin, por eso estoy aterrada de lo que siento por el, porque ya no es solo mi corazón el que lo pide, sino que mi cuerpo lo necesita. Mi mayor temor es que todo esto se esfume con mi regreso a Charleston. Pero no es tiempo de pensar en eso. Aun me queda un mes con Pedro. Un mes que pienso disfrutar como si fuese el ultimo de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario