martes, 2 de mayo de 2017

Por Tu Amor: Capítulo 11

La mesa estaba decorada con un mantel blanco, flores y velas. El ambiente era el de un lugar de cinco estrellas, aunque todavía no habían probado la comida. Si pasaba la prueba, Pedro no podría evitar sentir curiosidad por saber por qué el negocio tenía problemas económicos. Impaciente, golpeó los dedos contra el mantel y miró el reloj. En ese momento, apareció el camarero con una cesta de pan y la dejó sobre la mesa.

 -Buenos días, señores. ¿Están listos para pedir?

Después de que el camarero anotara el pedido y se marchara, Paula rompió un panecillo y lo dejó sobre el plato al ver que salía vapor.

-¿Hay algo que te incomoda, Pedro?

 -Por supuesto que no.

 Él se percató de la expresión del rostro de ella, que indicaba que estaba esperando a que le diera una explicación sobre lo que había sucedido la noche anterior. Sabía que ella sentía curiosidad, conocía todas sus expresiones. Incluida la nueva que le había indicado que ella quería besarlo la noche anterior. Por eso había decidido acortar la estancia en Londres. Había pagado la deuda que tenía con su hermana y, pronto, Paula y él estarían de regreso en Nueva York.

-Mmm -dijo Paula, al probar un pedazo de pan.  Cerró los ojos y puso un expresión de placer.

Su aspecto era tremendamente erótico y él sintió cómo una ola de calor invadía su cuerpo. Una imagen apareció en su cabeza: Paula, piernas entrelazadas y sábanas revueltas, y él no podía explicar por qué. Por qué su aroma era tan sexy. Ese era otro motivo por el que deseaba salir de allí lo antes posible. Lo que se suponía que debía ser un viaje rápido para limpiar su conciencia se había convertido en algo complicado. Ver a Sonia y a Matías le había provocado sentimientos complicados. Y lo que sentía por Paula, también se había complicado. Odiaba las cosas complicadas. Y eso, por supuesto, no hacía que mejorara su humor.

 -De hecho, sí hay algo que me molesta.

 -¿Oh? Dispara -se limpió la boca con la servilleta y esperó impaciente.

 -El comentario de que soy un conquistador en serie me ha ofendido -dijo él, tratando de apartar la vista de sus labios.

 -De acuerdo -respondió Paula despacio-. Creo que ya hemos hablado de ello. A veces el filtro que hay entre mi cerebro y mi boca no es tan eficiente como debería. Otro de mis fallos sobre el que estoy trabajando. No volverá a pasar.

-Sí que pasará. Porque no puedes evitarlo.

-Prometo intentarlo.

-Si tú lo dices...

En realidad, Pedro no quería que se contuviera, pero era algo que tenía sus pros y sus contras. Por un lado, ella expresaba en voz alta sus comentarios, pero no conocía asu padre como él. Y por otro, él había notado decepción en su mirada cuando Paula le había preguntado por qué trataba a las mujeres de esa manera. Por motivos que no podía explicar, no le gustaba que se sintiera decepcionada por él. Paula miró hacia la puerta al ver que una mujer se movía hacia allí.

 -¿Ésa no es tu hermana? -la llamó antes de que él pudiera contestar-. ¿Sonia?

 «¿Dónde está ese filtro cuando más lo necesito?», pensó Pedro al ver que su hermana se volvía y se acercaba a ellos.

 -Hola -Sonia sonrió a Paula y miró a su hermano con cautela.

-¿Qué te trae por aquí? -le preguntó Paula.

 -He venido a ver a unos viejos amigos. Querían saberlo todo sobre el momento en que la monarquía de Meridia contrató mis servicios para la coronación de Sebastian, que fue como nos conocimos.

-Muy romántico -dijo Paula.

 -Mucho -repitió Pedro.

 Su hermana debía de ser muy buena en su trabajo para que le hubieran encargado algo tan importante. De pronto, se sintió culpable. Era un hombre poderoso que podía hacer todo lo que se propusiera y, sin embargo, no sabía todo lo que un hermano debía saber sobre su hermana. La idea lo puso de mal humor.

-¿Dónde está el rey?

 -Está esperándome en el hotel.

 -No permitas que te entretengamos -dijo él.

-Pedro -Paula lo miró sorprendida-. Siéntate, Sonia -la invitó señalando la silla que había a su izquierda.

 Sonia se sentó.

 -Voy a echar de menos trabajar con Mati -suspiró.

Paula parecía asombrada.

-¿Matías también es cocinero?

-Es el director de Bella Lucia Chelsea, junto con mi padre. Mati me aconsejó que viviera mi propia vida y no me preocupara por lo que sucedía aquí. Pero me siento mal dejándole otro problema que solucionar, ya es bastante adicto al trabajo.

Pedro sabía que su hermana simplemente estaba compartiendo información con Paula, tal y como hacían las mujeres. Pero notó que sus palabras llegaban a un lugar profundo de su ser y trató de ignorarlas.

-Su ética en el trabajo complacerá a tu padre -dijo Pedro.

 -También es tu padre -soltó Sonia-. Y Mati se toma el negocio muy en serio.

-¿Así que su familia es la propietaria del restaurante? -preguntó Paula.

-¿No te lo ha dicho Pepe? -Sonia lo miró-. Hay tres en total, pero Bella Lucia Chelsea es el producto estrella.

-Entiendo -Paula lo  miró con una mezcla de censura y dolor. A Pedro no le gustó su mirada.

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