-Voy a pedir que preparen el avión de la empresa para que mañana por la mañana nos lleve a Nueva York.
-Pero...
Pedro levantó la mano para que se callara.
-Estoy preparado para marcharme.
-No tan deprisa, señoría. Hay algo que me he olvidado de decirte.
-¿Qué?
-Sonia llamó antes. Nos ha invitado a la fiesta de Año Nuevo que se celebrará en la embajada de Meridia en Londres. He aceptado la invitación en tu nombre.
-Tendrás que cancelarlo.
-Quiero ir. Nunca he estado en una embajada, y menos en una fiesta celebrada allí. Debes saber que iré yo sola, aunque resulte raro no llevar pareja. Antes de contestar, piénsatelo.
Pedro odiaba no poder decir que no sin más porque, al mirar a Paula, reconocía a la niña pequeña que creía en la magia.
-De acuerdo, pensaré en ello.
-Pedro, éste ha sido el mejor día de todos -Paula suspiró y se recostó contra el asiento de cuero del coche.
-¿No te arrepientes de que no hayamos trabajado y que hayamos ido a hacer turismo por la ciudad?
Paula estaba sorprendida. Al parecer, él ya no estaba enfadado con ella por haberlo convencido para que fuera a ver a su padre.
-¿Arrepentida? Por favor, estás hablando conmigo.
-Lo sé -dijo él-. Temía que estallaras cuando te sugerí que nos tomáramos un día libre.
-Soy organizada, pero no inflexible.
Al mirarlo de reojo, sintió que le daba un vuelco el corazón. Era tan atractivo... Su cabello oscuro estaba alborotado, como si se hubiera pasado los dedos sin cuidado. Sus ojos azules brillaban cuando reía y se oscurecían cuando no lo hacía. Con vaqueros y una sudadera de color azul oscuro, parecía un chico malo en toda regla. La estancia en Londres había hecho que permanecieran juntos las veinticuatro horas del día y, probablemente, eso hacía que ella no pudiera dejar de pensar en su atractivo.
-Digamos que aprecio tu dedicación -dijo él-. Y creo que debes ser recompensada.
-Pues no hay nada como un viaje al Buckingham Palace para que una chica se sienta apreciada.
Pedro posó el brazo sobre el respaldo de cuero.
-¿Te das cuenta de que no eres la primera persona que intenta torear a los guardias?
-¿Te refieres a esos chicos con chaqueta roja brillante y gorro gracioso?
-Están muy bien entrenados.
-Más les vale -dijo ella-. En Estados Unidos, cualquiera que salga vestido así ya puede ser capaz de defenderse. O de correr como el viento.
Pedro se rió.
-Me refería a que están entrenados para no mostrar ningún sentimiento, ni dejar ver lo que están pensando. «Igual que tú», pensó ella.
-Bueno, ha sido muy divertido, Pedro. Gracias por haberme llevado.
-De nada.
El coche aminoró la marcha y se detuvo junto a la acera. Paula miró por la ventanilla y vio una calle llena de tiendas elegantes.
-¿Por qué nos paramos aquí?
-Tenemos un recado que hacer.
El conductor abrió la puerta y el aire frío la hizo estremecer. Pedro se bajó del coche y le dió la mano para ayudarla a bajar. Después, sin soltarla, la guió hasta Stella's, una tienda de lujo. El lugar estaba iluminado por varias lámparas de araña. Tenía el suelo enmoquetado y las paredes estaban llenas de espejos. En los percheros había montones de vestidos de todos los colores y telas. Una joven se acercó a ellos y sonrió:
-¿Señor Alfonso?
-Sí. Y ésta es Paula.
Paula lo miró y sintió un nudo en el estómago. Hasta entonces, el día había sido perfecto.
-Soy Cecilia. Hablamos por teléfono y he elegido algunos vestidos para que escoja el que más le guste. Dijo que tenía la talla cuatro, ¿Verdad?
¿Vestidos? ¿Elegir? Paula soltó la mano de Pedro.
-No tienes que hacer esto por mí.
-Sí -dijo él-. Puesto que serás tú la que lleve el vestido a la fiesta de mañana por la noche, es importante que te quede bien. Y puesto que yo seré tu acompañante, el público en general tendrá que buscar tus rarezas en otro sitio.
-¿Vas a ir a la fiesta?
-Contigo, sí.
Paula sintió que la felicidad la invadía por dentro. Se lanzó a él y lo abrazó.
-Gracias, Pedro.
Él la abrazó con fuerza y sonrió antes de soltarla.
-Ahora tienes que probarte los vestidos. Este lugar está muy bien recomendado.
-¿Quién lo ha dicho?
-Mi hermana Sonia, que lo ha confirmado con mi prima Nadia. Así que ve con Cecilia.
Paula siguió a la dependienta por un pasillo hasta un vestidor en el que había varios vestidos y un gran espejo. Cecilia suspiró.
-Debo pedirte disculpas por anticipado, Paula. Normalmente tratamos de darle al cliente atención individualizada. Pero el señor Alfonso insistió en que necesitabas algo para mañana por la noche, y resulta que a medio Londres le pasa lo mismo. Es Año Nuevo. Hoy tenemos menos dependientes, pero...
-No te preocupes -respondió Paula-. Estaré bien.
-Diviértete -dijo Rhona, señalando los vestidos-. Regresaré en cuanto pueda.
Tras cerrar la puerta, Paula miró los vestidos que había colgados en las perchas y los ordenó en función de si le gustaban o no. No había manera de seleccionarlos según el precio porque ninguna de las prendas estaba marcada y, probablemente, todos fueran extremadamente caros. No le quedaría más remedio que asumir el precio si se enamoraba de alguno de ellos. Se quitó la ropa y comenzó el juego. Eliminó los que no le sentaban bien o no favorecían el color de su piel. Terminó poniéndose un vestido negro de chiffón sin tirantes y empezó a retorcerse tratando de abrochar la cremallera que llevaba en la espalda. Quizá debería llamar a Cecilia. Descalza, y sujetándose la parte delantera del vestido, salió del vestidor y recorrió el pasillo hacia la tienda. Cecilia no estaba por ningún lado, pero Pedro estaba allí. Y la vió antes de que ella pudiera darse media vuelta.
-Hola -dijo ella-. Estaba... Estaba buscando a Cecilia para...
-¿Necesitas ayuda?
-No... Sólo es la cremallera. Creo que se ha enganchado.
-Supongo que puedo ayudarte.
Estaba segura de que Pedro habría abrochado la cremallera de un vestido más de una vez. Aquello nunca habría sucedido si se hubiera quedado en Nueva York, pero ya no tenía elección. No había manera de decirle que se ponía nerviosa porque se sentía muy atraída por un hombre que no pensaba en ella de la misma manera que ella pensaba en él. El beso de Navidad no había sido más que un detalle sin importancia.
Muy buenos capítulos! Me encanta como Paula lo convence de todo!
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